Para cualquier empresa, la fragilidad de su imagen corporativa debería convertirse en la mayor preocupación de su equipo directivo. Los nuevos sistemas de comunicación, como las redes sociales, en manos de clientes y empleados descontentos, competidores, aficionados a los videos divertidos, etc. hacen que resulte fácil descalificar a las organizaciones con gran rapidez y con efecto devastador.