Durante las décadas posteriores a la Revolución Mexicana, los círculos intelectuales y políticos comprometidos con la renovación social y cultural del país se volcaron de lleno en la construcción del sentido de pertenencia a la Nación a través del conocimiento y de la divulgación de lo mexicano. La educación artística, entre amplios sectores de la población, particularmente la música y la danza, jugó un papel estelar al respecto propiciando el conocimiento de los diversos poblados mexicanos entre sí. La indagación de estas expresiones locales transcendió no sólo a los ámbitos urbanos; también fue retomado por los artistas eruditos que fundaron auténticas Escuelas Mexicanas de música y Danza.