En la actualidad, hablar de inclusión resulta un tema obligado para todos a aquellos profesionales que trabajan en educación. Si bien, durante varias décadas el término se asoció a las necesidades particulares de aquellos colectivos en situación de discapacidad, especialmente en lo relacionado a las educaciones físicas que pudieran facilitar su acceso a la infraestructura de la escuela (Cuomo, 1999; Frederickson y Cline, 2002), desde hace unos años ha querido extenderse su significado a la atención que requieren todos los niños, en diversidad de condiciones, para acceder a oportunidades exitosas de enseñanza y aprendizaje (Valdez, 2010).