Como consecuencia de la reciente proliferación de las iglesias neo-pentecostales (o carismáticas 1) en el África negra, el paisaje del cristianismo africano está en plena reconfiguración. Esas iglesias nuevas tienen prácticamente en todas partes del tercer mundo un éxito popular tal que algunos predicen ya que pronto eclipsarán a las iglesias misioneras en el plano demográfico2. El tiempo lo dirá. Lo menos que se puede decir en el momento actual es que las grandes iglesias, la católica y las protestantes, no tienen ya el monopolio de ofrecer el cristianismo en el continente africano. Además, hoy en día parecen resignadas ante el éxodo, a veces masivo, de sus fieles hacia estas iglesias nuevas que, en su mayor parte, prometen el paraíso en la tierra en un contexto de creciente empobrecimiento. A ellas va uno a buscar la salud, otro un empleo, éste un cónyuge, aquél un visado para Occidente, etc. La competencia por los fieles va a ser, pues, dura en lo sucesivo. El presente artículo examina, no sólo los rostros del pentecostalismo africano, sino también algunos aspectos de la difícil cohabitación entre un catolicismo africano todavía en busca de una identidad propia y un neo-pentecostalismo fogoso que se abre camino lentamente, pero con seguridad, en el África poscolonial.
