En la mayor parte de las regiones y países europeos el declive histórico de las poblaciones rurales y agrarias se inició a una gran velocidad a mediados del siglo XIX. De esta manera se puso fin a un período anterior de rápido crecimiento alimentado principalmente por la reducción ininterrumpida de la mortalidad a finales del siglo XVIII, que se produjo primero en las zonas rurales y bastante más tarde, a partir de 1870, en las grandes ciudades europeas.