En las vivencias educativas existe hipótesis que no se plantean, que ni siquiera son dignas de ser enunciadas en una comunidad académica, que se cargan como disculpas en algún lugar remoto del alma, donde la pedagogía aun duele. Hay resultados, sobre todo los numéricos, que se exhiben como trofeos; hay otros, los de la vida misma, que ni siquiera se nombran, tal vez se cuentan de forma desprevenida en alguna tertulia; pero no se escriben. Son estos secretos, los que conforman la historia de vida de quienes desarrollamos estas investigaciones.
