El autor presenta la evangelización de la cultura y la inculturización de la fe como una tarea y servicio con alta vigencia en el mundo actual. Fundamenta sus planteamientos en los documentos del Concilio Vaticano II, y las exhortaciones apostólicas y demás documentos del Magisterio de la Iglesia, destacando la dimensión personalista de ésta, que privilegia el desarrollo integral del hombre como función esencial de la cultura; "cultura es todo aquello que ayuda a la persona humana a ser plenamente persona". Destaca la trascendencia como dimensión inherente a la cultura, la encarnación del verbo en la persona de Jesucristo y la vivencia actualizante de la experiencia franciscana en la cultura moderna. Inculturar la fe y evangelizar las culturas es hacer que el hombre de hoy acoja en su realidad más íntima este misterio y se fundamente en la esperanza. La propuesta franciscana se ofrece, desde una experiencia amorosa, personal y particular con Jesucristo, la cual busca alimentar y vivificar la cultura, iluminando la realidad con la fe. Se propone con urgencia regresar al evangelio, como único camino para responder con fidelidad a Dios y al mismo hombre.