El perenne tema de la relación entre el cerebro y el comportamiento, puede ser rastreado a lo largo de la historia de la filosofía, hasta sus primeras raíces. Sin embargo, en el momento en que nos hallamos, sigue siendo para muchos,un problema de difícil solución. Se desprende, precisamente, de esa revisión histórica, que la respuesta sólo puede darse cuando se utiliza una herramienta conceptual adecuada. Por el contrario, cuando el recurso metodológico no es el que corresponde, el problema tiende a complicarse, a partir de la generación de nuevas y más abstrusas entidades, originariamente ajenas. Se confrontan "dos" metodologías con el ánimo de ejemplificar en qué modo, cada una de ellas puede ayudar a comprender esa relación, o, por el contrrio, hacerla más y más confusa. Ambas son indispensables y ambas pueden ser identificadas en la hisltoria de la ciencia: una de ellas es la actividad nominativa, que identifica "objetos", en tanto que la obra, aspira a describir el movimiento del univrso. Solamente apelando a las diferentes formas de esta última (lógica dialéctica, método histórico-evolutivom método histórico-social) es factible abordar las complejas y sutiles interacciones entre el órgano y sus manifestaciones comportamentales. Se recuerda el gran mérito que la psicología actual le reconoce a Vygotski introductor del método histórico-social.