Cuenta la gran cronista y novelista norteamericana Edith Wharton que en el siglo XIX una multitud exagerada de público esperaba en el puerto de Nueva York el último capítulo de una de las novelas por entregas de Charles Dickens. Se trataba de una muchedumbre motivada por la emoción de quien espera una carta llena de expectativa. El público eran jóvenes y adultos. Se trataba de La tienda de antigüedades, de 1840, la novela sobre las aventuras y desdichas de la pequeña Nell.
