La hipótesis fundamental de este artículo es que en la identidad europea existe un aspecto espiritual y religioso. Pero, aunque especialmente los católicos y sus organizaciones suelen hacer hincapié en el origen cristiano de Europa; aunque los padres fundadores, allá por los años cincuenta del siglo XX, Konrad Adenauer (Alemania), Alcide De Gaspari (Italia) y Robert Schuman (Francia) eran católicos; aunque el tratado de formación de la Comunidad Económica Europea de 1957 fue firmado en Roma y los signatarios visitaron al papa Pío XII; y aunque hubo insistentes conjeturas sobre si la nueva Europa era una resurrección del Sacro Imperio romano, la Europa moderna es un proyecto secular. La trascendencia religiosa de la Europa moderna se ha de encontrar en su misma índole secular.
