Este artículo pretende reflexionar sobre la participación de las mujeres en la comunidad eclesial a partir de la confrontación con el Dios de Jesús y el modelo eclesial que de dicha experiencia se deriva. Para esto se parte de una constatación de la realidad eclesial actual, los factores intra y extraeclesiales que la desafían y a los cuales es urgente responder, y la situación particular de la mujer en ella. En un segundo momento se reflexiona sobre la experiencia de Dios que tuvo Jesús, centrándose en la experiencia de Dios como "Abba", como inclinado por los más débiles y excluidos y como revelador de la comunidad trinitaria, fundamento e inspiración de todo modelo empírico de Iglesia. Finalmente se proponen algunos caminos eclesiales que permitirían una mayor participación de la mujer y, por consiguiente, unos modelos eclesiales más fraternos y sororales, más democráticos e inclusivos.
