Muchas miradas están puestas hoy sobre los jóvenes. Son estudiados desde múltiples disciplinas y enfoque, y no siempre salen bien librados. No es extraño escuchar hablar de ellos en algunos escenarios académicos con pesimismo y desconfianza. En general, se les considera ajenos a la realidad, bien sea por una supuesta apatía frente a los asuntos públicos, o porque sumergimos en la virtualidad de las nuevas tecnologías, crean mundos paralelos desde los cuales les resulta imposible vincularse con el mundo real, el de la guerra y la corrupción.