La situación del sistema educacional en Chile, así como en muchos otros países de la región presenta dos características que hacen necesaria la introducción de un sistema de incentivos: una estructura de remuneraciones de los docentes muy pareja, basada (hasta antes de 1996) sólo en escalas uniformes de remuneraciones con premios a la experiencia; y una enerme dispersión de la calidad en el sistema educativo.