El concilio Vaticano II marcó el ingreso de la llamada a "discernir los signos de los tiempos" al Magisterio. Sin embargo, también desde aquella época existe la ambigüedad y, daríamos también la tentación, de confundir "signos de los tiempos" con características o síntomas de los tiempos. A nuestro parecer, lo que permitiría su diferenciación y justo discernimiento, sería devolver su estatuto teológico (bíblico) a la expresión signos de los tiempos.