La familia ya no es un concepto unívoco, sino polifórmico que para el tercer milenio se consolida en el ámbito público y como tal necesita ser estudiada. Ello exige una visión personal, académica y gremial, moderna, que sitúe a los profesionales de las ciencias sociales y humanas, a tono con la centuria y la incertidumbre. Es necesario que todas las áreas del saber identifiquen y retomen las identidades y realidades familiares en su pasado, presente y futuro. En correspondencia con lo anterior, la primera parte del texto expone algunas ideas para lograr una comprensión diferente del mundo, que tenga en cuenta la globalización, la interdisciplinariedad, la nueva perspectiva de género, la "aldea global", la modernización. El paradigma moderno que recoge planteamientos de la sistémica complejidad, del desarrollo humano, el constructivismo, permite entender que coexiste lo tradicional con lo moderno, lo clásico con lo emergente. Por lo cual el texto enuncia las características fundamentales de la Familia de antes y de la Familia moderna, no como formas excluyente sino propias de contextos socio-económicos y culturales particulares, como realidades complejas y contingentes que demandan que los profesionales que laboran en los procesos socio-familiares, asuman el cambio de las funciones familiares y del género en la modernidad, y el reto de analizar estos dinámicos procesos para incorporarlos en programas de acción (tanto en contextos clínicos, como no clínicos) e investigación que permitan ajustarse a las condiciones del medio donde intervienen. A manera de provocación y de conclusión se propone un cuadro, que ubica de manera descriptiva y no definitiva, la dualidad de la familia, la cual fluctúa entre la certidumbre del paradigma clásico y la incertidumbre propia del cambio de época.
