La concepción dualista ha sido una constante en las ciencias dedicadas al estudio de los seres humanos, y su debate dentro de la filosofía de la ciencia y dentro de la psicología ha sido amplio (Moore, 2001; Ribes, 1990; Skinner, 1969, 1975; Kantor, 1969; Ryle, 1949). La historia de la reflexión psicológica y filosófica sobre la relación entre el cuerpo y la mente a partir de Descartes es la historia de los innumerables intentos por escapar de lo que ha sido denominado por Vesey (1965) como el punto muerto cartesiano, para hacer referencia a la conclusión de los científicos acerca de la incapacidad humana de comprender cómo el cuerpo y la mente están unidos. En el mejor de los casos, para salvar esta dificultad, se ha regresado inevitablemente a la concepción de sentido común sobre su mutua interacción. El objetivo del presente artículo es discutir la legitimidad de los postulados dualistas y presentar los aportes hechos desde el Análisis Experimental del Comportamiento (AEC).