En este artículo se reflexiona de manera crítica sobre las implicaciones que tiene la subordinación de los espacios universitarios a una economía de mercado, siendo entonces la prioridad la profesionalización, y con ello, el desarrollo de competencias laborales para insertar y engranar a las personas como piezas eficientes y eficaces, mediante la especialización y segmentación del trabajo (desde una visión dominante de ciencia y tecnología). Se trata de ajustar a las personas a un mundo globalizado (hacia unas formas de consumo y de vida), y de ahí su fuerte intención ideologizadora de vender una utopía, un sueño, y aumentar el crecimiento del capital.
