Con la convicción profunda de quien ha vivido la opción franciscana intensamente, el autor presenta un diálogo espiritual trascendente pero tan cercano y actual como si se tratara de dos personas que han permanecido juntas por mucho tiempo, se conocen mutuamente y en una misma voz, quieren expresar su preocupación, su nostalgia, su visión cristiana del hombre, y ante todo, su visión esperanzadora de nuestro país.