La idea de que los paralíticos controlen sus extremidades con el pensamiento ha dejado de ser una fantasía cinematográfica. Pudiera ser que, en 2014, miles de millones de espectadores de todo el mundo recuerden el partido inaugural de la Copa del Mundo de Fútbol, en Brasil. Y no solo por los goles que marque la selección brasileña o por las tarjetas rojas mostradas a sus adversarios. En ese día, mi laboratorio de la Universidad Duke, especializado en técnicas de control de miembros robóticos mediante señales eléctricas cerebrales, se propone, en unión de colaboradores europeos y brasileños, establecer un hito en la superación de parálisis.
