El giro pragmático de las dos últimas décadas ha desvanecido la pregunta por el sentido de la universidad y la ¿razón de ser¿ de las instituciones que se ocupan del conocimiento, la formación, la cultura y la investigación. El tema, con frecuencia, vedado, olvidado y despreciado, se descalifica como ¿metafísico¿ o ¿ideológico¿ para justificar un a priori que se ha extendido para sustituir su alcance y pertinencia que sólo busca refrendar el pragmatismo como discurso de la globalización y de la ¿sociedad del conocimiento¿, el cual condensa la lógica de los rendimientos y los resultados de la reingeniería del saber y de la enseñanza.