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Título Artículo La memoria de la moscaArtículo de Revista
Parte de Mente y Cerebro
No. 01 (Oct. 2002)
Pagina(s) 32-38
Idioma Español;
Materia(s) Moscas-Experimentos; memoria animal; Moscas-Psicología;
Nota(s) Autores: Hitier, Raphäel; Petit, Florian y Préat, Thomas
Resumen Con su cerebro minúsculo, la mosca del vinagre posee una memoria notable, que sirve de modelo para la investigación de la humana. Se conocen ya los genes implicados en el proceso rememorador y las proteínas por ellos determinadas. Ante el errático deambular de la mosca del vinagre por los cristales de la ventana de la cocina, nadie hablaría de un animal inteligente. Sin embargo, Drosophila melanogaster, su denominación linneana, está capacitada para desarrollar comportamientos complejos. Su actitud natural depende de la experiencia retenida en la memoria; además, nuestro díptero puede aprender a reaccionar ante determinados estímulos, a la manera en que el perro de Pavlov segregaba saliva cuando oía el tañir de la campanilla de la pitanza.
El cortejo nupcial constituye uno de los comportamientos donde mejor se expresa la capacidad retentiva de la mosca del vinagre. El macho manifiesta su interés por una hembra a través de una secuencia de conductas estereotipadas (canto vibratorio, danza y estimulación sexual), que se aprecian a simple vista. El macho joven e inexperto prueba suerte siempre que se encuentra con una hembra. Ahora bien, la hembra sólo se aparea una vez por semana, pues así almacena suficientes espermatozoides que fecundar con su puesta diaria de 20 huevos. La hembra recién fecundada rechaza nuevos pretendientes; emite feromonas (hormonas de comunicación entre los individuos) que los machos comienzan a asociar con el rechazo (aprendizaje asociativo). Avezado por esa experiencia, el macho desatendido no malgasta energías en el cortejo, a diferencia del novato.
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