La utilidad de los planes de convivencia en los centros es diversa. En unos han sido, y son, motor de cambio social y organizativo; en otros muchos, constituyen una rutina burocrática más. Sin embargo, todos los estudios señalan la enorme incidencia que el clima escolar tiene sobre los aprendizajes. Por eso, es fundamental recuperar su sentido, volver a plantearlos de manera integral, consensuando metas y criterios de actuación, para dotarles de todo su poder transformador.