En la primera década del siglo xxi vimos como las esperanzas de las grandes organizaciones intergubernamentales se apoyaron en la educación. Se dieron prioridades y se desarrollaron programas estratégicos que anunciaban educación para la sustentabilidad y para la ciudadanía en un intento de hacer frente a la crisis socioeconómica mundial. Es en este contexto donde la educación artística puede desarrollar un papel fundamental, por su propia naturaleza responde a los pilares básicos de la educación, al desafío del desarrollo de la creatividad e innovación y a la llamada de la educación para la ciudadanía, hacia los valores y el diálogo intercultural. Nunca antes fue tan urgente la necesidad de un nuevo paradigma centrado en la educación social y en el espacio iberoamericano, existen experiencias educativas a través de las artes que pueden sugerir modelos de reflexión para la educación social y el desarrollo comunitario