El juego y lo público tendrían que ser inseparables. Son contenido y recipiente, cara y sello, acción y lugar donde realizarla, fenómeno y espacio donde la infancia crece para convertirse, día a día, en un proceso de vida, en un ciudadano creativo y feliz. En el jugar hay libre elección, el niño vive el "convivir con los otros ¿con sabor a libertad interior y calor a autonomía, con sentido integrador, participativo y creativo, en un entretejido poético maravilloso que la infancia emana.