La carrera del profesorado es un instrumento para el reconocimiento del mérito de los profesores en el desarrollo de su profesionalidad "lo cual supone atender a la mejora de sus capacidades cognitivas como a su competencia reflexivo-práctica" cuyos fines son la motivación para el ejercicio de sus funciones, reforzar su compromiso con la educación en general y como forma de reconocer con justicia el mérito de los mejores profesionales. Desde un punto de vista estrictamente educativo, la carrera debe servir para la mejora de las prácticas de enseñanza que incidan en la mejora de los aprendizajes. Esta pretensión nos exige explicitar los criterios para determinar lo que entendemos como buenas prácticas y precisar los criterios para su evaluación. La complejidad de la enseñanza requiere metodologías adecuadas para abordar procesos de índole cualitativa. La regulación de la carrera docente tiene que superar tanto el cuantitativismo fácil en los métodos y la regulación burocrática de niveles de calidad, así como contemplar un conjunto de incentivos no solamente salariales.