La propuesta de reforma a la Ley 30 de 1992 no es asunto tan fácilmente descartable como quisieran hacerlo ver algunas de las aventuradas protestas que se han hecho en la materia. El sistema educativo colombiano requiere de una urgente modernización y, en esa medida, el proyecto atiende, al menos en abstracto, a una necesidad inminente.