El proyecto imaginativo de la Ilustración, que orgullosamente establecía en sus orígenes el ideal del triunfo de la Razón, desbordando encantamientos, mitos y supersticiones, ha fracasado de manera irreversible. Bajo el dominio del capitalismo tardío, pareciera que la realidad ha derrotado a los sueños; la razón identificada hoy con las certidumbres del poder, acabó subordinada a los controles económicos, políticos y culturales de los grupos hegemónicos. Como se ha demostrado -Marcuse-, desde el comienzo la idea y la realidad de la Razón en el período moderno, contenían los elementos que ponían en peligro su promesa de una existencia desencantada, libre y plena: la esclavitud del hombre a través de su propia productividad, la glorificación de la satisfacción pospuesta, el dominio represivo de la naturaleza en el hombre y fuera de él, el desarrollo de las potencialidades humanas dentro del cuadro de la dominación, todo es ya la realización de la catástrofe anunciada.