Internet es, ante todo, una herramienta. Puede ser usada para el bien o para el mal. Pero lo cierto es que ha creado espacios propicios para la unión de los pueblos. Ha permitido lanzar gritos de desespero y de dolor, y amplificarlos para que sean escuchados hasta en el más remoto rincón del mundo. A pesar de eso, o quizás por eso, incomoda e irrita a políticos y gobernantes, especialmente a dictadores.