En la actualidad existe un consenso en los países latinoamericanos respecto a que la producción del conocimiento ocupa un lugar central en el desarrollo de los modelos económicos y sociales. El papel de la educación para lograr mayores niveles de competencia, que busca tanto el crecimiento económico como el desarrollo de una ciudadanía capaz de sostener y fortalecer la democracia, es reconocido como fundamental por la mayoría de los gobiernos.