Entre los años cincuenta a setenta, reconocidísimos autores publicaron cuentos y novelas que tenían como eje la violencia de medio siglo. Con el surgimiento de nuevas voces que incitaban a nuevas temáticas y formalizaciones, la ficción sobre la violencia pasó a un segundo plano, ateniéndose a su desgaste y a que fue puesta en tela de juicio por algunos críticos que vieron en algunas obras más un catálogo de muertes que de logros literarios.