Esa primavera de participación y activismo de los derechos ha sido contestado con la más cruel, desproporcionada y dolorosa de las violencias. No se trata del aumento de las violencias anómicas que se registran en todas las sociedades contemporáneas, principalmente en los contextos urbanos. Se trata de otra cosa: del exterminio racional y sistemático de defensores de derechos, sean ellos empresarios, profesores, sindicalistas, estudiantes, campesinos, desplazados, indígenas, negros, mujeres.