Cuando alumnado, docentes y familias participan activamente en la elaboración de las normas de convivencia, comprenden mejor su necesidad, sentido y consecuencias. Así aumenta el grado de compromiso con el cumplimiento de las mismas, se potencian modelos de conducta más respetuosos y se desarrollan competencias socioemocionales. El consenso mejora de forma significativa el clima de convivencia.