Los siglos XVIII tiene una enorme importancia para la historia de Occidente, en todos los órdenes de la vida terrestre, los dos están entrelazados por vínculos estrechos y profundos, el primero se prolonga en los cien años del segundo, como el siglo xix perdura en el siguiente durante toda su existencia centenaria, y el conjunto de los tres siglos mencionados superviven en los tiempos actuales. En la historia el pasado no muere, resucita en el presente, que es padre del porvenir. Todo pretérito extiende sus raíces hasta llegar a lo contemporáneo; la historia también comprueba que nada se destruye o desaparece, sino que cambia, se transforma o revoluciona. La historia es una totalidad dialéctica de pasado, presente y porvenir, originada en la ¿humanización de la naturaleza¿, como dice Marx; por esto, agrega que ¿algún día la ciencia natural se incorporará a la ciencia del hombre del mismo modo que la ciencia del hombre se incorporará a la ciencia natural¿1
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