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Enfoques Educacionales 2(2) 1999-2000
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Volumen 2 Número 2 1999-2000
ISSN 0717-3229
Departamento de Educación
Facultad Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Editorial
Sección I: Enfoques
Fernando Durán Pacheco
El Cambiante Perfil de las Ciencias Sociales: Continuidad y Renovación de la Sociología en el Siglo
Veinte
Mauricio Folchi Donoso
La Incorporación de la Historia Local a la Enseñanza Formal de la Historia: Desafíos y Oportunidades
Cecilia Quaas Fermandois
Nuevos Enfoques en la Evaluación de los Aprendizajes
Martiniano Román Pérez - Eloísa Diez López
El Curriculum como Desarrollo de Procesos Cognitivos y Afectivos
Sección II: Investigaciones

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Manuel Canales Cerón - Jorge Luzoro García - Pablo Valdivieso Tocornal
Consumo de Tabaco en Adolescentes Escolarizados
Mónica Llaña Mena - Ethel Escudero Burrows
Establecimientos Educacionales en Conflicto: Grupos de Resistencia en su Interior
Julia Romeo Cardone - Mónica Llaña Mena
El Discurso de los Adolescentes Escolares: Discurso Sostenido acerca de la Libertad
Sección III: Hablando de...
Humberto Giannini Iñíguez
Crítica y Reflexión
Irene Trufello Camponovo
Sistema Escolar y Educación Pública
Luis A. Riveros
Educación y Estado: La Necesidad de un Marco Conceptual para Abordar un Problema de País
Jorge Nef Novella
El Concepto de Estado Subsidiario y la Educación como Bien de Mercado: Un Bosquejo de Análisis
Político
Alejandra Mizala - Pilar Romaguera
Brechas de Calidad y Sistemas de Incentivos en Educación en Chile
Sergio Nilo Ceballos
Análisis de Investigaciones Recientes sobre la Incidencia del Mercado en la Calidad y Equidad de la
Educación

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Manuel Silva Aguila
Comentarios sobre Ponencias, Diálogos y Desarrollo Curricular
Hernán Vera Lamperein
La Educación y los Desafíos del Futuro
Sección IV: Entrevistas
Francisco Fernández Mateo
Entrevistas
Programa de Informática | Edición de Francisco Osorio | Volver a Indice General | Volver a Facultad

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ISSN 0717-3229
Departamento de Educación
Facultad Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Volumen 5 Nº 1 2003
Volumen 3 Nº 2 2000-2001
Volumen 3 Nº 1 2000-2001
Volumen 2 Nº 2 1999-2000
Volumen 2 Nº 1 1999
Volumen 1 Nº 2 1998
Volumen 1 Nº 1 1998
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31/08/05
Prof. Fernando Mönckeberg recibió
Premio Bicentenario 2005

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Editorial
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Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
Departamento de Educación
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Esta edición de nuestra REVISTA ENFOQUES EDUCACIONALES presenta novedades que queremos
destacar:
La sección "Hablando de..." la hemos dedicado totalmente a la presentación de los Diálogos
Universitarios, realizados a fines del 99 en nuestra Casa de Estudios sobre el tema "Estado y Educación
Pública en el Chile de Hoy". Para este efecto se organizaron tres conversaciones que se iniciaron con
una exposición acerca de los principios que, históricamente han regido el desarrollo de la educación
pública chilena, su significado, pertinencia y vigencia como educación pública nacional. Junto a estas
consideraciones, se reflexionó, además sobre conceptos tales como supranacionalidad, identidad
nacional, sentido de igualdad de oportunidades, ascenso social, desarrollo científico, humanismo,
laicismo. En esta parte presentamos los trabajos de los profesores Humberto Gianinni, Irene Truffello y
Luis Riveros.
La segunda conversación, titulada, "Educación Pública y Privada" incluyó reflexiones sobre evidencias
del Chile actual, observadas en ese ámbito. A la luz de la experiencia chilena, se analizaron los
conceptos de estado, subsidiaridad, competitividad, mercado, calidad y equidad, derechos humanos. El
análisis de dichos conceptos se realizó sobre la base investigaciones significativas que la universidad ha
llevado a cabo en las áreas de la Educación, Economía y Ciencia Política. Se incluyen aquí los trabajos
de los profesores Jorge Nef, Pilar Romaguera. Alejandra Mizala y Sergio Nilo.
La tercera conversación, recogió las reflexiones previas y las sometió a comentarios de representantes de
diversas instituciones en un debate sobre la vigencia de los principios históricos y las reflexiones sobre
las evidencias del Chile actual. Se incorporan en esta área las ponencias de los profesores Manuel Silva
y Hernán Vera L.
Cabe destacar que uno de los propósito de estos encuentros fue analizar, en un alto nivel, el tema de la
educación pública chilena. Desde los inicios de la vida republicana la Universidad de Chile, se
constituyó en garante del desarrollo y perfeccionamiento de la educación pública nacional.
Por ello, considera, tal como lo hiciera en muchos instantes del pasado, que este es un momento
histórico oportuno para meditar en su sentido y proyecciones.
También hemos decidido una sección sobre "Entrevistas", a contar desde este número, la cual. tiene
como propósito informar acerca de temas, problemas, perspectivas sobre situaciones actuales de nuestro
país, algunas de ellas, conflictivas. En algunos momentos, como es el caso de las que se presentan hoy

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día, estarán centradas en investigadores y su quehacer específico; en otros académicos y sus posturas
frente a la disciplina que cultivan, o a otros asuntos que atraen su interés.
Por otra parte, hemos hecho un catastro de nuestros colaboradores hasta la fecha, y los presentamos en
una nómina, en las últimas páginas.
Esta visión general de autores permite visualizar que hemos contado con una amplia gama de
articulistas; representantes de los distintos niveles educacionales, de variadas disciplinas y facultades
con diversas especialidades con distintas posturas, planteando, analizando o discutiendo temas
vinculados a la educación.
Esta perspectiva pluralista, refleja una de características fundamentales de la Universidad de Chile:
abrirse a la heterogeneidad de ideas orientadas -en último término- al bien común, al proyecto país.
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Fernando Durán Pacheco
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Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
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Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
El Cambiante Perfil de las Ciencias Sociales:
Continuidad y Renovación de la Sociología en el
Siglo Veinte
La preeminencia de las discusiones teóricas y metodológicas en las Ciencias
Sociales, hace difícil reconocer las tendencias de cambio más importantes en esas
disciplinas. Para obviar esa dificultad, de acuerdo a las posturas historicistas de la
Nueva Filosofía de la Ciencia, la práctica concreta de cada disciplina podría
revisarse para encontrar en ella las transformaciones de mayor relevancia.
Tomando como ilustración el caso de la Sociología durante el siglo veinte, es
posible apreciar que esta ciencia social ha experimentado una significativa
transformación en el perfil de su actividad investigadora. Los cultivadores de la
disciplina en ese período pasaron desde la adhesión irrestricta a un modelo
cientificista inspirado por las Ciencias Naturales a un enfoque dotado de mayor
apertura hacia otros estilos de trabajo. Las nuevas definiciones acerca del objeto de
la disciplina, de sus formas de elaboración teórica y estrategias metodológicas, de
las relaciones con la aplicación del conocimiento, e incluso de los modos de
comunicación de ese conocimiento, configuran un modelo emergente que está
cambiando radicalmente el rostro de esta ciencia.
La influencia ejercida por las concepciones historicistas a partir de Thomas Kuhn en el análisis del perfil
de las disciplinas científicas, ha sido ampliamente reconocida. No obstante la variedad de matices que
distinguen a las corrientes de pensamiento que generalmente se incluyen en la denominada Nueva
Filosofía de la Ciencia, todas ellas han contribuido a establecer tanto entre los filósofos como en la
comunidad científica la idea de que el estilo de cada disciplina se expresa en la práctica concreta que
realizan sus cultivadores y no en nociones a priori que definen programáticamente un deber ser de esa
disciplina (Kuhn, 1982; Lakatos, 1983).
Los cambios en la práctica concreta de las disciplinas científicas pasan a ser desde ese momento una
cuestión epistemológica de la mayor importancia, haciéndose sospechosa toda definición
pretendidamente fija de la idea de ciencia en general o de una disciplina en particular.
La convocatoria es ahora a estar muy atentos a las transformaciones que experimenta el trabajo que
desarrollan los investigadores en cada campo del conocimiento, porque esa labor da cuenta del perfil
propio de dicho campo.

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Naturalmente, de esa visión podría derivarse una postura relativista extrema según la cual habría una
completa fluidez en cada disciplina, de tal manera que las características del quehacer de una ciencia
determinada tendrían que ser entendidas como condiciones transitorias de muy breve duración, en un
cambio constante que no permitiría reconocer marcos de cierta estabilidad que pudieran traducir la
vocación fundamental de una disciplina por un período prolongado de tiempo.
El propio Kuhn, con su penetrante análisis del proceso de formación de nuevas generaciones de
científicos –mediante rigurosas prácticas socializatorias orientadas por una vigilante comunidad
científica que entrena a sus discípulos en los misterios del paradigma dominante-, excluye ese
relativismo extremo. Hay un componente cognitivo y un componente social, el paradigma y su base
social de sustentación, que aseguran cierta estabilidad en el tiempo para la práctica de los cultivadores de
una disciplina.
Las Ciencias Sociales constituyen un campo del saber en que reviste especial significación examinar los
cambios en la práctica concreta de sus cultivadores para advertir las modificaciones en el perfil de esas
disciplinas. En efecto, desde sus comienzos las Ciencias Sociales han sido muy proclives a dar un
espacio inusualmente importante a las polémicas metodológicas dentro del conjunto de su quehacer. La
abundancia de esas querellas y su protagonismo en la literatura de estas disciplinas, da una impresión de
tal heterogeneidad al interior de cada ciencia social que no cabría hablar de tendencias globales de
cambio o renovación de tales ciencias. Algunos creen ver una dispersión de concepciones que tienen
variantes de un especialista a otro. Sin embargo, los científicos sociales parecen coincidir en que al
descender desde las polémicas teóricas y metodológicas al terreno de la investigación social concreta, se
reducen considerablemente las discrepancias y las indagaciones se mueven dentro de opciones técnicas
limitadas.
Creemos que las actividades concretas con las cuales las Ciencias Sociales han venido intentando
materializar la construcción del saber que les compete han variado sustancialmente en el tiempo; y que
esos cambios no son aleatorios ni caóticos sino que significan el paso desde un modelo de ciencia a otro
enteramente distinto, lo que va alterando esencialmente el rostro tradicional de estas disciplinas.
Para exponer las líneas básicas de esa transformación, se considerará a título ilustrativo el caso de la
Sociología, con la advertencia que el proceso de paso de un modelo de ciencia a otro podría ser
examinado en las otras Ciencias Sociales encontrando similitudes sustantivas de contenido, aunque no
paralelismo en el tiempo.
En el transcurso del siglo veinte, el estilo de investigación de la Sociología exhibió típicamente algunas
características que fueron dominantes durante la mayor parte de ese período; pero al finalizar el siglo,
era visible que esas características habían cedido lugar a otros rasgos, expresión de una idea diferente de
ciencia social.
Con una frase podría resumirse ese cambio como una ampliación de perspectivas para la disciplina. Esa

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ampliación de perspectivas consiste en un enriquecimiento de la idea tradicional de esta ciencia social,
idea que definía muy claramente la manera de abordar la búsqueda de conocimiento en dicha disciplina.
Esa idea tradicional no se ha desvanecido cuando concluye el siglo; pero ha debido abrirse a la
confrontación con otras concepciones que la cuestionan. El resultado es la emergencia de una idea más
compleja de la disciplina, en la cual coexisten y comienzan a dialogar modos distintos de concebir los
requerimientos de construcción del saber, que son entendidos como tan legítimos y productivos para el
avance del conocimiento como lo fuera en su tiempo la visión anterior.
Lo que se denomina aquí idea tradicional, es una concepción que se refería a una disciplina que, en su
aproximación al estudio de lo social, adoptaba un enfoque de investigación caracterizable como estricto,
estructural, científico, analítico, formalizado, empírico, explicativo-predictivo, sistemático,
especializado y de retórica objetivista.
Las características anotadas resumen una visión del trabajo de investigación que monopolizó la actividad
en la disciplina durante gran parte del siglo veinte. Ella se retrata con máxima claridad, por ejemplo, en
el libro Sociology Today, publicado en la década de los cincuenta bajo los auspicios de la American
Sociological Association, y editado por quien era a la sazón presidente de la referida sociedad, Robert
Merton, de la Universidad de Columbia (Merton, 1957). La mención de esta obra como ejemplar, no es
accidental. En ella se ilustra, no sólo una explícita relación de las bases del modelo tradicional, sino
también la consolidación de un estilo de hacer Sociología que se ligaba estrechamente a una tradición
intelectual específica, la estadounidense, que no se confinaba por cierto a ese país sino que se extendía a
los países europeos y a la incipiente Sociología latinoamericana, que pertenecían a la órbita de influencia
de dicha tradición intelectual.
Para ahondar en el contenido de ese particular estilo de hacer Sociología - materialización de la idea
tradicional dominante acerca de la disciplina - conviene detallar cada uno de los diez rasgos
mencionados que constituyen su visión característica de la Sociología.
1. Se da una definición estricta de la disciplina, lo cual quiere decir que esta ciencia social tiene un
campo de estudio claramente identificado, que está bien delimitado y que aparece nítidamente
diferenciado respecto a los campos que corresponden a otras disciplinas.
2. Ese dominio propio de la Sociología es el estudio de los sistemas sociales, y particularmente el
estudio de las estructuras en que se organiza con cierta estabilidad la interacción social al
interior de cada uno de esos sistemas.
3. Se concibe a la disciplina como una ciencia, dedicada a una labor de construcción de
conocimiento, que es anterior y separable de las potenciales aplicaciones tecnológicas de ese
saber.
4. Se privilegia una perspectiva analítica de la disciplina, en cuanto la Sociología debe dirigirse al
estudio de la realidad social en términos de un conjunto de conceptos y teorías que orientan al
investigador en la selección de los aspectos a considerar en el examen de esa realidad social.
5. Se favorece una tendencia a la formalización de la disciplina, puesto que se procura que el
conocimiento sociológico se construya en teorías que se expresan en un lenguaje de variables o
características medibles cuyas relaciones se describen con precisión en términos lógicos o

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matemáticos.
6. Se tiene una concepción empírica de la disciplina, pues se pretende fundar el conocimiento
sociológico en un caudal de datos observacionales acerca de la vida social.
7. Se establece un propósito explicativo-predictivo para la disciplina, porque la finalidad a la que
debe servir el conocimiento sociológico es, en última instancia, la explicación de los fenómenos
sociales que se observan y la predicción de aquellos que tendrán lugar en el futuro previsible,
utilizando en ambos casos teorías generales de las cuales pueden derivarse explicaciones y
predicciones específicas.
8. El corpus de la disciplina es la Sociología Sistemática, el conjunto de teorías sustentadas en
pruebas empíricas vigentes; la historia de la disciplina sólo es significativa en la medida en que
ella aporte dichas teorías y contribuya a la acumulación de un conocimiento actualmente
valedero, que recoge la Sociología Sistemática.
9. Se atribuye responsabilidad única en la construcción del conocimiento sociológico a los
especialistas, sociólogos investigadores que en virtud de su entrenamiento académico están en
posesión del instrumental teórico y metodológico característico de la disciplina y poseen una
calificación reconocida para cultivarla.
10. Se utiliza una retórica objetivista para expresar y comunicar el conocimiento sociológico con el
fin de excluir de tal conocimiento las apreciaciones subjetivas. Esa retórica está modelada a
semejanza de la que utilizan las Ciencias Naturales.
La visión que se ha descrito, era plenamente coherente con la idea de ciencia y de investigación
científica practicada en las Ciencias Naturales. El prestigio y respaldo que derivaba de tal fundamento,
explica en gran parte la preeminencia y estabilidad que logró en la práctica de la investigación
sociológica. Además, las diez características anotadas poseen una visible interconexión, formando un
modelo consistente, en que cada rasgo se articula con los demás haciendo difícil cuestionar por sí solo
uno de ellos separadamente.
En esas condiciones, este planteamiento pudo guiar la actividad de investigación en esta disciplina
durante gran parte del siglo veinte, aunque en el transcurso de los años hubo una oposición creciente a su
monopolio.
Las propuestas críticas respecto a este modelo, que por largo tiempo mantuvieron un status marginal
respecto al grueso de la comunidad científica de esta disciplina y del trabajo que ella realizaba, fueron
ganando aceptación en las últimas décadas del siglo. Quizás la razón más importante para ese giro fue la
escasa capacidad demostrada por la actividad investigadora orientada por ese modelo para producir un
conocimiento relevante según su propia lógica que permitiera explicar y predecir fenómenos sociales.
En la actualidad, se ha llegado a articular una visión que incorpora a la idea de Sociología y de su
práctica investigadora las concepciones críticas de los puntos de vista tradicionales; un planteamiento
más pluralista que da por resultado un modo diferente de entender el quehacer de la disciplina.
Ese cambio en la idea de Sociología y de su estilo de trabajo, se manifiesta por ejemplo en las

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contribuciones presentadas al último Congreso Mundial de la disciplina, realizado en Montreal en 1998
(ISA, 1998). Alrededor de tres mil trabajos de investigación allí presentados, que traducen una muestra
representativa de la actividad de la Sociología en los cuatro años anteriores al Congreso en todos los
países, evidencian la transformación a que se está aludiendo.
Desde luego, la actividad investigadora ha dejado de estar asociada unívocamente a una sola tradición
nacional; desde un gran número de países se hacen aportes a la disciplina enriqueciendo el debate con la
presencia de problemas sociales de índole muy variada, que reflejan la diversidad sociocultural de origen
de esos aportes y que ponen a prueba el potencial de la Sociología para abordar esos problemas.
Si se reexamina el mismo conjunto de rasgos que sirvieron para caracterizar la visión denominada
tradicional de la disciplina, puede describirse cómo se ha modificado el enfoque de la Sociología
incorporando nuevos puntos de vista que contribuyen a definir de una manera distinta el estilo de su
quehacer.
Esos puntos de vista no se refieren, naturalmente, a rasgos ya consolidados en la práctica de toda la
comunidad de investigadores, sino a tendencias cuya legitimidad es ampliamente reconocida aunque no
se concuerde con ellas.
1. La Sociología es vista como un campo de encuentro interdisciplinar, que posee una perspectiva
focalizada en ciertos problemas que concentran su interés. No hay pretensiones de delimitar un
dominio privativo y excluyente; lo distintivo de la disciplina está en esa focalización, que varía a
medida que nuevos problemas reclaman la atención del investigador.
2. El interés sustantivo de la Sociología se vuelca hacia el estudio de los procesos de
estructuración de los diferentes ámbitos de la vida social y muy especialmente del papel de los
actores en dichos procesos.
3. La disciplina es concebida como interrelación de componentes de conocimiento básico y
aplicado; tiende a disolverse la distinción entre lo científico y lo tecnológico, reuniendo ambas
facetas de la Sociología en una óptica de intervención en los procesos sociales.
4. La Sociología se orienta al estudio de problemas asumiendo una perspectiva temática, de modo
tal que la naturaleza de los problemas a considerar determina el instrumental teórico y
metodológico adecuado para abordarlos.
5. La disciplina intenta desarrollar esquemas generales, que deben aplicarse de modo contextual e
histórico según la acción de agentes, y que a menudo no admiten una formalización; por ejemplo,
proponiendo marcos de referencia que abarquen condiciones espaciotemporales de amplitud
suficiente para observar las dinámicas de los procesos sociales. La formalización es vista sólo
como una contribución para el ordenamiento de las relaciones de las propiedades estudiadas y de
los datos sobre tales propiedades.
6. Se valorizan en la Sociología las investigaciones constituidas por una reflexión rigurosa, que
construye un discurso especulativo fundamentado primordialmente en la argumentación centrada
en el razonamiento crítico y no en datos empíricos específicos.
7. La disciplina define para sí misma una finalidad normativo-prescriptiva, en la cual el
conocimiento sociológico tiene el propósito explícito de iluminar nuestra comprensión de los

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procesos sociales y de proporcionar criterios e instrumentos de ingeniería social para influir en su
curso.
8. Pierde sentido la distinción radical que antes se hiciera entre Sociología Sistemática e Historia de
la Sociología. Dicha historia expresa la práctica concreta de la disciplina, en la cual se
manifiestan los acuerdos y desacuerdos no sólo sobre las cuestiones empíricas sino también sobre
los supuestos no empíricos que fundamentan la actividad de investigación social. La disciplina no
es, por consiguiente, la mera relación del conocimiento sistematizado según el consenso actual
entre los sociólogos, sino también ese conjunto de debates que están contenidos en la práctica
concreta de la comunidad de sociólogos de todos los tiempos.
9. La construcción del conocimiento sociológico deja de ser patrimonio exclusivo de los
investigadores-especialistas, para ser una empresa colaborativa en la cual los propios actores de
los procesos que están siendo estudiados contribuyen activamente a la indagación, a sus objetivos
y estrategias, según el estilo de investigación-participativa.
10. Los cultivadores de la disciplina comienzan a reconocer que una retórica subjetivista, análoga a
la empleada en la literatura, puede en ocasiones ser más adecuada para expresar la particular
sensibilidad de la Sociología ante los problemas sociales, que el lenguaje objetivista usado según
el ejemplo de las Ciencias Naturales.
La apertura hacia las nuevas tendencias que se han descrito, no es sólo consecuencia de las
insuficiencias constatadas en el enfoque convencional para cumplir las expectativas de transformación
de la sociedad que atraen a la mayoría de los sociólogos a profesar esta disciplina.
También hubo cambios generales en el clima intelectual, que podrían haber favorecido el
replanteamiento de la disciplina. El pensamiento postmoderno levantó dudas acerca de una actividad
científica que puede ser distorsionada por las estructuras de clase, de género, de etnias, y cuyos
fundamentos no están adecuadamente justificados; el llamado del postmodernismo a revalorizar la
autonomía y la espontaneidad incluye la necesidad de repensar la disciplina que tiene por objeto de
estudio la vida social.
Los temas de la investigación sociológica actual reflejan las nuevas tendencias de la disciplina.
En el reciente Congreso Mundial ya mencionado, los trabajos presentados se refieren principalmente a
Globalización, Modernización y Postmodernización; Mujer y Feminismo; Ambiente y Desarrollo
Sustentable; Identidad Social; Ciudadanía y Participación Ciudadana; Redes Sociales; Movimientos
Sociales; Niñez, Juventud, Vejez; Inmigrantes. En el contexto de estos temas, nuevos conceptos cobran
importancia; se habla así de exclusión, estructuración, reflexividad, individuación, alteridad, riesgo, de-
diferenciación, acoplamiento estructural, comunidad virtual. Entra en escena y se consolida una nueva
especialidad, la Sociología Crítica, pero va más allá de ésta con un proyecto de intervención que intenta
avanzar a la proposición de acciones terapéuticas sin quedarse sólo en el diagnóstico.
No es posible predecir el curso futuro de estas tendencias, que parecen destinadas a aumentar su
influencia en el corto plazo debilitando la visión convencional otrora dominante.

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Desde la Filosofía de las Ciencias Naturales, se anuncian intentos por restaurar la confianza en las
posturas científicas tradicionales que han sido blanco de los ataques del anticientificismo postmoderno.
En los años finales del siglo veinte, Alan Sokal (Sokal y Bricmont, 1998) se refería al sinsentido de
moda, y Noretta Koertge (1998) aludía a un edificio construido sobre arena, para describir lo que
designan como "mitos postmodernos acerca de la ciencia". Otros autores buscan diseñar una nueva
propuesta, como Larry Laudan, para quien positivismo y relativismo tienen fundamentos similares que
es necesario superar (Laudan, 1996).
Como la influencia de los temas epistemológicos que se discuten en las Ciencias Naturales llega
siempre, más tarde o más temprano, hasta las Ciencias Sociales, podría suponerse que esas
contribuciones van a dar nueva vigencia a un debate que ya muchos creen superado, entre partidarios y
críticos de la visión tradicional de la Sociología.
Entretanto, la Sociología inicia el siglo veinte como una disciplina cruzada por importantes polémicas,
que no interrumpen su quehacer sino que más bien lo estimulan. Aparece como una disciplina menos
excluyente, más abierta a puntos de vista distintos.
El abandono de las posiciones dogmáticas y monolíticas que inspiraron su actividad investigadora
durante gran parte del siglo que recién termina, podría ser visto como fuente de confusiones y de una
crisis de identidad. Sin embargo, podría ser también entendido como la entrada en el camino más
productivo para la constitución de una identidad propia, en vez de una suerte de falsa conciencia que se
apoyó en el pasado muy fuertemente en la subordinación a los criterios que instauraron originalmente las
Ciencias Naturales.
BIBLIOGRAFÍA
International Sociological Association: XIV World Congress of Sociology, ISA, Montreal, 1998
Koertge, Noretta : A House built on Sand. Exposing Postmodernist Myths about Science, Oxford
University Press, New York.1998
Kuhn, Thomas : La Estructura de las Revoluciones Científicas, Fondo de Cultura Económica, México
(segunda edición). 1982
Lakatos, Imre : La Metodología de los Programas de Investigación Científica, Alianza Editorial,
Madrid. 1983
Laudan, Larry : Beyond Positivism and Relativism, Westview-Harper, Boulder, Colorado. 1996
Merton, Robert : Sociology Today, Free Press, Glencoe, Illinois. 1957

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Sokal, Alan y Jean Fashionable Nonsense. Postmodern Intellectuals´ Abuse of
Bricmont Science, St. Martin Press, New York. 1998
Fernando Durán Pacheco
Licenciado en Sociología, Universidad de Chile. M.A. Sociología, University Wisconsin. Profesor
Titular Departamento de Sociología, Universidad de Chile. Especialización: Epistemología y
Metodología de las Ciencias Sociales
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Mauricio Folchi Donoso
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Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
Departamento de Educación
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
La Incorporación de la Historia Local a la
Enseñanza Formal de la Historia: Desafíos y
Oportunidades
El presente artículo reflexiona en torno a la incorporación de la perspectiva de la
"historia local" en la enseñanza formal de la Historia. Con ese propósito, se
exploran los antecedentes de esta corriente disciplinaria, reseñando su desarrollo e
identificando sus peculiaridades teóricas y metodológicas. Finalmente, se propone
una identificación de los desafíos que representa su incorporación al curriculum
escolar y los alcances que su adopción puede llegar a tener en la búsqueda de una
renovación en la enseñanza de la Historia.
I. Introducción
La Historia en la que la mayoría de nosotros fuimos formados y que todavía tiene una presencia
dominante en las aulas del país, es creación de una corriente disciplinaria específica: la denominada
historiografía tradicional. Una concepción que se caracteriza por su inspiración positivista y su estilo
enciclopédico, por valorar la erudición y por restringir su expresión al plano narrativo-descriptivo.
Profundizar en la crítica que respecto de esta corriente se ha hecho, obligaría a efectuar disgresión
demasiado larga. Lo importante aquí, es reconocer el semblante que adopta una enseñanza de la Historia
inspirada en aquella concepción disciplinaria y los resultados pedagógicos que se obtienen a partir de esa
opción. En este campo, el conjunto de argumentos que se podría presentar, es también demasiado
extenso. Tal vez sea suficiente hacer un pequeño ejercicio; recordar la frase que a todo profesor de
historia, alguna vez le han planteado sus alumnos: Profe. ¿y para qué nos sirve aprender esto?.
Esta frase, ingenua, pero categórica, es la respuesta a la enseñanza de una Historia que a la mayoría de
los estudiantes les resulta ajena y por lo tanto, inútil. El conocimiento histórico que se enseña en la
escuela, se ocupa de asuntos que corren temporal y espacialmente alejados de los intereses cotidianos,
reales y concretos de los estudiantes. Así, esta historia se constituye en un saber respecto del cual resulta
muy difícil establecer lazos de identificación, pertinencia o validación con los alumnos, a quienes
solamente les cabe —y se les pide— un aprendizaje repetitivo del conocimiento. Los estudiantes están
obligados a memorizar un repertorio de hechos, principios y datos (cuya retención resulta

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indefectiblemente efímera), en un desmotivante ejercicio de trasvasije compulsivo de información
completamente irrelevante.
Por otra parte, este conocimiento histórico no constituye para ellos un elemento sobre el cual apoyarse
para resolver su itinerario vital, ni una herramienta que les ayude a comprender el mundo que les tocó
vivir. Y lo que es peor, su estudio tampoco contribuye al desarrollo, por lo menos indirecto, de algunas
capacidades que les permitan alcanzar esos fines. ¿Qué sentido pueden encontrar los jóvenes de nuestro
país a la enseñanza de una Historia con esas características?. Sólo una nueva enseñanza de la Historia
—o lo que es lo mismo— la enseñanza de una Nueva Historia, pueden revertir esta situación.
Una de las alternativas que existe en este camino es la llamada Historia Local. Una corriente que desde
hace varios años pasea próxima a los círculos académicos, pero que todavía despierta —sobre todo, por
desconocimiento— alguna incredulidad o desconfianza entre los investigadores, estudiantes y docentes
más conservadores. No es extraño que ocurra tal fenómeno, la historia local es un poco hereje, es una
historia que prescinde de los hechos notables de la Historia Patria, no hace referencia al Panteón
Nacional, y no hace desfilar a ninguno de esos personajes notables con cuyos retratos se ilustran los
libros de Historia. Es además, la antítesis de la Historia Universal, es una historia que se instala al
interior de las fronteras del espacio recorrible de las personas y que interactúa con la memoria colectiva
de la comunidad y de los sujetos comunes y corrientes que la componen.
La aceptación oficial de esta propuesta y de los retos que representa su adopción, han sido expedidos
recientemente por el propio Ministerio de Educación, el que, en el marco de la Reforma, ha propuesto
como tarea fundamental para el sector, que "los estudiantes perciban que la Historia y las Ciencias
Sociales no constituyen un saber lejano y desvinculado de su mundo" (MINEDUC, pág. 97), sino un
conocimiento "que les puede ayudar a comprender mejor sus vidas" (MINEDUC, pág. 97). En
concordancia con esto, se ha propuesto "introducir, en el curriculum escolar el estudio y comprensión de
las principales características del mundo que circunda inmediatamente a los estudiantes" (MINEDUC,
pág. 98), es decir, su barrio, su ciudad o su región, o sea, su espacio local (1).
Con esto se ha abierto la puerta a esta nueva forma de hacer historia, que trabaja a pequeña escala; a
nivel de la base social más que en el de los grandes hechos de realce nacional. Esta nueva forma de
hacer historia no sólo representa una modificación radical de, por lo menos una parte de los contenidos
del sector, sino que además implica la renovación de la didáctica de enseñanza y aprendizaje, y lo que es
más importante, llega a proponer un replanteamiento del sentido y justificación del conocimiento
histórico. En otras palabras, lo que esta apertura plantea es —nada menos— que la redefinición de qué
historia enseñar, cómo hacerlo, y para qué lo haremos.
II. De dónde surge la Historia Local
La presencia en nuestro país de lo que se ha llamado historia local tiene dos referentes muy importantes,
que es necesario reconocer y recoger en el análisis y discusión del desafío que representa la
incorporación de esta corriente disciplinaria a curriculum escolar.

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En primer lugar, hay una experiencia acumulada por una corriente historiográfica alternativa a la
historiografía tradicional, denominada historia social popular (2), cuyo desarrollo bajo el régimen
militar, en sociedad con el trabajo de intervención social o educación popular que efectuaron algunas
instituciones, durante la segunda mitad de los años ochenta, desembocó en experiencias de rescate de
historias locales en los sectores populares (3).
En segundo lugar, ese trabajo, desarrollado al calor del movimiento social contra el gobierno militar,
rico en práctica y escaso en formulaciones abstractas —lo cual es absolutamente coherente con sus
postulados— se ve asociado más tarde a una propuesta más teórica, formulada principalmente por el
historiador Gabriel Salazar, quien postula que son los propios procesos de cambio histórico que vivimos
(sobre todo, la irrupción del fenómeno denominado lo local), los que plantean a la Educación en general,
y muy especialmente a las Ciencias Sociales y la Historia, el desafío de asumir responsabilidades
formativas, e involucrarse en dichos procesos, tarea en la cual, la historia local, es la herramienta
fundamental.
Primer referente: El desarrollo chileno de la historia local
Como se indicó, la fuente de la cual proviene la historia local debe buscarse en el trabajo que desde
mediados de los ochenta hicieron algunas ONGs que trabajaban en sectores populares, bajo el régimen
dictatorial. Especial resonancia en este trabajo tuvieron instituciones como ECO (Educación y
Comunicaciones), el TAC (Taller de Acción Cultural), JUNDEP (Juventudes para el Desarrollo y la
Producción), entre otras.
En el caso de Educación y Comunicaciones, su trabajo estuvo orientado originalmente a la educación
popular (4). Uno de los objetivos principales con los que operaba era el de restaurar las identidades de
los sujetos populares, cuyos referentes de constitución (los partidos, la fábrica, el sindicato, etc.) habían
sido demolidos después del golpe militar, y con ello, se había producido el desvanecimiento de sus
identidades como sujetos. Para ello, se desplegó un programa de trabajo que consistía en generar una
dinámica para que estas personas compartieran sus recuerdos en torno a la historia del movimiento
obrero, que creían ellos era el referente identitario para estos sujetos populares. Al poco andar, se dieron
cuenta que ello era un error, que los sujetos populares eran muy diversos y también muy dinámicos.
Entonces concluyeron que reunir a estas personas para hablar del movimiento obrero no tenía mucho
sentido, que era mejor juntarlos a conversar simplemente acerca de sus vidas, las de los hombres, de las
mujeres, de los jóvenes, de los niños, de todos los que compartían un pasado, que más que articularse en
torno a una posición de clase (la condición proletaria) convergía en la cotidianeidad de un territorio; de
su barrio, o de su población. Con este descubrimiento, dichos diálogos se convirtieron espontáneamente
en la reconstrucción de historias locales.
La dinámica que se generó entonces y que después se propagó, consistía en que algún miembro de la
propia comunidad, o alguien externo a ella que los asistiera, asumía la tarea de reunir a las personas para
sentarlos a compartir recuerdos, o bien, que éste compilador visitara a todas aquellas personas de la
localidad que estuvieran dispuestas a narrar sus historias de vida, para registrarlas y después de

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sumarlas, dar forma a estas historias locales, que en consecuencia, fueron mayoritariamente historias de
poblaciones, de campamentos o barrios que habían surgido con un marcado protagonismo de los
pobladores (5).
La experiencia de hacer historias locales no quedó encerrada en el marco institucional de las ONGs que
mayor impulso dieron a esta iniciativa. Por el contrario, desde sus comienzos a la fecha, se diseminó por
los más diversos senderos, a lo ancho de la base social, no sólo de Santiago sino de diversos puntos del
país donde este trabajo se reprodujo al amparo de diversas organizaciones (6). También se expandió
hacia campos más formales del conocimiento, llegando a penetrar incluso en la Academia. Muchos
historiadores, trabajadores sociales, sociólogos y antropólogos jóvenes, han participado en trabajos de
este tipo, e incluso han desarrollado sus tesis en esta temática (7).
Como quiera que haya sucedido, al cabo de un poco más de diez años, la historia local goza de suficiente
reconocimiento y legitimación en una parte importante del mundo vinculado a la enseñanza de la
Historia —si incluso se deslizó hasta el Ministerio— como para esperar que esta corriente se siga
multiplicando por los más variados mecanismos y enriqueciendo al ser integrada a las aulas del país.
¿Cuál es la particularidad de estas historias locales?
En primer lugar, hay que decir que estas experiencias tienen una orientación crítica y reivindicadora
respecto de la historia tradicional y oficializada. Por lo general, entre las personas que han asumido la
tarea de rescatar su propia historia, existe un discurso en contra de la historia que se enseña en la escuela
y a través de los medios de comunicación, que los borra de la Historia; los deja fuera. Para ellos, no
encontrarse como sujetos en la historia oficial equivale a escuchar algo así como ustedes no existen, lo
cual constituye un acto de segregación y marginación que a su juicio debe ser reivindicado. Y la única
reivindicación posible es escribir la historia propia, aquella donde la población o el barrio es el escenario
y su generación, o la de sus padres, es la protagonista. Las historias locales, en este sentido, se
convierten en un mecanismo para democratizar, la Historia, es decir, dejar que entren en ella —en
calidad de protagonistas— todos los sectores sociales y no sólo las élites (los gobiernos, los sectores
sociales altos, las dirigencias políticas, los militares, etc.), con todo lo que ello implica, entre otras cosas,
devolverle el principal patrimonio social y cultural a la gente que menos tiene, esto es, su memoria y su
identidad. Según afirma una de las coordinadoras que impulsó una de estas experiencias:
«Esperamos que estas historias contribuyan a recuperar un espacio para la discusión y reflexión, un
espacio válido donde reencontrar la memoria colectiva. La historia la hacemos todos y tiene un valor
inmenso si los protagonistas son capaces de dar cuenta de ella. Conocer y hacer historia no es privilegio
de una minoría elitizada, es un derecho de todos» (Suckel, 1991: 12)
Así, estas historias locales asumen —deliberadamente o no— una especie de función militante (8):
buscan conseguir, gracias a este ejercicio de recuperación de la memoria colectiva, que los sujetos que
protagonizaron estas historias, o sus descendientes, se sientan involucrados en ella, ya sea a través del
ejercicio directo de la oralidad durante el proceso de indagación, o bien, gracias a la difusión de estas

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historias, para que finalmente se reconozcan como depositarios de un patrimonio histórico (esto es, de
una experiencia política, social o cultural de la cual deviene una identidad histórica) que es necesario
proyectar, ya sea individual o colectivamente. Estas historias locales se plantean como una forma contra-
historia frente a la historia oficial, que, para efectos de contrapesar los resultados que obtiene aquella, se
sitúa al lado de los sujetos populares, al lado de los marginados. Según uno de los propios compiladores
o rescatadores, que escribió la historia del Campamento Unidad Popular (de La Florida):
«Este material no tiene ningún interés político, sino más bien histórico [...] esta población contiene
muchas riquezas organizacionales. Es por esto que tengo la gran inquietud de dárselas a conocer, ya que
hay mucha gente que no tiene idea de las raíces de este territorio poblacional. Pienso que es un historial
interesante, sobre todo para la juventud, la que es y será la base para la futura organización» (Suckel,
1991: 40)
Coincidentemente con esta opción, el Taller de Acción Cultural (TAC), una ONG que ha trabajado
desde 1978 más próxima al mundo campesino y que después se ha acercado al mundo poblacional
urbano, ha editado una colección titulada: Rescate de la Memoria Histórica, en cuya declaración de
principios plantea:
«Reconociendo el rol protagónico que le cabe al movimiento popular, optamos por trabajar con
organizaciones sociales[…] Buscamos conocer más profundamente la historia del pueblo, sus
tradiciones y las formas de vida que él se va construyendo. Buscamos descubrir las señales de identidad
que surgen del proceso vivido por el Movimiento Social, para transformarlas en una referencia
significativa, que lo oriente y lo motive a asumir su rol protagónico. Trabajamos en comunidades
campesinas, rescatando su memoria histórica[…] buscando que ellas se reeencuentren con su pasado y
descubran en él una fuente de aprendizaje útil que les ayude a construir su futuro.» (9)
En el plano metodológico cabe señalar que estas historias, han sido escritas por sujetos comunes y
corrientes, por historiadores no profesionales, y en consecuencia, están consciente y voluntariamente
desprovistas de los cuidados y rigores del trabajo de reconstrucción histórica de la academia. El dogma
de establecer los hechos, tal cual como ocurrieron resulta para ellas un aspecto secundario. Estas
historias (y sus autores) no pretenden conseguir el reconocimiento de los círculos de intelectuales sujetos
a los cánones convencionales. Estas historias son de consumo interno; son para ellos mismos, es decir,
para la comunidad directamente involucrada en cada historia. En concordancia con ello, estos relatos
casi siempre están escritos de acuerdo a estructuras y estilos muy personales, pero absolutamente
comprensibles para quienes ven en ellos —como en ningún otro libro de Historia— la posibilidad de
reconocerse, de encontrase con su gente, con su espacio, y de sentir que son parte de la Historia. Para
una de las instituciones que abrieron el camino para que se desarrollaran estas experiencias, estos
trabajos:
«constituyen relatos, en donde adquieren gran fuerza e intensidad los aspectos relativos a la subjetividad
de sus protagonistas; en medio de ella, la frontera entre la descripción y el significado de un suceso
tiende a diluirse. Y en la misma medida en que ello ocurre, la atención sobre el suceso es reemplazada

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por una preocupación centrada en la experiencia y los procesos» (ECO, 1994: 16)
Una opinión coincidente manifiestan las recopiladoras de la historia de la población La Alborada. Ellas
plantean claramente este divorcio epistemológico de la historia local con la historiografía académica, la
que, llena de ademanes científicos ha presumido ser objetiva, ciñéndose a los hechos para atenuar la
subjetividad.
«La reelaboración de la historia local [...] no sólo supone [una] suma de hechos ocurridos, sino un
ejercicio de reflexión desde el presente, con los valores y experiencias acumulados. Percibiendo lo
vivido tal como se recuerda, quizás no como realmente fue» ( Díaz y Galván, 1991: 29)
Estas historias locales (populares) se enorgullecen de rescatar justamente la subjetividad de la historia y
no de buscar la ansiada objetividad científica. Y en ello radica su principal particularidad y su principal
valor. La historia local, casi en su totalidad elaborada a partir de testimonios orales, nos dice menos
sobre los acontecimientos que sobre su significado, es decir, sobre lo que el devenir representa hoy para
quienes vivieron esa historia. Esta característica procede justamente del método con que se construyen
estas historias: las entrevistas. El ejercicio de la evocación desde el momento presente constituye
necesariamente una reformulación de la memoria, que no es un depósito cristalizado de datos (como lo
es el Archivo para el historiador profesional), sino un proceso de constante re-significación.
Finamente, es necesario señalar que estas historias locales deben considerarse historias abiertas. En
primer lugar, porque no se arrogan la monopolización de la verdad. Ninguno de estos trabajos se plantea
como la voz autorizada y concluyente sobre un devenir que por sobre todo está plasmado en el recuerdo
de unos y otros más que en cualquier texto definitivo. Estas historias locales son sobre todo memoria y
oralidad, y como tal, son un producto vivo, mutable, porque están sometidas a los constantes procesos
de significación y resignificación entre el devenir contemporáneo y el recuerdo del devenir pasado de los
sujetos. En el prólogo de la Historia de Huechuraba, compilada por Mario Garcés, puede leerse:
«se harán visibles vacíos e imprecisiones. Muchos lectores sentirán la necesidad de enriquecer, criticar y
ampliar el relato. Este es un resultado deseado para quienes trabajamos en esta historia» (Garcés, 1997:
8)
Pero estas historias locales son una historia abierta también en el sentido que aspiran a reinsertarse en el
proceso histórico contemporáneo que se está viviendo en cada localidad. No son historias para el mero
cultivo de la melancolía y la nostalgia, sino insumos y herramientas para la producción de historia, es
decir, para la acción histórica. Todos estos trabajos declaran su intención de ser útiles, de que los
protagonistas de estas historias encuentren en ellos las respuestas, fuerzas y orientaciones para el
presente y para el futuro.
Segundo referente: La historia (local) después del fin de la historia (universal) (10)
Un importante respaldo para la historia local ha sido desarrollado, desde por lo menos 1994 a la fecha,

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por el historiador Gabriel Salazar, quien ha seguido muy de cerca el desarrollo de estas iniciativas, y lo
que es más importante, ha logrado adosar una fundamentación (y justificación) teórica al ejercicio
práctico y muchas veces espontáneo de las historias locales. La propuesta salazariana se apoya en aquél
discurso que sostiene la existencia en la actualidad de un horizonte post, es decir, el advenimiento de un
cambio histórico, o un giro profundo en la marcha de la historia mundial. Adelantando las conclusiones,
se plantea que la historia local, como experiencia formativa, es la mejor respuesta que la ciencia
histórica puede dar a la invitación que el propio curso de la Historia hace.
Ya transcurridos algunos años después del anuncio del fin de la Historia o su estabilización en el orden
neo-liberal, comienzan a evidenciarse, en diversas sociedades, algunas tendencias coincidentes de fisura
de dicho orden. Algunos problemas como la drogadicción, la pobreza, la violencia, el deterioro
ambiental, entre otros, ponen de manifiesto que el orden establecido es finalmente incapaz de resolverlo
todo. Ello ha permitido sostener que entramos en una nueva etapa histórica, que deja atrás el consenso
neo-liberal, y que se ha denominado fase trans-liberal. Esto, en buenas cuentas, quiere decir que la
historia continúa; que no llegó el anunciado fin de la historia. Es decir, seguirán gestándose procesos de
transformación social —y de todo tipo— que conducirían a un nuevo orden histórico, diferente del
actual, que ya se había dado por consolidado e interminable. (Salazar, 1999a: 26)
Uno de los cambios más significativos de esta transición histórica por la que atraviesa la humanidad, que
da señales de dónde hay que situar la atención, es la instalación de una nueva y creciente tensión entre
Mundo Global y Comunidad Local, o en otra expresión, la uniformidad contra la especificidad.
Claramente en nuestro país, después de reiterados intentos de integración, expresados en políticas hacia
los sectores más marginados (casi siempre, con resultados poco exitosos), se ha hecho evidente que lo
local es una incógnita teórica y política —dice Salazar—, un fenómeno que sólo obedece a su inercia,
que se manifiesta a veces como apatía política, otras en forma de barras bravas o tribus culturales
irreductibles, o en la conservación de relaciones pre-modernas como el trabajo comunitario o la
asociatividad informal. La naturaleza social, cultural e histórica de lo local, lo hacen inasible porque es:
«un plasma cultural vivo, enraizado como hiedra en el pasado y circulante como polen en el presente,
fertilizado en un lugar a otro por densas redes de transmisión oral directa. Como indicando que, en el
hemisferio inferior y microscópico de la sociedad civil, la vida social es más activa que la ley, y menos
mecánica que el poder central» (Salazar, 1996: 16)
Lo que está latente frente a esta situación de crisis o fisura del orden imperante, no es lo que pueda
ocurrir estructuralmente con el modelo socio-económico neo-liberal, sino lo que la ciudadanía decida
hacer al respecto. Según Salazar,
«todo indica que llegó la hora para que, tras fracasar el estatismo[...] y a medida que fracasa el libre-
mercadismo[...], la sociedad civil se haga cargo de los comandos históricos» (Ib idem).
De acuerdo a este enfoque, los cambios que vendrán requerirán la participación de una verdadera
sociedad civil, integrada por ciudadanos reales, no por meros individuos-masa, que sólo podrán salir de

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la forja de las comunidades locales, con identidad y memoria de sí mismas. Lo que se plantea, es que se
abre la posibilidad, en este especial momento histórico, para que los sujetos sociales asuman su
historicidad; es decir, que asuman su condición de actores históricos. Ya que la marcha histórica hoy
hace una inflexión, los sujetos sociales, o la sociedad civil, si se quiere, en su acción cotidiana generarán
los cambios históricos que pueden venir.
Frente a esta coyuntura histórica —siguiendo con el análisis que hace Salazar— la Educación puede
asumir la posición de furgón de cola o, por el contrario, ubicarse en puestos de vanguardia. Este dilema
recae, especialmente, sobre la Historia y demás Ciencias Sociales. Estas disciplinas tienen la
oportunidad de abandonar los grandes relatos científicos que acompañaron el período histórico que hoy
hace crisis y sumergirse en los procesos de base (Salazar, 1997: 17). Ello implica un gran salto para la
Historia, cuya identidad disciplinaria ha estado profundamente marcada por los supuestos positivistas
del siglo XIX (de la historiografía tradicional), que la han mantenido alejada de las otras ciencias
sociales y —lo que es más grave— de los problemas reales de la historicidad viva que se hace y rehace
cada día.
«Lo que se requiere es salir de los encasillamientos auto-referentes en los que se ha estado anquilosando
la Historia, y bajar a trabajar, sin miedo, codo a codo, con otras ciencias, en las tareas urgentes que se
plantean a nivel de la experiencia social de nuestras comunidades y de la auto-educación juvenil y
ciudadana. Producir la realidad que las nuevas generaciones necesitan es, sin duda, la verdadera gran
tarea de todo científico, de toda educación y, en definitiva, la orientación común de todo método
verdaderamente humanizado» (Salazar, 1997: 18)
III. La convergencia entre la historia local y la necesidad de una nueva enseñanza de la historia
Hasta aquí se han revisado las dos vertientes principales que se deben tener en consideración a la hora de
examinar la incorporación de la historia local a la enseñanza formal de la Historia. Se ha tratado de
exponer una síntesis de los métodos y objetivos que caracterizan a esas experiencias y reflexionar acerca
de circunstancias en las que éstas han surgido y de los alcances teóricos (y políticos) que representan.
Ninguna de estas propuestas surgieron desde dentro del sistema escolar, es éste, el que recientemente
abre una ventana para su incorporación. La pregunta central que surge en estas circunstancias es cuánto
de lo aquí propuesto debe o puede incorporarse a la enseñanza formal de la Historia. ¿Cuánto de esta
perspectiva puede integrarse al curriculum escolar?
Al comienzo de este trabajo se esbozó una crítica hacia la enseñanza tradicional de la historia,
planteándose que la llamada historia local podía ser una alternativa. Aceptarla como tal —se decía al
finalizar ese apartado— obligaba a plantearse tres preguntas verdaderamente refundacionales: qué
historia enseñar, cómo enseñar historia, y para qué lo haremos. La historia local puede recogerse como
respuesta a cualquiera de estas tres preguntas. La historia local puede incorporarse al trabajo pedagógico
en su forma más sencilla, como una estrategia didáctica más, sin trastocar cuestiones fundamentales de
la concepción disciplinaria que cada uno tenga, es decir, puede ser una respuesta novedosa y tal vez más
efectiva al cómo enseñar historia. Pero también podemos ser mucho más "radicales" y asumirla en su

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sentido más profundo o comprometido, haciéndonos cargo de preguntas más ásperas como el qué
historia enseñar y el para qué hacerlo.
Estas alternativas son la que este trabajo se ha propuesto identificar, recogiendo como referentes
obligados las entradas al tema expuestas antes, pero incorporando, como un tercer elemento o referente,
los desafíos que los fundamentos teóricos que inspiran la actual Reforma Educacional plantean a la
educación en su conjunto, y por supuesto, a la enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales.
Un nuevo aprendizaje de la Historia
En un empeño por mejorar la calidad de los procesos de aprendizaje escolar, la Reforma impulsada por
el Ministerio corrige la concepción del proceso educativo. Alineándose con la perspectiva
cognoscitivista de las teorías del aprendizaje, recoge los postulados del constructivismo, que propone,
como punto central, la búsqueda de un aprendizaje significativo. Sólo estos dos conceptos: aprendizaje
significativo y constructivismo, se dejan caer como misiles sobre la tradicional concepción y práctica de
la enseñanza de la Historia que se analizaba al comienzo, claramente inclinada hacia el aprendizaje
memorizante, repetitivo y por lo tanto, efímero.
Haciendo una síntesis rápida, hablar de aprendizaje significativo equivale, ante todo, a poner de relieve
el proceso de construcción de significados como elemento central del proceso de enseñanza/aprendizaje.
Sólo es posible que un alumno realmente comprenda (y no simplemente memorice) un contenido
cualquiera, cuando es capaz de atribuirle por sí mismo un significado, cuestión que sólo se puede
conseguir a través de un proceso personal de construcción de conocimientos. (Coll, 1991: 193). Ese acto
de construcción personal del conocimiento, solamente se produce cuando el conocimiento nuevo se
asocia a algún conocimiento previo, pero no a cualquier conocimiento, sino a aquél que permite que el
sujeto cognocente pueda atribuir un significado a lo que está conociendo, es decir, cuando el
conocimiento nuevo se constituye en un signo de lo que ya se conocía. Lo conocido pasa a ser
representado por el nuevo conocimiento. Esta facultad de representación que tiene el conocimiento
nuevo sólo se consigue si se le asocia al mundo referencial (real) de los sujetos. En otras palabras, un
conocimiento nuevo sólo se puede hacer verdaderamente comprensible si se asienta sobre inquietudes,
preguntas y experiencias previas.
En consideración a esto, plantear un aprendizaje constructivista de la Historia es una invitación para que
el estudiante construya por sí mismo su conocimiento histórico y los significados de éste y se dejen atrás
los procesos de memorización de repertorios de hechos, condenados de antemano al olvido. Siendo
drásticos, se puede sostener que la única historia que vale la pena conocer (y que es posible comprender)
es aquélla que el mismo estudiante es capaz de reconstruir mentalmente, seleccionando personalmente
los datos, hechos y principios y estableciendo relaciones entre ellos. Por el contrario, el conocimiento
histórico entregado como un conjunto de información lista para su memorización y repetición, termina
siendo un conocimiento que no se comprende, no se internaliza y en consecuencia, se olvida
rápidamente.

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Por otra parte, si el conocimiento histórico que se pretende enseñar trata de sucesos que ocurrieron en
otro continente, 2.500 años antes que el alumno naciera, la posibilidad de conseguir un aprendizaje
significativo es prácticamente nula. Esa historia se constituye en una narración autoreferente, donde
antecedentes, causas y consecuencias se explican y conectan sólo entre sí. Prácticamente, no es posible
establecer lazos de significación entre esa narración y el mundo experiencial de los alumnos, quienes se
sienten completamente ajenos a los escenarios, a los personajes y a los conceptos involucrados en esos
relatos.
Lógicamente, un conocimiento histórico significativo (y autoconstruido) debe estar referido, en primer
lugar, a la propia historia del alumno, y no a la de la civilización universal, tan abstracta y lejana; a su
historia como individuo, como miembro de una familia, o parte del barrio o comunidad a la que
pertenece, de su pueblo o ciudad, su región, etc. Los significados de la historia sólo pueden ser
construidos en vinculación a algo que le sirva como referente: el mundo experiencial (real) del alumno.
Y el único mundo experiencial de cada persona es su propio recorrido vital, la historia que cada uno ha
vivido por sí mismo, es decir, la historia de su propia vida. Es en esa historia donde podrá encontrar los
significados del devenir histórico del que forma parte y hallar las respuestas a los problemas (históricos)
con los que convive cada día.
a) Cómo enseñar historia
Recoger la propuesta de la historia local, sólo en su aspecto más sencillo, es decir, en lo que toca a la
didáctica de la enseñanza/aprendizaje, significa introducir modificaciones en dos ámbitos: el orden de
los aprendizajes y los procesos de aprendizaje.
Cambiar el orden de los aprendizajes quiere decir que se debe comenzar —como se sostenía en el
párrafo anterior— por lo que es más cercano al alumno, es decir, su persona, su comunidad, su localidad
y su región. El conocimiento histórico que alude a los procesos y problemas individuales, familiares o
comunitarios es un conocimiento que fácilmente puede cobrar significación para el alumno, puesto que
da cuenta de un mundo conocido, de su propia experiencia vital, de inquietudes y preguntas cotidianas.
Una vez que eso se haya conseguido, que se haya anclado ese primer eslabón del conocimiento histórico
en el alumno, se pueden ir incorporando conocimientos espacialmente más amplios y más abstractos,
estableciendo una cadena de significados que arrancan de ese primer aprendizaje significativo. Sobre
esa historia íntima de cada individuo se pueden ir agregando eslabones sucesivos (la historia regional, la
historia nacional) hasta llegar a la Historia Universal, sobre la cual, finalmente, también se podrá generar
un aprendizaje significativo en la medida en que se apoye en las significaciones construidas
previamente. Este es el propósito que está detrás del actual curriculum de Historia y Ciencias Sociales,
en el que se incorpora "al inicio de la reflexión, la realidad vivida por el estudiante" (MINEDUC, 1998:
98) y se establece, por ejemplo, que el objetivo para primer año medio, sea justamente que los
estudiantes analicen "su realidad regional" y luego la conecten con cuestiones de orden nacional. (Ib
idem)
Por otra parte, modificar los procesos de enseñanza/aprendizaje se refiere a respetar el principio

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constructivista que sostiene que el desarrollo cognitivo es un proceso de autoconstrucción que hay que
favorecer y no un proceso de trasvasije de conocimientos, en el que los docentes (o los libros), los
poseedores del conocimiento, llenan un saco vacío (la mente o memoria del alumno). Un alumno que se
limita a escuchar la clase, o lo que es peor, a transcribir lo que el profesor dicta, es un alumno
intelectualmente pasivo, que no construye conocimiento alguno, por lo tanto, no comprende
verdaderamente el conocimiento que se supone está aprendiendo. El enfoque constructivista de los
procesos de enseñanza/aprendizaje de la historia obliga, en consecuencia, a darle un rol activo al
estudiante (al intelecto del estudiante) (11).
Darle un rol activo al estudiante quiere decir, en primer lugar, que éste sea partícipe y no un mero
espectador del proceso de enseñanza/aprendizaje que se despliega frente a sus ojos, cuestión que se
debería conseguir bajo cualquier modalidad de clase, incluso en una sesión expositiva, la que no puede
renunciar al desafío de despertar el intelecto del alumno, al punto que le surjan preguntas e inquietudes
que le permitan interactuar con los contenidos que aprende. Pero por otra parte, el rol activo del
estudiante se refiere también a que éste desarrolle procesos autónomos de indagación, y de construcción
de conocimiento histórico, es decir, de Historia.
Como una estrategia para iniciar a los alumnos en este proceso de auto-construcción del conocimiento
histórico, en el que deben aprender las pautas fundamentales del oficio del historiador, tanto en lo que
corresponde a la fase de compilación de información como de elaboración de un discurso histórico, la
didáctica del rescate de historias locales de historias de vida resulta un campo de entrenamiento muy
fructífero.
La indagación sobre su propio espacio y devenir histórico (de sí mismos como individuos o del grupo
del cual siente parte: una familia, la comunidad, etc.), el ejercicio de la oralidad y de reconstrucción de
historias, en medio del aprendizaje escolar de la Historia, se convierte en un laboratorio donde los
estudiantes no sólo aprenden una metodología (la construcción de un relato histórico a partir de fuentes),
sino, lo que es más importante, los alumnos se encuentran con su pasado más cercano, más significativo
y de paso se encuentran con la idea de pasado o de Historia. Así, el pasado y la Historia, se vuelven algo
significativo en la medida que son la fuente de explicaciones para el presente.
b) Qué historia enseñar
La historia local representa también una nueva concepción de la historia. Como se expuso antes, la
historia local no es una ejercicio intelectual equivalente al trabajo académico clásico, pero desarrollado
en un espacio geográfico reducido. No, la práctica de la historia local —en un sentido, ya más
profundo— representa un quiebre con algunos principios epistemológicos de larga tradición y arraigo en
la ciencia histórica.
En primer lugar, se debe tener presente que tanto en el plano metodológico (forma de trabajo) como en
el teórico (definición, sentido y justificación del conocimiento histórico), la propuesta de la historia local
se funda y sustenta en el concepto de memoria. Sobre este concepto conviene hacer algunas aclaraciones.

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La memoria se define como la capacidad de conservar información. Sin embargo, ésta no es un depósito
pasivo de datos (los recuerdos), sino un proceso o mecanismo viviente, de continua formación y
reconformación en el que convergen tres fenómenos, en tres momentos sucesivos: la adquisición de
información, su conservación en la mente y su posterior evocación.
La memoria no contiene datos puros sino que una amalgama de éstos (la experiencia real: los visto y lo
vivido) más los significados que el individuo les atribuye, tanto en el momento de la adquisición de la
información, es decir, en el pasado, como en el momento de la evocación, o sea, en el presente. Así,
debe admitirse que la memoria no es un rasgo objetivo de los seres humanos, sino subjetivo. En ella no
se almacenan las experiencias tal cual como fueron sino de acuerdo a lo que representaron o representan
para cada sujeto.
La reconstrucción de las historias de vida y de las historias locales se basa, justamente, en el registro de
la memoria transmitida oralmente, es decir, en el recuerdo, la evocación que se comparte de persona a
persona en las instancias más íntimas y cotidianas y también de una generación a otra.
Se debe subrayar que la evocación es una operación mental en la que el individuo recupera la
información que ha conservado en su mente, y la reconstituye en el tiempo presente. Una vez concluido
este ejercicio de evocación, los recuerdos vuelven a su estado de reposo pero transformados. En cada
acto de evocación el individuo "altera" su memoria, dándole un significado distinto a sus recuerdos; que
ya no vuelven a ser los mismos. En consecuencia, la memoria es mutable, las experiencias
contemporáneas, la misma evolución cultural, ideológica, social, etc. de cada individuo en el presente
hace que éste resignifique tanto sus recuerdos como sus olvidos, lo que quiere decir, que cada individuo
moldea permanentemente su memoria.
Si la memoria es el material de trabajo en este tipo de reconstrucciones históricas, y la oralidad es el
mecanismo para registrar esa memoria, estamos obligados a resignar el principio de la objetividad
científica y reemplazarla por su antítesis: la subjetividad, que es el sello de las narraciones orales.
Cuando los individuos comparten sus recuerdos con otra persona, cuando abren su memoria y sus relatos
se transforman en fuentes orales, éstas, como dice A. Portelli:
«nos dicen no sólo lo que hizo la gente, sino lo que deseaba hacer, lo que creían estar haciendo y lo que
ahora piensan que hicieron» (Portelli, 1991: 42)
El testimonio oral, la base con la que se construye este conocimiento histórico, está cargado de
subjetividad. La historia que se enseñaría entonces, si se recoge en este sentido la historia local, no es la
Historia que narra los acontecimientos del pasado tal cual como acontecieron —como reza el viejo
principio— sino una historia de los significados, antiguos y nuevos, completamente subjetivos, de ese
devenir. Y eso, es otra Historia.
c) Para qué enseñar historia

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La crítica que se hacía en las páginas iniciales sobre la enseñanza tradicional de la historia (también
tradicional) se resumía en la anécdota mil veces reiterada por la que todos los profesores de historia han
pasado alguna vez, de recibir la pregunta de un alumno —siempre con un tono de reproche—Profe. ¿y
para qué nos sirve aprender esto?. En oposición a la perspectiva que plantea que el conocimiento
histórico no tiene ninguna utilidad, que es, poco menos, un mero ejercicio de cultivo enciclopédico del
intelecto, la historia local puede llegar a marcar una diferencia sustantiva en relación a los propósitos de
la enseñanza de la Historia.
En su sentido más radical, la historia local asume una tarea: reinvertirse en la propia Historia.
La memoria se define como la capacidad de conservar información que tienen los individuos respecto de
sus experiencias personales. Pero también es una capacidad que poseen los colectivos sociales respecto
de experiencias colectivas, interpersonales e incluso transgeneracionales. Así, se puede considerar que
existe un puente entre estos dos tipos de memoria, la memoria individual y la memoria colectiva. La
experiencia de rescate de historias locales se sitúa justamente en este puente. La recuperación de la
historia local es, al mismo tiempo, la recuperación de la memoria colectiva.
El conocimiento histórico generado en estas experiencias busca, sobre todo, la potenciación de la
memoria colectiva, esto es, que los individuos recuperen su memoria y en ella se reencuentren con los
demás sujetos que comparten un mismo pasado. Un pasado en el cual se identifiquen como sujetos y a
partir del cual alimenten sus procesos identitarios. De esta forma, la historia local se convierte en
resultado y a la vez en motor de la propia historia. Se asume que el conocimiento histórico es un insumo
para la acción histórica, es más, es una fuente de revitalización o inspiración para los procesos de
cambio histórico.
Desde la perspectiva de la historia local, el conocimiento histórico tiene la opción de fundirse con los
sujetos, productos y productores de historia. La historia, no entendida como un saber enciclopédico
acumulable, sino como un ejercicio vivo de activación de la memoria histórica, puede contribuir a la
consolidación de los procesos e identidades sociales a nivel de base y potenciar el desarrollo de esos
procesos. ¿Para qué sirve la Historia (local), entonces? Para formar sujetos históricos que hagan historia
desde el espacio local.
Epílogo
Como ya se dijo, la propuesta de la historia local puede ser recogida por la enseñanza formal en
cualquiera de sus tres niveles, desde el más sencillo al más radical. Ya el primero (el de la didáctica)
representa un punto de avance valioso respecto de la enseñanza tradicional de la Historia. Iniciar una
apertura en ese plano, sin embargo, abre paso, indefectiblemente, al segundo nivel. La historia
reconstruida a través de la oralidad, arrancando desde el espacio local, tarde o temprano plantea una
tensión entre dos concepciones de la historia: una que sostiene que se trata de un conocimiento
científicamente construido, por lo tanto, objetivo, positivo, verdadero y universal y otra que da cabida a
la subjetividad y a la particularidad. Si planteada la controversia no se echa pie atrás, el camino iniciado

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obliga a retocar la concepción de la Historia con la que se está trabajando. Ésta tendría que dejar de ser
concebida como saber estático, solemne y académico, y acercarse al concepto de memoria que es un
producto vivo, íntimo y masivo, fundado en la subjetividad y en la significación.
Una vez en ese punto, se está a un paso de entrar en lo que aquí se ha descrito como el tercer nivel. Un
aprendizaje de la Historia basado en la significación que pueda tener el devenir colectivo o social para la
formación de sujetos con memoria de sí mismos y de la sociedad de cuyo devenir también son parte, no
es compatible con la inmovilidad que conocemos. En esta perspectiva, el conocimiento histórico se torna
un insumo para la acción histórica a nivel de los sujetos, con conciencia de su devenir, ya sea como
ciudadanos, como campesinos, como pobladores o lo que sea, y potencia su voluntad para producir
deliberadamente acción histórica y cambio histórico en ese torrente del que forman parte.
Los desafíos que se abren para una enseñanza formal de la historia permeada por las propuestas de la
historia local son enormes, no sólo por el esfuerzo que siempre exige hacer un camino nuevo, sino por
los frutos que esta nueva forma de concebir la enseñanza de la historia pueden representar, en primer
lugar para los alumnos y luego, para la sociedad en su conjunto y para la propia Historia.
Notas
1. Estos conceptos se pueden encontrar en el documento Objetivos fundamentales y contenidos mínimos
para la Educación Media, MINEDUC, 1997. En los planes elaborados por el Ministerio, se contempla el
desarrollo de trabajos de indagación "a través de la memoria", o "por medio de la historia de la
comunidad" para primer, segundo y cuarto año medio. El mismo año, el programa MECE editó y
distribuyó el texto Historia local: una invitación desde la didáctica para la enseñanza de una historia
viva, en el que la autora, que demuestra bastante afinidad con los conceptos presentados en este trabajo,
aspira a poner en manos de los profesores una manera diferente de enseñar la Historia, que superaría la
tendencia memorizante y el tratamiento de temas ajenos a los actores sociales. (Oliva, 1997, pág. 9)
2. La Historia social popular, al considerar que la historiografía chilena tradicional ha representado la
visión de las élites respecto del desenvolvimiento histórico del país, centra su mirada en la acción de los
sujetos históricos populares como una forma de compensar el peso de aquél discurso historiográfico.
Algunos de los representantes de esta corriente son: Gabriel Salazar, Julio Pinto, María Angélica Illanes,
Leonardo León, entre muchos otros. Los dos primeros, han publicado recientemente los dos primeros
volúmenes de la Historia Contemporánea de Chile, que justamente recoge esta mirada a la historia desde
los sujetos históricos populares. «Escribimos una historia crítica, no conservadora, que pudiese disputar
la memoria pública al manejo que han tenido los historiadores ologárquicos[…] Se ha escrito mucho
desde el gobierno, los partidos políticos, los mercados, la burguesía, pero no desde el ciudadano y
particularmente desde los pobres» ("Salazar y Pinto. La memoria de los sin historia", La Tercera,
15/3/99, pag. 39)
3. Otra vertiente que se podría considerar como fuente de la historia local es la llamada historia regional
que ha tenido un desarrollo importante en nuestro país. No obstante, este tipo de trabajo tiene un perfil

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más académico y por lo tanto, debe considerarse como una especie de vertiente paralela, a cierta
distancia de la idea de rescate de la historia local, que es la que en este trabajo se recoge como punto de
vinculación con una nueva enseñanza de la Historia.
4. En esta parte se sigue el relato hecho por Mario Garcés, en el panel "Experiencias y propuestas
alternativas para la historia", que formó parte de la Primera conferencia conjunta de la Historia y su
Docencia, Universidad de Chile, 9-11 de noviembre de 1994.
5. La lista de las localidades de las que se hicieron historias locales es extensísima, algunas de ellas son:
la población La Bandera, La Alborada, Neptuno, campamento Bernardo O´Higgins, La Victoria,
Chuchunco, Campamento Unidad Popular, Villa Lenin, Campamento La Esperanza, Población
Malaquías Concha, etc.
6. Una experiencia interesante se desarrolló en Chiloé entre 1985 y 1986. El obispo de Ancud, como
parte de su acción pastoral publicó una serie de Cuadernos para la Historia. En ellos, la comunidad de
Chiloé, con el testimonio de sus ancianos, recuerda y rescata su pasado. Otro ejemplo es el centro Diego
de Medellín, de Santiago, que tuvo un programa de Historia oral y comunidades cristianas. Era un
centro ecuménico de reflexión teológica vinculado a la teología de la liberación. (Subecaseaux, 1991:
189-90).
7. Este fenómeno se vio alimentado por la irrupción de las metodologías cuantitativas de investigación,
especialmente la oralidad.
8. El historiador francés Marc Ferró ha acuñado el concepto función militante para referirse a aquella
forma de historia oficial que a través de la glorificación del pasado pretende enrolar a la sociedad en
determinado proyecto o curso histórico. (Ferro, 1994: 11-13) En este caso, la historia local, construida
de esta manera, se constituye en un discurso histórico anti-hegemónico, o lo que el propio Ferro
denomina como una contra historia que también busca construir (o recuperar, o reforzar) identidad
colectiva para potenciar un proyecto histórico. De ahí que se pueda considerar esta similitud del
concepto de militancia histórica que funciona en la dirección contraria, pero con la misma lógica.
9. Esta declaración de principios se encuentra en la solapa de todos los libros de la colección
mencionada.
10. En esta parte se siguen las proposiciones del Historiador Gabriel Salazar. La bibliografía es bastante
extensa, parte de ella se encuentra registrada en las referencias bibliográficas de este trabajo.
11. Con la mejor intención, algunos docentes han traducido aprendizaje ‘activo’ como: actividad de
aprendizaje observable que implique movimiento físico y han puesto a sus alumnos a trabajar en
actividades que no pocas veces, por muy activas que parezcan (elaboración de mapas, edición de
portadas de diarios, compilación de ilustraciones, etc.) no son más que procesos mecánicos donde el
intelecto del alumno, que es lo importante, permanece prácticamente inactivo en cuanto a la

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construcción de algún conocimiento histórico.
Referencias Bibliográficas
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Urrutia F., Miguel: Familias Populares. Historia Cotidiana e Intervención Social, Fundación Andes-
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Mauricio Folchi Donoso
Licenciado en Historia. Universidad de Chile. Candidato a Magíster en Estudios Latinoamericanos.
Universidad de Chile. Especialista en Enseñanza de la Historia e Historia Ambiental. Departamento de
Ciencias Históricas. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile
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Cecilia Quaas Fermandois
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Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
Departamento de Educación
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Nuevos Enfoques en la Evaluación de los
Aprendizajes
Este artículo estará centrado en la demanda que los nuevos enfoques curriculares
hacen a la evaluación de los aprendizajes. Es así, como en primer lugar, se
abordará la importancia que tiene en las nuevas propuestas curriculares la
orientación constructivista precisando e individualizando las ideas fuerza que rigen
este nuevo paradigma.
A continuación, se presentará la relación entre los métodos tradicionales de
evaluación y las nuevas perspectivas a través de la construcción de un puente que
permita su comparación y contrastación, utilizando como criterios los efectos
deseados de la evaluación, los objetivos, el foco característico, el foco temporal, la
forma de cognición, las relaciones asumidas entre cogniciones, el nivel de análisis,
el énfasis evaluativo, los tipos de instrumentos, la puntuación y los criterios de
adecuación.
Del mismo modo, se hará una somera revisión de los conceptos de validez y
confiabilidad de los instrumentos en el contexto constructivista, para finalmente
proponer instrumentos de evaluación adecuados y pertinentes considerando el rol
directivo del docente en relación al énfasis focal del continium entre proceso de
construcción del conocimiento y la estructura del mismo
En las nuevas tendencias en la evaluación de los aprendizajes se pueden encontrar dos centros de apoyo:
uno, centrado en la revisión crítica de las ciencias de la educación en particular y de las ciencias sociales
en general y el otro, más pragmático y realista, derivado de los nuevos desafíos que introduce el avance
vertiginoso de la ciencia y la masificación de las comunicaciones científicas
En relación al primero, Neimeyer (1996) afirma que la educación y las ciencias humanas en general han
sufrido un período de revisión crítica respecto a sus compromisos con lo que constituye la ciencia,
reconociendo que, tradicionalmente, la visión de la ciencia deriva en gran parte de una visión positivista
del mundo, que ha impuesto restricciones significativas en la dirección de las investigaciones
relacionadas con los profesionales de la educación y su quehacer. La conciencia de dichas restricciones
ha promovido esfuerzos recientes por desarrollar formas de evaluación y propuestas significativas desde
posturas menos objetivistas pero más humanas, que consideran al hombre como agente, a la

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hermenéutica como procedimiento de análisis e interpretación, y a las teorías de acción intencional y
conocimiento narrativo como principios orientadores, configurando una peculiar base de sustentación
constructivista.
A pesar de su diversidad, los miembros de esta familia interdisciplinar de orientaciones constructivistas
comparten una premisa común:
NO TENEMOS ACCESO DIRECTO
A LA REALIDAD EXTERNA, SINGULAR,
ESTABLE Y TOTALMENTE COGNOSCIBLE
por el contrario
TODA NUESTRA COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD
ESTÁ INMERSA EN EL CONTEXTO,
SE FORJA INTERPERSONALMENTE Y
ES NECESARIAMENTE LIMITADA
En relación al segundo centro de apoyo de estas nuevas tendencias en la evaluación de los aprendizajes,
llamada la nueva aproximación al conocimiento, se puede afirmar que al plantear, esta nueva
perspectiva un cambio sustancial en los estilos de resolver pedagógicamente el carácter propio de la
enseñanza, se funda en el reconocimiento de un sistema de convivencia cada vez más regido por la
impronta de la revolución científico tecnológica, fuente de trascendentales y complejos desafíos para la
vida humana personal y grupal, obligando a configurar calidad de enseñanza donde el saber se
contextualiza y se examina en forma de significados sociales, culturales y éticos. Con este nuevo
horizonte, se comparte lo propuesto por Castro (1998), quién plantea que este nuevo enfoque curricular
se sustenta en cuatro ideas fuerza:
q La diferencia entre cognición y conocimiento
q La idea contemporánea de objetividad
q El concepto de alfabetización
q Las articulaciones existentes entre conocimiento, aplicación y cambio social
Al hablar de cognición: acción y efecto de conocer, estamos reconociendo el hecho de que el
conocimiento, trata de una dinámica y no de estatismos que asimilan y no dan pie para pensar que el
conocimiento sea una actividad constructiva y participativa, en la que se crean y se negocian
significados, desde la perspectiva de los saberes admitidos y validados por la comunidad científica. La
cognición, en cambio, no es más que uno de los tantos episodios del proceso de construcción del
conocimiento.
Otro de los efectos positivos que para la formación de profesionales tiene el precisar la diferencia entre
cognición y conocimiento, tiene relación con una adecuada comprensión de la idea de objetividad. En

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este sentido, cabe hacer notar, que el reconocer la relatividad del conocimiento, no implica que su
validez se reduzca únicamente al tiempo histórico en el que ha sido elaborado, por el contrario, su
validez trasciende el marco temporal y conserva su valor descriptivo, explicativo y predictivo dentro de
las mismas condiciones observacionales y técnicas en que ha sido construido.
Por otra parte, cuando se habla de alfabetizar, en este nuevo contexto, se hace referencia a algo mucho
más complejo que fortalecer en los futuros profesionales una cierta capacidad para leer, entender y
expresarse con mediana propiedad. En el mundo actual, un sujeto esta alfabetizado, cuando aparte de
disponer de un poder mínimo para decodificar y codificar las materias, es capaz de apreciar el carácter y
alcances propios del saber; cuando es capaz de razonar de acuerdo con los cánones más elementales del
razonamiento científico; cuando junto con tener manejo de los conceptos fundamentales de una
disciplina, es capaz de apreciar las relaciones que ésta guarda con otras. Si se contrastan las nuevas
exigencias curriculares puestas por el imperativo de la alfabetización, con los objetivos y contenidos que
tradicionalmente han constituido el cuerpo de la enseñanza en la educación superior, bien podemos
apreciar el tipo de desafío que deberán resolver las universidades y los académicos en lo que toca a sus
capacidades para innovar y reconvertir estilos de trabajo profesional.
Por su parte, otro principio importante para configurar la enseñanza, dice relación con la necesidad de
ayudar a reflexionar sobre la articulación que se produce entre conocimiento, aplicación y cambio social.
Se trata que los alumnos y maestros aprecien que el desarrollo del conocimiento y las innovaciones
provocan efectos directos e indirectos que trascienden el aula y se relacionan con la organización, la
estructura del trabajo, el desempeño en actividades productivas y pautas de convivencia, cuya difusión y
aplicación permiten que emerjan nuevas necesidades y problemas que, al no ser satisfechos, se
convierten en nuevos desafíos para la construcción y reconstrucción del conocimiento.
Es así como, los enfoques constructivistas, se orientan fundamentalmente hacia diferentes estrategias de
evaluación, privilegiando el significado personal, el papel activo del sujeto como cocreador de
significado, la naturaleza autoorganizada y de evolución progresiva de las estructuras del conocimiento.
Al respecto, cabe recordar que las tradiciones constructivistas enfatizan los procesos de conocimiento y
se orientan hacia la evaluación de la viabilidad, es decir, más bien de la utilidad como opuesto a la
validez de la verdad absoluta, están orientadas activamente hacia una comprensión significativa del
mundo y están en continuo proceso de desarrollo y cambio.
El constructivismo está basado en la premisa de la formación del significado; ser humano, supone
realizar esfuerzos activos para interpretar la experiencia, buscando propósito y significado a los
acontecimientos que nos rodean, incluido el proceso educativo. Por otra parte, si el constructivismo se
preocupa de entender los procesos de formación de significado, se converge irremediablemente en los
procesos del lenguaje y la narración, ya que en ellos, el lenguaje y la narración, se crean los significados.
La capacidad de abstracción y cognición están en cierta medida condicionadas por las construcciones del
mundo que surgen de las interacciones con él. Al principio, cuando el sujeto se encuentra ante una nueva
experiencia para la cual no tiene ninguna clase o categoría de comprensión disponible, el acontecimiento
permanece sin clasificar y sin asimilar. Por ello, los procesos de formación de significado, en toda su
variedad de formas, constituyen la base del aprendizaje y el verdadero corazón del ser humano.

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Lo anterior, hace cuestionar el aprendizaje como series de aproximación sistemáticas a una realidad
objetiva y, entenderlo como un proceso dinámico con implicancias en las anticipaciones y acciones
futuras. Luego la evaluación en esta nueva perspectiva, debería estar orientada a evaluar los procesos
personales de construcción personal del conocimiento.
Hasta aquí, se han revisado someramente algunos de los principios básicos y ojalá ello sirva para
establecer la plataforma que permita comprender lo que distingue a este nuevo enfoque de la evaluación.
Una forma de avanzar hacia esa meta de manera más o menos pragmática, es construir un puente hacia
las nuevas técnicas de evaluación comparándolas y contrastándolas con los métodos más tradicionales
que apuntan en gran medida al mismo campo de experiencias.
Idealmente, las estrategias de evaluación, conocidas e implementadas hasta hoy día (psicométrica y
edumétrica) están proyectadas para tener un efecto neutral en el sujeto, no reactivo y en el mejor de los
casos retroalimentador, el efecto reactivo estuvo hasta hoy considerado como un efecto secundario que
sólo debía ser controlado a fin de mantener la tradición objetivista a la que se adscriben. En oposición,
desde la perspectiva de la construcción del conocimiento, la evaluación debería ser vista como una
especie de intervención que ayude al sujeto a reconstruir el tema de evaluación. Luego, la evaluación,
sería inherente a un proceso generador de cambio que puede ser utilizado y dirigido a promover la
construcción del conocimiento, meta última del proceso educativo tendiente a la formación profesional
( ver cuadro1).
En relación al objetivo de evaluación, los modelos utilizados actualmente, centran la evaluación en
cogniciones aisladas sin considerar su conexión con el marco de conocimientos general y personal del
sujeto, esta tendencia a evaluar conocimientos como unidades ordenadas que se pueden aislar en forma
artificial, no favorece la construcción del conocimiento que exige una evaluación que considere las
cadenas complejas de significado y la interacción dinámica entre los mismos. Lo esencial en esta nueva
perspectiva es el concepto de holismo, es decir, la creencia y convicción de que cualquier tipo de
conocimiento puede ser entendido mejor en el contexto de un sistema de significados más amplio que lo
apoye y relacione.
La evaluación tradicional, incluida en ella la edumétrica, mide generalmente cantidad de conocimientos
u objetivos logrados, representados como la frecuencia de respuestas correctas en los instrumentos no
estructurados y, en los instrumentos estructurados indagando generalmente por simples estimaciones de
verdadero o falso, o dirigiendo al sujeto a la selección de respuesta entre alternativas que plantean
situaciones concretas seguidas rara vez por constructos hipotéticos.
La evaluación desde la perspectiva constructivista en cambio, tiende a centrarse en las implicancias que
una construcción particular del conocimiento tiene con otros aspectos del proceso de construcción, es
decir, se trata de evaluar una rejilla de implicancias donde el sujeto – alumno considere las
ramificaciones de los conceptos fundamentales y sea capaz de determinar la centralidad en la amplia
cadena de construcciones que le dan sentido al conocimiento.

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En cuanto al foco temporal, los métodos tradicionales se dirigen principalmente a evaluar el presente y
en el mejor de los casos el pasado reciente (evaluación formativa y acumulativa), los métodos
constructivistas enfatizan abiertamente la evaluación del desarrollo, como proyecto de continuidad y
cambio en la aproximación al conocimiento.
Si consideramos el tipo de conocimiento evaluado, los métodos tradicionales, centran la atención en el
pensamiento proposicional, en contraste con los teóricos de los constructos que basan la evaluación en el
principio de las diferencias, luego, el clasificar, agrupar, comparar o sistematizar son elementos claves
en la evaluación constructivista.
Por otra parte, los sistemas tradicionales centran las relaciones cognitivas en modelos asociativos
muchas veces fortuitos carentes de organización jerárquica, lo que impide evaluar los procesos de
ordenamiento nuclear donde algunas construcciones ocupan un rol central y otras un rol periférico en el
sistemas de construcción personal del conocimiento. Lo anterior requiere un sistema de evaluación
menos estructurado y más simbólico que los procedimientos convencionales.
Al centrar la atención en el nivel de análisis, cobran importancia los mapas conceptuales
interdependientes que, privilegiando el descubrimiento de las dimensiones que regulan la interacción y
el nudo del problema, describen la forma de validar la construcción del conocimiento.
El énfasis de la evaluación, también adquiere una característica particular en este nuevo enfoque, cual es
el de obtener de los alumnos un conjunto de constructos personales y únicos con los que estructuran su
propio conocimiento en oposición al énfasis habitual que se centraba en situar a los alumnos en un
conjunto de constructos validados externamente.
Lo anterior, lleva a lo menos a cuestionar la formulación de objetivos y la evaluación por logros, tan
afincada en el quehacer pedagógico, ya que en esa perspectiva, se busca la uniformidad y la exclusión
del pensamiento divergente, es decir, no se acepta la disidencia.
En el enfoque propuesto, no es posible predecir cuales serán los logros a que lleguen los estudiantes, ya
que estos emergerán como consecuencia del proceso, luego vale la pena pensar que lejos de fijar un
techo, en la formulación de objetivos se debe fijar un piso, que sea el inicio de los diversos procesos de
construcción que los lleven a la estructura del conocimiento.
Al respecto, cabe preguntarse:
q ¿Cómo diseñar instrumentos de evaluación que permitan auscultar algo cuya naturaleza no es
posible predecir en su exacta constitución y funcionamiento?
q ¿Cuál es el sentido de la evaluación en este proceso pedagógico?
q ¿Por qué es necesario evaluar?
q ¿Para qué se evalúa?
q ¿Qué es lo que se evalúa?

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Lamentablemente, la búsqueda de respuestas a estas interrogantes, lejos de permitir llegar a una
respuesta apropiada, concitan una nueva reflexión, ya que no cabe duda que estas no pueden encontrarse
mágicamente, sino en el marco del análisis de las concepciones epistemológicas, pedagógicas y
didácticas donde la comunidad académica sea considerada como una organización que aprende y se
transforma endógenamente.
A continuación, algunas reflexiones sobre la evaluación:
q muchas veces se hacen pruebas o exámenes sólo porque la tradición educativa institucional ha
incorporado esta actividad y así se lo exige a los profesores de acuerdo con la respectiva
planeación
q muchas veces la intencionalidad de las evaluaciones está dada para obligar a los estudiantes a
aprender o, a estudiar
q los instrumentos de evaluación utilizados, generalmente son elementos separados y muchas veces
extraños a los proceso de enseñanza seguidos en el aula, lo que provoca actitudes de rechazo y
temor en los alumnos
q dentro del transmisionismo repeticionista, la evaluación se practica buscando medir la cantidad
de información archivada en la memoria de los alumnos, los fracasos ocurren cuando el alumno
no estudia, no memoriza, no resuelve ejercicios del texto didáctico seleccionado por el profesor,
o peor aún, cuando no ha sido capaz de coincidir con el profesor en la comprensión del mensaje
transmitido.
La evaluación en este marco, tiene en cambio, la intencionalidad de dar a los estudiantes una
oportunidad para seguir aprendiendo; esto exige que la evaluación se haga parte del ordenamiento que
permite generar una experiencia de aprendizaje tanto para el alumno como para el profesor, a fin de
reconocer las diferencias individuales y de desarrollo de intereses y actitudes en la cual cooperan de
manera compleja, tanto el medio sociocultural, político y económico general y particular del cual
proceden los estudiantes. Luego, la evaluación, debería partir verificando lo que los alumnos ya saben de
la actividad cognoscitiva que ese saber posibilita y seguir el proceso de interacciones críticas con sus
conocimientos, con el material objeto de aprendizaje, preocupándose de la participación activa, la
creatividad, la contrastación experimental y el proceso de negociación conceptual.
La evaluación en este contexto debería estar centrada en verificar los resultados de los procesos de
interacción producidos entre docentes y alumnos y en el análisis de las transformaciones del sentido de
las actividades de construcción colectiva que de ellas hacen los sujetos en el contexto interactivo de la
clase. Lo anterior requiere de una separación analítica de dos momentos del proceso.
En un primer momento, se debería revisar la acción del docente:
q forma en que los docentes presentan las actividades en la sala de clases, asumiendo que la forma
de presentación del conocimiento le da existencia material y le aporta también un contenido

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específico.
q la manera en que están presentados los contenidos en la bibliografía de uso común o
recomendado para los alumnos,
q considerar las modificaciones que hace el maestro al mensaje dado por el texto, al exponer los
contenidos.
En un segundo momento, se debería revisar la participación de los alumnos para distinguir
analíticamente su relación con el contenido en el contexto interactivo, se debe analizar hasta que punto:
q la relación de los alumnos con el conocimiento está condicionada por la forma de presentación de
los contenidos realizada por el docente.
q o si los alumnos son capaces de establecer una relación con el conocimiento que difiere de la que
demanda el maestro.
q o si los alumnos contribuyen a aportar un nuevo significado al conocimiento, alterando incluso la
dinámica de la interacción establecida por el docente en la sala de clases.
CUADRO 1
CUADRO COMPARATIVO APROXIMACIÓN TRADICIONAL Y CONSTRUCTIVISTA EN
LA EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES
CARACTERISTICA
ENFOQUE
PSICOMETRICO
ENFOQUE
EDUMÉTRICO
ENFOQUE
CONSTRUCTIVISTA
Efecto deseado de la
evaluación
neutral – no reactivo retroalimentación
generador de cambio
Objetivos
unidad aislada
unidad aislada
sistema de constructos
Foco característico
acumulación de
conocimientos
logro de objetivos
relaciones implicativas
entre constructos
Foco temporal
Presente
presente
presente, privilegiando lo
evolutivo
Forma de cognición
Propositiva
propositiva
distinciones
fundamentales,
construcción de
constructos
Relación asumida entre
cogniciones
Asociativa
asociativa
jerárquica; énfasis en los
procesos de ordenamiento
nuclear
Nivel de análisis
Individual
individual
individual o sistémico

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Énfasis evaluativo
Específico
específico
comprensivo, general
Tipo de instrumentos
estructurados
estructurados –
idiográficos
idiográficos o interactivos
Puntuación
Cuantitativa
cualitativa y
cuantitativa
cuantitativa y/o cualitativa
Criterios de adecuación
Psicométrico
edumétrico
psicométrico –
hermenéutico
Punto aparte merece la revisión de los conceptos de validez y confiabilidad tan adentrados en la
evaluación tradicional, los cuales necesariamente deben ser revisados en el contexto constructivista. Es
así, en relación a la validez, se puede proponer un sistema de validación de instrumentos referido al
constructo, la instrucción y las consecuencias, de acuerdo a términos acuñados por E. Himmel.
La validez de constructo, debería verificar si se está evaluando lo que realmente se espera que los
alumnos construyan, lo que implica una clara definición de competencias; una declaración explícita de
las normas, que deben ser justas para los alumnos; una clara definición de criterios de evaluación,
cuando una construcción será considerada buena, mala o regular; e instrucciones comprensibles para la
comunicación de los aprendizajes.
La validez instruccional corresponde a la evaluación de la formación proporcionada y estaría orientada a
verificar la planificación del proceso evaluativo, adoptando la perspectiva del alumno y explicitando, en
los objetivos de evaluación, los momentos en los cuales se le permitirá al alumno problematizar.
Finalmente, la validez consecuencial estaría referida a la evaluación de las consecuencias que tiene para
el alumno este proceso de evaluación, meta – evaluación o evaluación de la evaluación, al respecto, cabe
considerar los propósitos de la evaluación, lo que implica planificar su uso, identificar sus consecuencias
e identificar sus evidencias.
Por su parte, la confiabilidad estaría relacionada principalmente con la consistencia, considerando para
su determinación, las limitaciones producto del número e imprecisiones de los criterios de evaluación; la
heterogeneidad de la instrucción y las limitaciones referidas a la cantidad de evaluaciones solicitadas o
propuestas.
Sin perjuicio de lo anteriormente dicho, se propone a continuación una red de posibles instrumentos de
evaluación donde se integran las estrategias del proceso de construcción y de estructura del
conocimiento con el grado de direccionalidad del docente en la evaluación; demás está decir, que en la
medida que nos acerquemos a evaluar la estructura del conocimiento con un bajo grado de
direccionalidad, nos estaríamos acercando a una real evaluación en la perspectiva que nos preocupa.

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Para finalizar esta revisión, cabe destacar la importancia que tienen en el proceso de evaluación los
principios de la enseñanza relacionados con las actividades que se deben programar para el logro de los
aprendizajes. Es así como LaCueva (1995) plantea los siguientes principios:
1. La enseñanza debe partir siempre de actividades reales que logren integrar los procesos y
contenidos subyacentes involucrados
2. Toda enseñanza debe procurar de parte de los alumnos una búsqueda activa y continua de los
significados o sentidos de los aprendizajes involucrados
3. Debe considerarse el error como una posibilidad de autoevaluación o autovaloración de los
progresos en el aprendizaje y de necesaria reflexión para continuar avanzando en su obtención
4. La importancia de los elementos motivacionales y el compromiso afectivo y personal del alumno
y del docente en el aprendizaje de los primeros
5. Necesidad de significatividad y durabilidad del cambio cognitivo que se produce en los
estudiantes.
esto significa promover:
1. que el alumno se involucre en el aprendizaje (por conciencia y por deseo)
2. la importancia de la investigación

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3. la interacción constructiva
a la vez que comprender que:
q El aprendizaje no es una simple asimilación de conocimientos, no es una operación de
almacenaje.
q El aprendizaje supone un juego entre las teorías más o menos explícitas que se poseen y que
tienen que ver con el tema con las nuevas estructuras incorporadas.
q Lo importante es ampliar, modificar, justificar, reafirmar lo conocido con lo nuevo, es decir,
adquirir la capacidad para reorganizar o reconstruir desde sus cimientos los conocimientos
incompletos, errados u obsoletos.
Este proceso de incorporar – reestructurar requiere tiempo y no está exento de retrocesos y baches. Con
frecuencia afecta redes de conocimientos, estrategias y nociones puntuales.
En este proceso destaca lo afectivo como fuente de energía que moviliza el esfuerzo por aprender, los
factores metacognitivos, es decir, la toma de conciencia del propio proceso de aprendizaje, de dirección
y de evaluación del mismo y la situación sociopsicológica o sociopsicopedagógica referida a que el
sujeto no aprende en solitario; ya que generalmente el aprendizaje se estructura en un verdadero
andamiaje, para lograr primero con ayuda lo que posteriormente se logrará solo, pasando entonces de
una experiencia interpsicológica a una experiencia intrapsicológica. Este intercambio no sólo incluye al
otro, sino también incluye a lo que podríamos denominar productos culturales.
Para lograrlo, es necesario estructurar el trabajo en el aula de tal forma de promover el aprendizaje
involucrando a los alumnos en actividades novedosas y estimulantes que les permitan reflexionar y
construir sus conocimientos. Al respecto, LaCueva (1995) propone:
1. experiencias desencadenantes
2. proyectos de investigación
3. actividades cortas y fértiles o significativas
4. fichas autocorrectivas
Las experiencias desencadenantes son aquellas experiencias que propicia el docente y que tienen por
propósito abrir ventanas al conocimiento; poner a los alumnos en contacto con fenómenos, ideas,
prácticas poco conocidas o desconocidas para ellos. Estas experiencias no sólo permiten aprender sino
también despiertan inquietudes en los alumnos que muchas veces serán el inicio de proyectos de
investigación que nacen de la curiosidad ante un evento interesante y de potencialidad educativa (visitas;
conversaciones con expertos y/ o profesionales; puesta en discusión y análisis de temas atingentes y
contingentes relacionados con la temática abordada).
Los proyectos son actividades más extensas cuyo desarrollo puede incluir una parte importante del curso
o incluso el período completo de la signatura, donde el alumno debe planificar ya sea individual o

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grupalmente y dar respuesta a interrogantes sentidas por ellos de manera planificada y combinando la
consulta documental con el trabajo de campo en mayor o menor intensidad. La metodología de
proyectos tiene un gran valor educativo, ya que en ella se pueden dar en forma integrada la observación
de fenómenos naturales y/o sociales, los experimentos, el análisis de documentos, la consulta
bibliográfica y a otras fuentes de información, la construcción de objetos, las propuestas sobre formas de
acción e incluso la propia acción sobre problemas y situaciones reales.
Existen a lo menos tres tipos de proyectos, que podríamos denominar didácticos, es decir, de aprendizaje:
1. proyectos científicos
2. proyectos tecnológicos
3. proyectos de investigación ciudadana
En los primeros, proyectos científicos, el objetivo es lograr la producción de conocimientos, apoyándose
en teorías ya conocidas o en las que están aprendiendo. A manera de ejemplo: experimentar con factores
que afectan a las sombras con una pared; estudiar la vida de un organismo vivo durante un cierto lapso
de tiempo; realizar cultivos durante un cierto período de tiempo, controlando o manipulando algunas
variables; contrastar resultados con hipótesis previas.
En los segundos, proyectos tecnológicos, se persigue elaborar un producto o diseñar un proceso con base
teórica. Podrían servir de ejemplos: construir una maqueta, un robot, diseñar normas, estrategias de
acción y reglamentos.
Finalmente, los proyectos de investigación ciudadana, se abocan a clarificar problemas sociales, su
aporte no está orientado al conocimiento ni a la construcción o elaboración, sino a proponer soluciones o
mejorías frente a problemas que afectan a la sociedad. Por ejemplo; temas referidos al medio ambiente,
la contaminación, los sectores deprivados, la publicidad televisiva, el uso de la energía, etc.
Las actividades cortas, fértiles y significativas corresponden a trabajos guiados de corta duración, cuyo
objetivo es la realización de experiencias, desarrollar ciertas observaciones, recoger datos concretos,
todo como materia prima para una posterior reflexión. La importancia a este nivel radica en la selección
de actividades, de manera que sean realmente fuente de interrogantes que exijan la toma de decisiones y
la comunicación y no calles ciegas como muchas veces observamos en las guías de laboratorio o las
actividades preparadas por los docentes para finalizar un capítulo o unidad.
Por su parte, los materiales autocorrectivos permiten reforzar ciertos conocimientos y destrezas en las
cuales percibe deficiencias. En estos casos, el material autocorrectivo puede ser de gran utilidad, ya que
permite avanzar en los aprendizajes de acuerdo al tiempo y al ritmo del alumno.
El papel del docente radica en la selección de este material, a nivel de bibliografía especializada y
pertinente debidamente individualizada, guías o apuntes elaborados por el profesor, lecturas
complementarias, material interactivo computacional, también se podría incluir a este nivel las clases de

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ayudantía o asesoría que el docente y el ayudante realizan en su horario de atención de alumnos.
Para hacer una buena evaluación de los aprendizajes se deben tener presente ciertos criterios de
evaluación, tales como:
1. El aprendizaje no es un todo o nada, sino se da gradualmente, en consecuencia no cabe diseñar
una actividad de evaluación con el propósito de discernir si el aprendizaje fue o no significativo
2. La evaluación en este contexto no puede reducirse a ser una instancia transeccional en el proceso
3. Considerar el valor instrumental de los aprendizajes en el diseño de la evaluación
Al respecto podríamos decir que lo que hay que preguntar no es la letra pequeña, ni tampoco la
conclusión final y definitiva de un capítulo o tema , sino cuál es el origen y la articulación de los hechos,
fenómenos y conceptos. Lo que se pretende es priorizar la actitud reflexiva del alumno, para ello la
evaluación debería plantear principalmente dilemas y sugerir vías de solución.
Por otra parte, también conviene considerar en este momento la importancia de las actitudes, los valores
y las normas en los proceso de formación profesional, priorizando del alguna forma el cómo sobre el
qué, exigiéndole al alumno plantearse críticamente acerca de su proceso de aprendizaje, cómo estudian
y qué estudian.
Bibliografía
Ahumada, P. "Hacía una evaluación de los aprendizajes en una perspectiva constructivista". REVISTA
ENFOQUES EDUCACIONALES, vol. Nº1; Nº2. Departamento de Educación, Facultad de Ciencias
Sociales. Santiago. Universidad de Chile, 1998
Castro, E. "La reforma de la educación media y un nuevo enfoque de enseñanza de la ciencia".
REVISTA ENFOQUES EDUCACIONALES, vol. Nº1; Nº2. Departamento de Educación, Facultad de
Ciencias Sociales. Santiago. Universidad de Chile., 1998
Gallego, R. y Pérez, R. La Enseñanza de las Ciencias Experimentales. Colombia. Cooperativa Editorial
Magisterio., 1997
LaCueva, A "Actividades para un aula investigativa y de interacción constructivista". REVISTA DE
TECNOLOGÍA EDUCATIVA, vol.XII – Nº3; Santiago de Chile, 1995
Neimeyer, G. Evaluación Constructivista. Paidós, España.., 1996

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Cecilia Quaas Fermandois
Doctor en Ciencias Humanas, Universidad René Descartes, París V, Sorbonne, Francia. Profesor
Titular, Escuela Psicología, Universidad Católica de Valparaíso. Profesor Adjunto, Programa de
Magister en Educación Mención Currículo y Comunidad Educativa, Departamento de Educación,
Universidad de Chile. Especialista en Evaluación y Metodología de la Investigación
Programa de Informática | Volver a Indice | Volver a Facultad

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Martiniano Román Pérez
Eloísa Díez López
Volver a Indice
Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
Departamento de Educación
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
El Currículum como Desarrollo de Procesos
Cognitivos y Afectivos
Los elementos básicos del currículum que siempre han existido son las
capacidades y valores, los contenidos y los métodos / procedimientos. Según se
organicen éstos el modelo de Escuela es diferente. La Escuela Clásica convierte
los contenidos en objetivos y la Escuela Activa los métodos en objetivos. Hablar
de enseñanza centrada en procesos, en este contexto, es imposible. Por el contrario
afirmamos, en el marco de las Reformas Educativas actuales que las capacidades y
valores se desarrollan por medio de contenidos y métodos. Y ello nos lleva a
identificar las actividades como estrategias de aprendizaje, centradas en el sujeto
que aprende y orientadas al desarrollo de procesos cognitivos (capacidades,
destrezas y habilidades) y afectivos (valores y actitudes). Desde este nuevo
paradigma socio – cognitivo hablamos del aprender a aprender para desarrollar el
potencial de aprendizaje cognitivo y afectivo de los aprendices. La enseñanza
centrada en procesos identifica al profesor como mediador del aprendizaje y
mediador de la cultura social.
PRESENTACIÓN
En la actualidad es muy frecuente utilizar, en el marco de la reflexión curricular, expresiones como
éstas: enseñanza centrada en procesos, evaluación procesual, intervención psicopedagógica para el
desarrollo de procesos, currículum centrado en procesos, estrategias de aprendizaje para desarrollar
procesos... Pero muy a menudo este desarrollo de procesos se realiza sólo de manera indirecta o bien
porque los procesos no están bien identificados o porque se parte de tareas orientadas a la solución de
problemas en lugar de tareas orientadas al desarrollo de procesos cognitivos (capacidades, destrezas y
habilidades) y afectivos (valores y actitudes) propios del sujeto que aprende. De otro modo nos
movemos en el terreno de lo equívoco y ambiguo.
Por otro lado en el marco de las Reformas Educativas Iberoamericanas actuales existe un importante
desarrollo del paradigma cognitivo y sus teorías subyacentes, con conceptos tales como objetivos
verticales por capacidades, objetivos transversales por valores, aprendizaje constructivo y significativo,
aprender a aprender, evaluación por procesos,... Pero estas reflexiones cuando llegan a la práctica se
concretan en modelos conductistas, con diseños curriculares centrados en lo observable, medible y
cuantificable, a partir de actividades orientadas al aprendizaje de contenidos como formas de saber o al

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aprendizaje de métodos como formas de hacer. En numerosas Reformas Educativas se parte de la
definición de currículum: qué, cuando y cómo enseñar y qué, cuándo y cómo evaluar (Coll, 1987) que
genera en la práctica modelos curriculares conductistas, al confundir currículum con programación,
olvidar el para qué (objetivos) y reducir éstos a meros contenidos.
En el primer caso los contenidos actúan de hecho como objetivos, en el marco de la Escuela Tradicional
y en el segundo supuesto actúan los métodos como objetivos, en el marco de la Escuela Nueva o Activa.
Desde esta doble perspectiva una enseñanza centrada en procesos se reduce a meras técnicas de estudio
para aprender contenidos (Escuela Clásica) o al aprendizaje de meros procedimientos o formas de hacer
(Escuela Activa). Y en ambos casos se da por supuesto (lo cual es mucho suponer) que de ese modo se
desarrollan procesos cognitivos y afectivos. No obstante hemos de reconocer que se pueden desarrollar,
de manera indirecta, algunos procesos. ¿Y por qué no de una manera directa por medio de contenidos y
métodos?.
Para ello es necesario reconducir, integrar y explicitar algunos conceptos básicos tales como currículum,
aprender a aprender, estrategias cognitivas y metacognitivas, funciones del profesor como mediador del
aprendizaje, inteligencia potencial y real, capacidades - valores potenciales y su actualización y
desarrollo,... en el marco del paradigma socio – cognitivo. Y todo ello desde una reflexión integradora y
armónica (no basta una mera yuxtaposición de conceptos ni un mero eclecticismo conceptual
acumulativo).
1.- EL CURRÍCULUM COMO SELECCIÓN CULTURAL Y SUS ELEMENTOS BÁSICOS
Para hablar de procesos cognitivos y afectivos en el contexto del currículum es necesario partir de una
adecuada definición del mismo, en un sentido amplio y abarcador, que dé respuestas idóneas, en el
marco de paradigma socio – cognitivo (más allá de modelos conductistas y sus pseudoproductos).
Consideramos que en la escuela son importantes el actor y el escenario del aprendizaje. Y desde esta
perspectiva afirmamos que tanto los niños y jóvenes como las organizaciones y los adultos aprenden (y
si no lo hacen envejecen y psicológicamente mueren). Por lo tanto el aprendizaje es individual (actor) y
social (escenario). Un escenario sin actores resulta empobrecido y unos actores sin escenario son
etéreos. Recordemos que la escuela es una importante agencia de socialización y enculturación como
una forma de integración socio – cultural de las nuevas generaciones de niños y jóvenes en el escenario
social.
Los elementos básicos del currículum aparecen recogidos siempre en los Diseños Curriculares oficiales,
entendidos éstos como una selección de la cultura social (a veces impuesta y a veces participada). Y
estos elementos suelen ser estos cuatro: capacidades (herramientas mentales) y valores (tonalidades
afectivas), contenidos (formas de saber) y métodos / procedimientos (formas de hacer). No obstante
hemos de reconocer que la articulación interna de los mismos suele ser diferente. De este modo podemos
afirmar, ya en una primera aproximación, que currículum es una selección cultural que integra las
capacidades y valores, los contenidos y métodos / procedimientos que los adultos queremos que se
aprendan en la escuela. Pero esta definición amplia de currículum puede concretarse (así se ha hecho

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históricamente) en al menos estas tres versiones:
a.- Métodos / actividades para aprender contenidos (formas de saber):
Esto es lo que ocurre en la Escuela Tradicional o Clásica (sigue vigente todavía) que surge en el siglo
VIII con el trivium y el cuadrivium. En este contexto los contenidos actúan de hecho como objetivos,
por más que se formulen por capacidades. El currículum explícito está constituido por contenidos
(formas de saber) y métodos / procedimientos (formas de hacer). El currículum oculto estaría formado
por capacidades y valores. Los profesores, desde esta perspectiva, realizarían actividades de aula para
aprender contenidos (cada vez más) y de paso desarrollarían (con sentido común) capacidades y valores.
El aprender a aprender se reduce a aprender ´trucos o artificios´, para aprender contenidos (técnicas de
estudio). Recordemos que este concepto de aprender a aprender surge en el siglo XVI en el marco de la
Ratio Studiorum jesuítica (1599), como modernización del currículum medieval. En este contexto (ayer
y hoy) los alumnos capaces de aprender (poseen capacidades para aprender) aprenden y al resto se les
jubila anticipadamente por incapaces o simplemente se les recomienda que repitan para que aprendan.
Con la llegada de conductismo y su imperio curricular esta situación se complica mucho más, debido a
que se establece una profunda división entre la cultura institucional (humanista) y el diseño curricular en
las aulas (positivista) donde el desarrollo de valores y capacidades se reduce de hecho a actividades
extracurriculares (no tienen espacio en las planificaciones de aula basadas en los objetivos operativos).
Este planteamiento sigue vigente en las reformas educativas actuales y se pone de manifiesto en los
objetivos transversales (valores) del currículum y en los objetivos por capacidades (muy a menudo son
pura retórica curricular, con muchos contenidos y apenas capacidades), procedimientos para aprender
contenidos (como objetivos), evaluación por objetivos o capacidades (es imposible cuando se realizan
actividades para aprender contenidos),...
Los valores son objetivos transversales y las capacidades objetivos verticales, ¿pero por qué razones?.
En la práctica no hay más que una razón: los valores son transversales ya que no han sabido ponerse en
los Diseños Curriculares oficiales como verticales (son de hecho extracurriculares). Simplificando,
diremos que capacidades y valores son a la vez transversales y verticales, las primeras como objetivos
cognitivos y los segundos como objetivos afectivos. Hablar, desde esta perspectiva de procesos
cognitivos y afectivos, es pura retórica o un mero eufemismo modernizador, donde nuevos conceptos se
meten en un viejo desván curricular con mucho polvo y numerosas goteras, sin poner orden el mismo.
De este modo podemos hablar, no sin exagerar, de ´Arca de Noé curricular´ (con todo tipo de animales
dentro). Los contaminantes y colorantes conductistas siguen presentes en las Reformas Educativas
actuales, como una relectura superficial de la Escuela Tradicional.
b.- Actividades para aprender métodos / procedimientos (formas de hacer):
En el siglo XIX surge una profunda rebelión frente a la Escuela Clásica, debido a que las clases
populares acceden a una educación básica, obligatoria y gratuita que continúa centrada en contenidos,
desde el modelo curricular de los jesuitas, copiado por la Revolución Francesa, válido para los intereses

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de clases altas (para nobles, burgueses, clérigos,... aunque no todos), pero no para el acceso masivo a la
escuela de las clases populares, donde todos tienen el derecho y el deber de escolarizarse.
Esta rebelión facilita el nacimiento de la Escuela Activa que se centra en actividades para aprender
métodos o formas de hacer con algunos contenidos. Se insiste en el aprendizaje funcional y preparatorio
para la vida, en el hacer con las manos (aprender haciendo), más que en el pensar con la cabeza. En 1889
Decroly en Bruselas, Montessori en Roma y Manjón en Granada generan y amplían el modelo de
Escuela Activa donde lo importante es aprender formas de hacer y el aprendizaje se centra en la acción,
sin diferenciar si es acción mental o simple acción mecánica (externa a la mente). El currículum
explícito consiste en actividades para aprender métodos con algunos contenidos, constituyendo el
currículum oculto gran parte de los contenidos, las capacidades y los valores. Posteriormente este
planteamiento recibe diversos desarrollos en el marco del aprender haciendo: la Escuela Democrática y
Funcionalista en Dewey, los Métodos de Proyectos, la Escuela Moderna de Freinet, la Educación
Individualizada y Socializada... la Educación Personalizada de García Hoz y de Faure,... el Proyecto
Hombre de Bruner, el Proyecto Humanidades de Stenhouse,... la investigación – acción,... diversos
constructivismos,... Sus visiones y perspectivas son diferentes, pero el fondo es el mismo: actividades
para aprender métodos / procedimientos con algunos contenidos y de paso desarrollar algunas
capacidades y algunos valores.
El concepto de aprender a aprender se reduce a aprender formas de hacer y de ese modo ya se
aprenderán los contenidos (sin decir cuándo ni cómo). El trabajo de grupos prevalece sobre el trabajo
individual y el hacer sobre el pensar. Los métodos entendidos como formas de hacer actúan de hecho
como objetivos. Este modelo de Escuela Activa resulta válido e interesante para la sociedad industrial de
final del XIX, pero, a medida que se complejiza el conocimiento y la tecnología, resulta claramente
insuficiente. En la práctica confunde procedimientos (formas de hacer individual o social) con procesos
cognitivos y afectivos. Desarrolla capacidades y valores sólo de una manera indirecta: enseña formas de
hacer y de paso desarrolla capacidades y valores. El profesor actúa como un mero animador socio-
cultural. Desde esta perspectiva hablar de procesos cognitivos y afectivos resulta complejo y es un mero
añadido curricular modernizador.
Tanto en la Escuela Clásica y sus derivaciones conductistas como en la Escuela Activa y muchas de sus
secuencias constructivistas, el modelo es enseñanza – aprendizaje, cuyo trasfondo es: el profesor enseña
para que los alumnos aprendan sin preocuparse del cómo aprende un aprendiz (o la preocupación es sólo
muy indirecta). El profesor se centra en el qué aprenden (contenidos), pero descuida el cómo aprenden
(procesos cognitivos y afectivos) y sobre todo el para qué aprenden (capacidades y valores utilizables en
la vida cotidiana). La Escuela Activa se interesa más de cómo, entendido cómo forma de hacer, no como
acción mental. Esta doble perspectiva, también vigente en la actualidad es insuficiente para el desarrollo
de procesos cognitivos y afectivos del aprendiz, en el marco curricular.
c.- Contenidos y métodos como medios para desarrollar capacidades (procesos cognitivos) y
valores (procesos afectivos).

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Como punto de partida es necesario identificar con claridad y articular adecuadamente estos cuatro
elementos: capacidades y valores como objetivos y contenidos y métodos como medios, no sólo en el
discurso sino sobre todo en la práctica. Este planteamiento en la teoría es muy antiguo, pero de hecho se
reduce a buenas intenciones, si no se cambia de paradigma, lo que supone pasar de un modelo de
enseñanza – aprendizaje a un modelo de aprendizaje – enseñanza. El aprendiz aprende con sus
capacidades (procesos cognitivos) y sus valores (procesos afectivos) y el profesor, como mediador del
aprendizaje, debe identificarlos para tratar de desarrollarlos por medio de contenidos (formas de saber) y
métodos / procedimientos (formas de hacer). Los conceptos relevantes en los que se apoya esta reflexión
son muy amplios y complejos y entre otros los siguientes: características del paradigma socio –
cognitivo y sus teorías subyacentes, aprender a aprender como desarrollo de procesos cognitivos y
afectivos, el currículum como modelo de aprendizaje – enseñanza, estrategias de aprendizaje cognitivas
y metacognitivas, diseño y evaluación de procesos cognitivos y afectivos, enseñanza centrada en
procesos,... Veamos con más detalle estos planteamientos.
2.- DESARROLLO DE PROCESOS COGNITIVOS (CAPACIDADES, DESTREZAS Y
HABILIDADES) Y PROCESOS AFECTIVOS (VALORES Y ACTITUDES).
a.- Hacia un nuevo paradigma socio – cognitivo
Trata de integrar en las aulas el actor y el escenario del aprendizaje y desde ambas perspectivas pretende
identificar cómo aprende un aprendiz (paradigma cognitivo) y para qué aprende un aprendiz (paradigma
social).
En este marco resultan importantes las visiones socio – históricas de Vygotsky (1975, 1979, 1992 – 97),
Leontiev (1983), Luria (1987),... y también las visiones socio – culturales de Wertsch (1988, 1991,
1997), Cole (1985, 1997, 1999), Rogoff (1993 a y b),... así como las reflexiones de Feuerstein (1978,
1979, 1980, 1993, 1995) desde planteamientos interaccionistas. Sus aportaciones más relevantes,
entendidas en sentido amplio, son las siguientes:
Los procesos psicológicos superiores (inteligencia y lenguaje) son de naturaleza socio – histórica y
cultural y por ello producto de contextos socio – culturales concretos.
Las funciones psicológicas superiores tienen su origen y se desarrollan en contextos de relaciones socio
– culturalmente organizados, sobre todo a través de la mediación cultural. El lenguaje es fundamental
para apropiarse de la cultura.
Estos procesos y funciones se desarrollan a través de estas dos formas de mediación social: la
intervención del contexto socio – cultural (los otros y las prácticas socio – culturalmente organizadas) y
los productos - artefactos socio – culturales. La actividad del sujeto que aprende supone una práctica
social mediada, al utilizar herramientas y signos para aprender. De este modo del sujeto que aprende por
un lado transforma la cultura y por otro la interioriza.

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En los aprendices existe una zona de desarrollo potencial (inteligencia potencial, capacidades
potenciales) que indica las posibilidades de aprendizaje de un aprendiz con la ayuda adecuada de los
adultos. Este desarrollo posibilita la construcción de herramientas internas para aprender (procesos
cognitivos, capacidades, habilidades) y también la elaboración de herramientas externas (tecnologías)
utilizables en la vida cotidiana.
La inteligencia es, en primer lugar, interindividual y posteriormente intraindividual, al socializarse e
individualizarse. De este modo podemos afirmar que el aprendizaje acelera el desarrollo y la inteligencia
y sus capacidades son básicamente producto del aprendizaje.
La inteligencia es producto del aprendizaje y se desarrolla en un contexto social y cultural determinado y
como tal es un sistema abierto y regulable. Por ello es posible la modificabilidad estructural cognitiva, al
modificar algunas de sus destrezas o habilidades se puede modificar la estructura cognitiva de un
aprendiz.
Existe un potencial de aprendizaje (una inteligencia potencial) mejorable y entrenable, unos procesos
cognitivos en los cuales se puede y se debe intervenir. Para ello son útiles los programas de intervención
cognitiva. Pero nosotros añadimos más: no basta con los programas de enseñar a pensar
extracurriculares, sino que el currículum es una herramienta muy poderosa para desarrollar procesos
cognitivos y afectivos. Por ello afirmamos, desde el currículum, se puede y se debe enseñar a ser
inteligente, como veremos después. Este potencial de aprendizaje (aprendizaje potencial) se desarrolla a
partir de la mediación adecuada de los adultos en la vida de los niños.
También existe una deprivación socio – cultural como carencia de identidad cultural y se manifiesta en
la carencia de herramientas para acceder a la cultura y también en herramientas inadecuadas para su
desarrollo y su transformación. Esta deprivación socio – cultural afecta sobre todo a las fases (funciones)
de entrada, elaboración y salida de la información en el sujeto que aprende y es superable, a partir de una
adecuada mediación en procesos cognitivos y afectivos.
Pero también desde una perspectiva más cognitiva nos parecen interesantes las teorías dinámicas de la
inteligencia y más en concreto las teorías del procesamiento de la información. Entre otras podemos
citar la teoría triárquica de Sternberg (1986, 1987, 1996, 1997), la teoría de los parámetros modales de
Detterman (1982, 1993), las teorías de los procesos de Pellegrino y Kail (1982), de Baron (1985) y Hunt
(1997),... que consideran la inteligencia como un conjunto de procesos dinámicos y activos y por ello
mejorables y entrenables, en contexto determinados. Tratan de procesar la información mental e
identificar sus componentes y metacomponentes, al descomponer los pasos mentales complejos en
elementales.
Por otro lado el paradigma socio – cognitivo nos aporta información relevante, aunque indirecta, desde
la visión constructivista de Piaget (1970, 1971, 1978, 1997) y los neopiagetianos, el aprendizaje por
descubrimiento de Bruner (1972, 1978, 1988, 1991, 1997), el aprendizaje significativo de Ausubel
(1983) y Novak (1985, 1988, 1993, 1998), la teoría de los esquemas (Norman, 1985, 1987) y la teoría de

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la arquitectura del conocimiento de Román y Díez (1999, 2000),... como desarrollo de modelos
conceptuales.
En todos estos supuestos socio – cognitivos existe una visión optimista de la ´inteligencia afectiva´ y por
ello se considera que el currículum y la escuela (no esta escuela) pueden actuar como una forma de
intervención en procesos cognitivos y afectivos. Pero ello exige profundas transformaciones, tanto en la
teoría como en la práctica curricular escolar. Veamos con más detalle esta afirmación.
b.- Aprender a aprender como desarrollo de capacidades - destrezas y valores - actitudes
Este planteamiento del aprender a aprender, en el marco del paradigma socio – cognitivo, implica el uso
adecuado por parte del aprendiz de estrategias cognitivas y metacognitivas. Ello supone que existe en los
aprendices un potencial de aprendizaje (inteligencia potencial, capacidades y valores potenciales) que
puede desarrollarse a partir del aprendizaje mediado. Este aprendizaje, desde la actuación de un
mediador, puede ser actualizado a partir de la mediación de los adultos (padres, profesores,...) o también
puede realizarse a partir del aprendizaje mediado entre iguales (compañeros más capaces).
Pero este concepto de aprender a aprender implica enseñar a aprender, enseñar a pensar y para ello hay
que aprender a enseñar, lo que supone en la práctica una reconversión profesional de los profesores, al
pasar de meros explicadores de lecciones (Escuela Clásica) o simples animadores socio-culturales
(Escuela Activa) a mediadores del aprendizaje y mediadores de la cultura social e institucional (ver
gráfico 2).
Desde esta perspectiva conviene aclarar que cultura social (Programas Oficiales) y cultura institucional
(Programas Propios) poseen los mismo elementos que el currículum como selección cultural:
capacidades y valores, contenidos y métodos / procedimientos. De este modo la cultura social indica las
capacidades y los valores, contenidos y métodos / procedimientos que utiliza o ha utilizado una sociedad
determinada. La cultura institucional (Proyecto Educativo Institucional) consta de capacidades y valores,
contenidos y métodos / procedimientos que utiliza o ha utilizado una organización o institución
determinada. Esta cultura institucional ha de explicitarse y concretarse en un Proyecto Institucional,
convirtiendo el pensamiento tácito en explícito y lo oculto en traslúcido en una institución determinada..
La cultura social e institucional sirven para enculturar y socializar a las nuevas generaciones de niños y
jóvenes a partir de un instrumento valioso y relevante que es el currículum. De este modo diremos que la
escuela sirve para desarrollar personas, ciudadanos y profesionales capaces de vivir y convivir como
personas, como ciudadanos y como profesionales. Y ello supone sobre todo el desarrollo sistemático de
determinadas capacidades como herramientas productoras y transformadoras de la cultura y de
determinados valores como tonalidades afectivas de la cultura. Y esto no es otra cosa que el desarrollo
de procesos cognitivos y afectivos.
Este potencial de aprendizaje escolar y curricular se concreta en un determinado número de capacidades,
destrezas y habilidades utilizables en la escuela (cuando se poseen) y cuando no se poseen es necesario

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desarrollarlas por parte de los profesores como mediadores del aprendizaje y de la cultura social. Pero
para desarrollarlas es preciso primero identificarlas. Constatamos que en la escuela conviven aprendices
capaces de aprender, con otros que son discapacitados para aprender, alumnos diestros para aprender
con otros siniestros para aprender (al carecer de las destrezas adecuadas para el aprendizaje).
Entendemos la inteligencia de un aprendiz, en el marco del paradigma socio – cognitivo, como una
macrocapacidad, que puede descomponerse en un conjunto de capacidades (unas 30 – 40) y a su vez
éstas se pueden descomponer en destrezas (capacidades más pequeñas) y éstas se pueden descomponer
en otras más pequeñas aún que serían las habilidades. De este modo afirmamos que un aprendiz capaz
de aprender aprende con sus capacidades, sus destrezas y sus habilidades, que sólo se utilizan cuando se
han desarrollado y cuando no es necesario desarrollarlas por medio de contenidos (formas de saber) y
métodos / procedimientos (formas de hacer). Así afirmamos que la expresión escrita es una capacidad
que se descompone en destrezas, tales como vocabulario, ortografía, puntuación, secuenciación,
elaboración de frases, elaboración de textos, redacción,... y la ortografía se puede descomponer en
habilidades tales como aplicaciones prácticas de determinadas reglas de ortografía. Estas capacidades,
destrezas y habilidades actuarán como objetivos cognitivos en el marco del diseño curricular (Román y
Díez, 1994 b).
Matizando más entendemos por capacidad una habilidad general que utiliza o puede utilizar un aprendiz
para aprender, cuyo componente fundamental es cognitivo. Una destreza sería una habilidad específica,
que utiliza o puede utilizar un aprendiz para aprender, cuyo componente fundamental también es
cognitivo, constituyendo un conjunto de destrezas una capacidad. Consideramos una habilidad como un
paso o componente mental y un conjunto de habilidades constituye una destreza. De este modo, a nivel
de diseño curricular, podemos distinguir tres niveles de objetivos cognitivos: objetivos por capacidades,
objetivos por destrezas y objetivos por habilidades. Capacidades, destrezas y habilidades constituyen los
procesos cognitivos del aprendiz. Una enseñanza centrada en procesos no tiene otra pretensión que
desarrollarlos mediante programas de intervención, con contenidos y métodos / procedimientos o con
programas libres de contenido (dibujos, ilustraciones, gráficos,...) y métodos / procedimientos. Una
evaluación centrada en procesos no consiste en otra cosa que valorar su nivel de consecución (ver
gráfico 1).
Gráfico 1
Desarrollo de Procesos Cognitivos y Afectivos
Objetivos cognitivos y afectivos
//
||
\\
Capacidades
Valores
Destrezas
Actitudes
Habilidades
||
se desarrollan por medio de
||
Actividades como Estrategias de Aprendizaje

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Pero resulta muy complicado hablar de enseñanza o evaluación centrada en procesos cognitivos si las
capacidades, destrezas y habilidades no están bien identificadas y los objetivos cognitivos y afectivos no
están claros. Por desgracia muy a menudo para formular objetivos se utilizan verbos en infinitivo que
indican acción para aprender un contenido, sin identificar si se trata de una acción mental (capacidad,
destreza o habilidad) o una mera acción mecánica o externa a la mente. Un objetivo cognitivo es
simplemente una acción mental, más o menos amplia, cuyo componente fundamental es cognitivo.
Para identificar estas acciones mentales no es necesario recurrir a la taxonomía de Bloom (acciones para
aprender contenidos), sino que se deben crear taxonomías propias institucionales (Paneles de
capacidades y destrezas) mediante la técnica de la autorreflexión colectiva. De este modo una vez
identificadas las capacidades y las destrezas, los diversos profesores de una institución educativa tratarán
de desarrollarlas mediante contenidos y métodos / procedimientos (Román y Díez, 1994 b). En este caso
los contenidos son medios para desarrollar capacidades y destrezas (procesos cognitivos). Resulta
ridículo afirmar que un objetivo se expresa en infinitivo y un procedimiento se expresa con un
substantivo. Un objetivo cognitivo es una acción mental y un método / procedimiento es una forma de
hacer, se expresen en substantivo o en infinitivo. Recordemos que la taxonomía de Bloom indica
acciones para aprender contenidos y que gran parte de ellas no son acciones mentales y en el
planteamiento que hacemos los contenidos son medios para desarrollar capacidades (justo a la inversa).
Los valores y las actitudes constituyen los procesos afectivos y como tales se identifican en forma de
objetivos afectivos, que poseen dos niveles fundamentales: objetivos por valores y objetivos por
actitudes. Desde esta perspectiva son a la vez objetivos verticales y objetivos transversales. Entendemos
por actitud una predisposición estable hacia,... cuyo componente fundamental es afectivo. Es evidente
que las actitudes poseen además un componente cognitivo (que implica saber algo de...) y un
componente comportamental o práctico (se desarrollan por la práctica). Las capacidades y destrezas
poseen también estos tres componentes: cognitivo, afectivo y comportamental o práctico. Pero la
diferencia entre una capacidad y un valor, una destreza y una actitud radica en el componente
fundamental, de una capacidad y una destreza es cognitivo y el componente fundamental de un valor y
una actitud es afectivo. Son los valores y las actitudes quienes dan tonalidad afectiva a las capacidades y
a las destrezas. De este modo podemos hablar de razonamiento lógico cooperativo o razonamiento
lógico individualista. Como consecuencia afirmamos con contundencia que los valores y las actitudes se
desarrollan sobre todo por métodos / procedimientos / actividades, entendidos con formas de hacer. Son
las formas de hacer con tonalidades afectivas (cooperativas, tolerantes, respetuosas,...) el modo más
adecuado para desarrollar los procesos afectivos.
Por otro lado, para desarrollar los valores es necesario descomponerlos en actitudes, ya que un conjunto
de actitudes constituye un valor. No basta con decir cómo desarrollamos la solidaridad, sino que es
necesario en primer lugar preguntarse ¿qué entendemos por solidaridad?. De este modo identificamos
las actitudes que constituyen un valor y posteriormente trataremos de concretar cómo desarrollamos las
actitudes que constituyen la solidaridad por medio de métodos / procedimientos / actividades. Para
identificar los valores y las actitudes de una institución educativa recomendamos la elaboración de una
taxonomía afectiva institucional (Panel de valores y actitudes), con lo cual acotamos los objetivos
afectivos de dicha institución (Román y Díez, 1994 b). De este modo de una manera colectiva y en

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equipo convertimos el pensamiento tácito de una institución u organización en explícito. Recordemos
que los valores y las actitudes constituyen la tonalidad afectiva de una organización y son una parte muy
importante de sus creencias y presunciones básicas (ideología) de una organización.
Las capacidades y destrezas, los valores y las actitudes de un Proyecto Educativo Institucional, de un
Diseño Curricular de Establecimiento, de un Diseño Curricular de Aula... constituyen el ADN básico de
una organización educativa y dan coherencia y consistencia a su entramado cultural. Son
manifestaciones observables de un estilo educativo y un determinado clima institucional. Son sus
procesos cognitivos y afectivos básicos y por tanto son sus objetivos cognitivos y afectivos más
relevantes a desarrollar. Los valores y actitudes constituyen la cara de una moneda y las capacidades y
destrezas la cruz de la misma moneda o a la inversa. No existen capacidades sin valores (o antivalores)
como no existe una inteligencia sin afectos o emociones (inteligencia afectiva o inteligencia emocional).
El discurso de capacidades como objetivos verticales y de valores como objetivos transversales, desde
estos planteamientos, no se sostiene. Conduce a los valores a la creación de unidades de aprendizaje para
desarrollar valores y los convierte de hecho en hibernadero valorativo y en extracurriculares. Las
capacidades y los valores se desarrollan sobre todo por la metodología y actividades de aula y ello pasa
necesariamente por la construcción de actividades como estrategias de aprendizaje, orientadas al
desarrollo de procesos cognitivos y afectivos.
c.- Actividades como estrategias de aprendizaje y desarrollo de procesos cognitivos y afectivos
Existe una amplia literatura psicopedagógica sobre estrategias de aprendizaje tanto cognitivas como
metacognitivas. Se suele partir de estos supuestos:
-Los aprendices para aprender utilizan diversos tipos de estrategias de aprendizaje, existiendo aprendices
que son buenos estrategas de su aprendizaje y otros por el contrario utilizan estrategias inadecuadas para
aprender y por tanto son malos estrategas de su aprendizaje. Unos aprendices son arquitectos e
ingenieros de su aprendizaje y otros por el contrario son albañiles o manazas de su propio aprendizaje.
Los primeros aprenden pronto y bien y los segundos tarde y mal.
-Las estrategias con las que aprende un aprendiz son mejorables y entrenables y para ello han de ser
identificadas a partir de la metacognición, entendiendo ésta como el pensar sobre el propio
pensamiento. Sólo se puede mejorar el propio aprendizaje cuando se hace consciente cómo se aprende y
ello tanto por parte del aprendiz como por parte del profesor como mediador del aprendizaje.
-Se suele entender por estrategia de aprendizaje el conjunto de pasos de pensamiento orientados a la
solución de un problema. Y estos pasos varían en función de los diversos problemas o tareas que realiza
un aprendiz, ante situaciones diferentes. Cuando se hacen conscientes dichos pasos mentales se puede
intervenir para mejorarlos. Lógicamente estos pasos varían según el tipo de tareas que se realizan por
parte del aprendiz.
En estos planteamientos se sitúa la mayor parte de los autores que hablan de estrategias de aprendizaje,

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entendidas éstas como conjunto de pasos mentales para la realización de una tarea que exige un
pensamiento reflexivo. Por nuestra parte podemos distinguir dos tipos de estrategias de aprendizaje
fundamentales: estrategias centradas en la tarea y estrategias centradas en el sujeto.
Gráfico 2
Potencial de Aprendizaje y Aprender a Aprender (Román y Diez 1999)
APRENDIZAJE
Aprendizaje Social + Aprendizaje Cognitivo
\\
//
Vygotsky
Feuerstein
||
Aprendizaje Mediato
Profesor mediador del aprendizaje
y mediador de la cultura social
||
POTENCIAL DE APRENDIZAJE
||
Capacidad y Valores Potenciales
||
Aprender a Aprender
||
Estrategias Cognitivas
Estrategias Metacognitivas
Modelos Conceptuales
c.1.- Estrategias centradas en la tarea que realiza el sujeto que aprende
En esta línea de pensamiento se sitúan, entre otros, los siguientes autores: Nisbet (1987), Baron (1985),
Pressley (1986), Sternberg (1985, 1986, 1996, 1997),... para quienes la estrategia cognitiva supone una
acción mental encaminada a la solución de un problema como una tarea concreta a realizar. De dicha
tarea se han de identificar los pasos dados para tratar de hacerlos conscientes y de este modo tratar de
mejorarlos. Y detrás de dichas estrategias existen determinadas capacidades, que sólo de identifican de
manera indirecta y por tanto se desarrollan de una manera indirecta.
Se solucionan problemas concretos y de paso se desarrollan determinadas capacidades y destrezas.
Como los problemas y las tareas a realizar pueden ser infinitas, el número de estrategias es infinito. Y
esto puede observarse en el número cada vez mayor de publicaciones y en el aumento considerable de
estrategias de aprendizaje posibles. Las estrategias varían según las tareas y según los problemas a
realizar. Desde esta perspectiva, en la práctica, las estrategias se confunden con las técnicas de estudio,
por mucho que se afanen en diferenciarlas.

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Se trata de estrategias para aprender antes y mejor los contenidos escolares, más que de estrategias para
desarrollar capacidades. Ultimamente se habla de aprendizaje estratégico (Pozo y Monereo, 1999) en el
que se incluyen desde los procesos cognitivos, los procesos afectivos, las disposiciones básicas, las
motivaciones,... Pero en la práctica estos planteamientos sobre estrategias de aprendizaje son
extracurriculares y además repetitivos y confusos. Por nuestra parte preferimos hablar de estrategias de
aprendizaje centradas en el sujeto que aprende.
Los modelos más representativos de esta corriente son los siguientes: modelo de solución de problemas
de Baron (1985), modelo componencial de Sternberg (1986) y modelo del usuario de la buena estrategia
de Pressley (1989).
1. El modelo de solución de problemas de Baron considera la inteligencia como un episodio consciente
dirigido a metas y define la estrategia como un proceso de búsqueda hacia dichas metas. Como tales las
estrategias son procesos internos que surgen a partir de los esquemas previos y su objetivo es encontrar
la solución adecuada. Son por tanto procesos heurísticos de búsqueda. Las estrategias varían en función
de las diferencias individuales y, entre otras, de las capacidades, los conocimientos y las emociones. La
evaluación de la bondad de una estrategia está en función del éxito esperado, el tiempo empleado en la
solución de la tarea y el esfuerzo requerido.
2. El modelo componencial de Sternberg estudia las estrategias a partir de la solución de problemas en
tareas complejas y en concreto en las analogías. Para la solución de problemas analógicos establece dos
niveles mentales básicos, que son los componentes y los metacomponentes. Los primeros los define
como pasos de pensamiento o procesos de información elemental que facilitan y ejecutan la solución de
un problema dado, en este caso, analógico. Como tales se organizan en sets, al agruparse, siendo los más
representativos los componentes de ejecución, adquisición, retención y transferencia. Los
metacomponentes son procesos ejecutivos del pensar, ya que identifican qué hacer y cómo hacer. Entre
los más representativos están el reconocer el problema, la selección de alternativas y representaciones, la
selección de una estrategia efectiva en un tiempo dado, el control de la solución y la sensibilidad hacia la
retroalimentación externa. Sternberg identifica como características del pensamiento competente la
rapidez y la flexibilidad en la realización de una tarea intelectual determinada o la solución de un
problema dado.
3. El modelo del usuario de la buena estrategia de Pressley considera que un buen pensar estratégico
implica la ordenación adecuada de técnicas y estrategias hacia metas y un amplio conocimiento básico
libre de estrategias. Por otro lado Pressley entiende que el pensamiento estratégico puede automatizarse
por medio del aprendizaje. Los tipos fundamentales de estrategias son los siguientes: estrategias de
aprendizaje limitadas a una tarea concreta, estrategias limitadas a metas específicas y estrategias
generales válidas para tareas y metas diferentes. El usuario de una buena estrategia se apoya en la
metacognición y depende por tanto de sus estilos cognitivos (impulsivo o reflexivo), de su motivación y
de su autoconcepto. Por otro lado el pensador competente opta por la estrategia más adecuada para la
realización de una tarea determinada, forma un plan de acción y progresa en su ejecución con confianza
y motivación.

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Estos planteamientos sobre estrategias centradas en la tarea a realizar pretenden identificar los pasos o
procesos mentales que actúan en la realización de una tarea mental dada o la solución de un problema
determinado, desde perspectivas cognitivas y metacognitivas (escasamente afectivas). Su preocupación
radica en cómo funciona el motor mental y de ahí se deducen las características y potencia le mismo. Se
da por hecho que existe un pensamiento estratégico que depende de determinadas capacidades
(inteligencia) y se analiza cómo funciona dicho pensamiento. La potencia de dicho motor mental
(capacidades, destrezas y habilidades) y su posible mejora aparece en segundo plano, a veces de una
manera sólo implícita. En nuestro caso, en el marco curricular, formulamos objetivos por capacidades,
destrezas y habilidades, por valores y actitudes de una manera explícita y clara y por tanto debemos,
queremos y podemos desarrollarlos. Las tareas son más bien métodos / procedimientos / actividades
(medios) para desarrollar procesos cognitivos y afectivos del sujeto que aprende. Por lo tanto damos un
paso más y por ello hablamos de estrategias centradas en el sujeto que aprende.
c.2- Estrategias de aprendizaje centradas en el sujeto que aprende
Partimos del supuesto siguiente: el aprendiz aprende con sus capacidades, entendidas como habilidades
generales cognitivas, cuando las ha desarrollado adecuadamente y cuando no las ha desarrollado, al
carecer de la mediación adecuada por parte de los adultos como mediadores de su aprendizaje, dichas
capacidades son potenciales. En este caso existe un amplio potencial de aprendizaje (capacidades,
destrezas y habilidades potenciales) que se pueden y se deben mejorar por medio de programas de
intervención orientados al desarrollo de procesos cognitivos (y también afectivos como luego veremos).
En esta situación el Diseño Curricular de Aula constituye, orientado adecuadamente, un programa
sistemático de intervención de largo alcance (la escolarización se prolonga unos diez años de escuela
obligatoria para todos) para aprender a aprender, enseñando a aprender y enseñando a pensar
desarrollando procesos cognitivos y afectivos. Las actividades como estrategias de aprendizaje son un
poderoso instrumento para desarrollar el ´pensar y el querer´ y potenciar la cognición y la afectividad.
No obstante cuando las actividades de aula se orientan al aprendizaje de contenidos como fines, los
aprendices con capacidades para aprender, aprenden, y los que no poseen dichas capacidades hacen lo
que pueden. Ocurre lo mismo en la escuela centrada en métodos, aunque los problemas suelen ser
menores, ya que los contenidos a aprender suelen también ser menores. En la Escuela Clásica centrada
en contenidos y la Escuela Activa centrada en métodos se suelen desarrollar algunas capacidades,
aunque sólo de manera indirecta.
En nuestro caso, postulamos una sistemática de desarrollo de capacidades, destrezas y habilidades por
medio de contenidos (formas de saber) y métodos / procedimientos (formas de hacer), desde la
perspectiva de las actividades entendidas como estrategias de aprendizaje.
Gráfico 3
Estregias y Procesos de Aprendizaje
ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE

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//
\\
Centradas en la Tarea Centradas en el Sujeto
||
||
Solución de Problemas
(pasos mentales)
Desarrollo de Procesos
Cognitivos y Afectivos
(Capacidades y Valores)
Definimos, la estrategia de aprendizaje como el camino para desarrollar habilidades o destrezas que a su
vez desarrollan capacidades, por medio de contenidos y métodos / procedimientos. Entendemos que las
capacidades no se pueden desarrollar al ser muy amplias y que es necesario descomponerlas en
capacidades más pequeñas (destrezas o habilidades). De este modo afirmamos que no se puede
desarrollar la expresión oral en si misma, sino que es necesario descomponerla en destrezas tales como
dicción, vocabulario, secuenciación, elaboración de frases, discurso lógico, fluidez verbal, fluidez
mental,... Una vez realizada esta tarea de descomposición de la capacidad en destrezas, éstas se
desarrollan por medio de contenidos y métodos / procedimientos. En este caso la estrategia de
aprendizaje consistiría en desarrollar la destreza de vocabulario, que a su vez desarrolla la capacidad de
expresión oral, por medio de contenidos (formas de saber) y métodos / procedimientos (formas de
hacer). Visto a la inversa diremos que las capacidades y las destrezas se desarrollan por medio de
contenidos y métodos / procedimientos o de otra manera, más pedagógica, diremos que los objetivos
cognitivos (capacidades y destrezas) se pretenden conseguir por medio de contenidos y métodos /
procedimientos, que selecciona el profesor como mediador del aprendizaje y mediador de la cultura
social. Esto no es ni más ni menos que un modelo de enseñanza y diseño curricular centrado en procesos
cognitivos, donde prevalece la psicología del aprendiz sobre la lógica de la ciencia (ver gráfico 1).
Conviene recordar que las capacidades no tienen edad escolar ni asignatura y son comunes a todas las
edades y asignaturas, aunque algunas capacidades se adapten mejor a determinadas asignaturas. Así en
Lengua la expresión oral y escrita son capacidades básicas, en Matemática lo son el razonamiento lógico
y la orientación espacial, en Sociales son fundamentales las capacidades de pensamiento crítico y
orientación espacio – temporal,... Los alumnos de 4, 10, 16 años tiene que razonar lógicamente y
expresarse por oral de una manera adecuada a su edad, por lo que afirmamos que las capacidades son
comunes a todas las edades. No obstante reconocemos que cada edad y asignatura posee sus contenidos
y sus métodos / procedimientos propios para el desarrollo de dichas capacidades, luego las estrategias de
aprendizaje serán diferentes. Por otro lado las capacidades básicas para aprender son el razonamiento
lógico, la expresión oral - escrita y la orientación espacio – temporal y por tanto en todas las edades y
niveles deben seleccionarse actividades como estrategias de aprendizaje adecuadas para su desarrollo.
Diremos por tanto que una estrategia de aprendizaje para enseñar a pensar (desarrollar procesos
cognitivos) consta de una destreza, un contenido y un método y se orienta al desarrollo de una capacidad
concreta.
Puede ocurrir también que determinados aprendices no hayan desarrollado adecuadamente las
capacidades básicas antes indicadas (no saben leer, escribir o calcular) por lo que es más urgente
desarrollar herramientas básicas para aprender. En este caso se puede y se debe trabajar con programas
libres de contenido (programas de enseñar a pensar). La estrategia de aprendizaje para desarrollar una

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capacidad concreta en aprendices con serios problemas para aprender constaría entonces de una
destreza, ´un contenido sin contenido´ y un método. Pero en muchos casos se pueden mezclar estrategias
con contenidos y con programas libres de contenido.
No basta elaborar estrategias para desarrollar sólo capacidades (procesos cognitivos) sino que es
necesario también dar una tonalidad afectiva a las mismas. De este modo introducimos los valores y las
actitudes en las actividades del aula. Por ello definimos la estrategia de aprendizaje como el camino para
desarrollar destrezas y actitudes por medio de contenidos y métodos. Desde esta perspectiva una
estrategia constaría de destrezas, contenidos, métodos y actitudes y se orientaría al desarrollo de
capacidades y valores (procesos cognitivos y afectivos).
Los valores se desarrollan de formas diferentes y entre otras por contenidos, por normas, por imitación
de modelos, por el clima institucional, por unidades didácticas transversales,... pero sobre todo por
medio de actividades entendidas como estrategias de aprendizaje orientadas al desarrollo de la cognición
y de la afectividad. Las formas de hacer en el aula con tonalidades afectivas son el modo principal para
desarrollar procesos cognitivos y afectivos, capacidades y valores. Es por tanto la metodología quien
enseña realmente a pensar y a querer y desarrolla la cognición y la afectividad. Es aquí donde se ve de
hecho la unidad entre procesos cognitivos y afectivos y se supera en la práctica la división artificial entre
objetivos verticales (capacidades) y objetivos transversales (valores).
En este contexto podemos realmente hablar de modificabilidad estructural cognitiva y afectiva. La
estructura cognitiva y afectiva de un aprendiz son modificables por medio de programas sistemáticos de
intervención y el currículum en las aulas, orientado adecuadamente, es un programa de intervención de
largo alcance, para socializar y enculturar, de una manera crítica, a las nuevas generaciones de niños y
jóvenes.
Desde este análisis de las actividades como estrategias de aprendizaje recuperamos el verdadero sentido
de los objetivos (capacidades y valores) y los desarrollamos por medio de contenidos y métodos, lo cual
en la práctica no es ni más ni menos que un diseño curricular centrado en procesos y una enseñanza
centrada en procesos cognitivos y afectivos.
Pero también estos cuatro elementos capacidades y valores, contenidos y métodos han de ser evaluados
y por ello, desde una diseño centrado en procesos, llegamos a una evaluación centrada en procesos. De
este modo podemos hablar de una evaluación de objetivos cognitivos y afectivos (de procesos cognitivos
y afectivos) porque realmente los hemos desarrollado por medio de contenidos y métodos. Es peligroso
hablar de evaluación de procesos cognitivos y afectivos cuando se hacen actividades para aprender
contenidos o métodos. En este caso la evaluación de procesos es pura retórica. Para realizar en la
práctica esta evaluación de procesos cognitivos y afectivos se utilizan, sobre todo, las escalas de
observación sistemática, individualizadas y cualitativas.
Pero también podemos hablar de evaluación por objetivos (por procesos) de contenidos (formas de
saber) o métodos (formas de hacer), ya que hemos orientado los contenidos y métodos a la consecución

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de los objetivos, al construir y elaborar actividades como estrategias de aprendizaje. La construcción
práctica de estas pruebas (ítems) se realiza mezclando en todos los casos una destreza (habilidad), un
contenido y un método, subordinando siempre el contenido y el método al desarrollo de la capacidad.
La aplicación práctica de estos planteamientos puede verse en nuestra obra Currículum y Programación:
Diseños Curriculares de Aula (1994) y una profundización teórica de los mismos en nuestro trabajo
Aprendizaje y Currículum: Una Didáctica socio – cognitiva aplicada (1999).
Las reflexiones anteriores se enmarcan un nuevo paradigma socio – cognitivo y por tanto suponen de
hecho una revolución científica (en terminología de Khun), al pasar del paradigma conductista al
paradigma socio – cognitivo y saltar en la práctica de un modelo de enseñanza – aprendizaje a un
modelo de aprendizaje – enseñanza. Es ahí donde adquiere un verdadero sentido una didáctica y un
currículum centrado en procesos y donde las funciones del profesor quedan reorientadas hacia una nueva
dimensión: como mediador del aprendizaje y de la cultura social.
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Wersch, J.W.: Mente sociocultural, Madrid, Visor. 1997

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Martiniano Román Pérez
Doctor en Pedagogía y Licenciado en Psicología, Pedagogía y Filosofía: Universidad Complutense.
Catedrático de E.U. de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. Imparte
los cursos de Doctorado: El Currículum como intervención en procesos cognitivos y afectivos y El
Currículum como Arquitectura del Conocimiento. Director del Postgrado: Currículum y Evaluación:
Diseños Curriculares Aplicados.
Eloísa Díez López
Doctora en Psicología y Licenciada en Pedagogía y Psicología: Universidad Complutense. Profesora
Titular de Psicología del Pensamiento en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de
Madrid. Imparte además el curso de Doctorado. Lenguaje y modelos conceptuales.
Programa de Informática | Volver a Indice | Volver a Facultad

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Manuel Canales Cerón
Jorge Luzoro García
Pablo Valdivieso Tocornal
Volver a Indice
Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
Departamento de Educación
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Consumo de Tabaco en Adolescentes
Escolarizados
Se publican los resultados de un estudio cualitativo, exploratorio y piloto, respecto
a lo que habitualmente se entiende como factores culturales asociados al
tabaquismo. Seis grupos diferentes de conversación con escolares entre séptimo
básico y primero medio cubrieron la diversidad básica (mujeres y hombres,
fumadores y no-fumadores), constituyendo una muestra que se reveló como
eficiente respecto a los principios de saturación y redundancia.
Los conceptos de sentido y discurso son formulados esquemáticamente como
marco teórico-metodológico. Las conclusiones son presentadas en una
reelaboración del análisis como comunicación crítica, procesando el sentido de lo
regulado en la semiología del tabaquismo.
INTRODUCCIÓN
Los efectos dañinos para la salud producidos por el consumo habitual de tabaco han sido
suficientemente demostrados. Al respecto, los informes del U.S. Department of Health, Education and
Welfare, publicados entre 1979 y 1988, constituyen una abundante y demostrativa evidencia.
Efectos demostrados producidos por el consumo habitual de tabaco son:
1. Una severa adicción (Fox, G. y Jelroth, 1983; Arkin, E., 1984).
2. Daño relevante y considerable en diversos aspectos del organismo. El consumo habitual y
prolongado de tabaco es causa primordial, plenamente identificada, de importantes enfermedades
(Organización Mundial de la Salud, 1974; General Surgeon, 1979).
3. Los adolescentes consumidores de tabaco tienen más probabilidades de utilizar otros estimulantes
que lo no fumadores (Johnston, L. y colaboradores, 1979; Flay, B. R., 1985).
Con estos antecedentes, los temas de prevención y tratamiento del tabaquismo adquieren una relevancia
obvia.
Revisiones sobre la eficacia de los diversos tratamientos utilizados con adictos al tabaco, concluyen que

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los resultados son bajos (Evans, R. y colaboradores, 1979; Schwartz, J. L., 1984).
Han surgido nuevos tratamientos e investigaciones destinadas a calificar su eficacia (Gil Roales-Nieto,
J., 1994), pero el bajo rendimiento no se ha revertido. Esta realidad ha potenciado el interés por las
actividades preventivas y su investigación.
En el campo de la prevención, la atención se ha puesto fundamentalmente en los adolescentes:
(Friedman, L. S. y colaboradores , 1985; Mosbach, P. & Leventhal, H.,1988; Hansen, W. B. y
colaboradores, 1989; Botvin, G. J. y colaboradores , 1989; Flay, B. R., 1985).
En la actualidad, el Tobacco Bulletin Board System (www.tobacco.org), permite acceder a una completa
información respecto del tabaquismo en sus dimensiones económicas, sociales, médicas, psicológicas y
otras.
El estudio cuyos resultados se informan aquí, se inscribe en una exploración metodológica, en dos
sentidos: por una parte, explora posibilidades de prevención fuera de los marcos conductistas o, en
general, directivos; por otra parte, explora posibilidades de investigación social fuera de los marcos de
una observación objetivista e irreflexiva entre sujeto y objeto. En ambos casos, puede tratarse de lo
mismo (1): la cuestión del conocimiento de y el resguardo de la autonomía propia de los objetos/sujetos
sociales.
Se trata, en ambos casos, de una exploración sobre el control social en su faceta de conocimiento
práctico (en la prevención) y activo (en su producción). La prevención y la investigación son
dispositivos de control de modo que le son propias las cuestionas de la autonomía (y las resignaciones de
ella), como las del aprendizaje (y las transformaciones que lo soportan). En ambos casos se trata del
cambio; o lo que es lo mismo, del control de (los) futuro (s). Del futuro personal en un caso, del futuro
del conjunto en el segundo. Pero en ambos casos se hace lo mismo: se conoce algo por alguien que
participa en ello o que lo contiene.
El alcance de las preguntas vecinas -¿puede devolverse el análisis al grupo?- y, ¿es posible una
prevención sustentada en la reflexión -en vez de enseñanzas-?, naturalmente exceden este intento. No se
busca aquí resolver la cuestión, cuando solamente explorar para llevar al límite dos ideas límites: la
sociopraxis y la autonomía de los sistemas sociales, la cuestión personal.
2. TEORÍA
Los conceptos más fuertes de la investigación, a definir, son los de Sentido y Discurso.
2.1. Sentido
2.1.a. Sentido es equívoco; dice igual lo que separa: se entiende por sentido en general, todo percibido o
perceptible o, en particular, sólo -precisamente- lo no perceptible físicamente.

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La confusión tiene historia y ha hecho historia en ciencias sociales. Desde Dilthey, Weber o Schutz,
puede fundarse igual la cuestión de las ciencias sociales precisamente respecto a la discontinuidad entre
lo sensible por los cuerpos y lo sensible por los espíritus, actores, sujetos o como quiera llamarse al
soporte de esta segunda sensibilidad.
La cuestión permanece como una confusión habitual, en la imprecisa y hasta errónea formulación de
objetos de investigación como el presente, en términos de la percepción. La conexión más recurrente es
con la metáfora visual (visión de mundo designa un saber que no es visual, aunque pueda ser, como la
visión, analógica o imaginaria). La confusión se aplana completamente en los actuales conceptos de
clima social y similares.
En los mismos términos, hay que aclarar que el concepto genérico de sentido -como lo sensible- no es
tampoco del orden físico; por lo menos no en su acepción usual de ‘materia’ o ‘energía’. En cambio,
correspondería al orden biótico, designando así una propiedad o condición de la vida: todo ser vivo es
intérprete, en una acepción genérica, de su entorno al que conoce por sus sentidos. En esos términos, el
sentido no es nunca, ni siquiera en su acepción más lata, una impresión del exterior en el sistema
sensible; aún en la forma no hermenéutica de la interpretación -como la que se supone es propia de los
seres vivos en general- resulta de una aplicación de (observación, lectura, medida, etc.) del organismo
que siente. Ya es, de entrada, siempre relativo al sistema más que, o antes que, al exterior que se hace
sentir.
2.2. Sentido: Significados sociales
En el espacio de esta investigación, el concepto de sentido utilizado es razonablemente el segundo o
acotado. Aquí se habla del sentido subjetivo o social, que agrega en nuestra especie una segunda
sensibilidad no reductible a la genérica del cuerpo y sus comunicaciones. La diferencia respecto al
objeto estudiado no es menor: el cigarrillo tiene un sentido para el cuerpo/alquitrán, nicotina:
sensualidad, ansiolítica/ que no es el tratado por los sentidos para el sujeto o el alma.
Significados sociales es un modo de indicar un saber: un modo de saber del tabaco, que escapa al otro
modo de conocerlo -puede decirse- sabor.
2.2.a. Sentido: lo que se dice
El sentido -y por ello o ajustado a ello, es social- se enuncia o dice. La mediación por el hablar le es
constitutiva. El sentido o se dice o es inefable o es indecente. Como quiera que sea, juega desde el
lenguaje o su saber decirse.
El sentido de una acción, lo mismo que de un dicho, es lo que ‘comunica’ el actor o el hablante. Lo que
viene a decir con el acto o con la palabra. Un acto tiene sentido cuando es comprensible, y tal es cuando
tiene un sentido ‘mentado’, esto es, aproximadamente, ‘pensado con palabras’.

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La misma noción de sujeto queda puesta en relación a los dichos: sujeto es de enunciación, como ocurre
con la representación, lo mismo psicológica que sociológica, en las unidades lingüísticas del yo y sus
otros. De modo evidenciado en el movimiento de suspensión y activación de la subjetividad (del yo/tú/
él) en la forma inestable y conectiva del uno, que domina habitualmente la zona de los consensos en que
se fijan las bases del sentido.
El sentido es, cuando el habla común sabe del mundo en su modo cotidiano o realista y objetivista en las
mismas pretensiones que la ciencia pero sin sus resguardos o pudores metodológicos, lo que las cosas
(humanas o sociales) dicen al sujeto -como si éstas hablaran y llevaran impresas en algún lugar su
sentido-. Cuando así ocurre, el sentido es lo que reemplaza a la cosa y al sujeto que la interpreta.
Cuando lo que alguien dice que es, se asume como lo que ‘(se sabe que) es’.
2.2.b. Sentido: lo que queda (por lo) dicho
Si el sentido es dicho, puede definírsele en términos propios de los discursos o textos -registro propio del
orden del hablar-. Un discurso o un texto tiene sentido -o no es propiamente tal. Un texto sin sentido no
puede comprenderse; es incomprensible, si no puede dar razón de sus medidas internas -cuáles sus
unidades de análisis, cuáles sus relaciones-. Por ello, su textualidad es incierta y si no se le niega de
completo, es por la posibilidad siempre abierta a que llegue una nueva interpretación capaz de proponer
un sentido que cohesione o coherentice lo que hasta entonces es lo otro a lo textual, lo destejido o no
hilado. Sentido es lo que recorre, como una dirección, los trozos del texto, lo que lo hila.
El sentido está dentro del texto, pero entre las partes. Si está presente, lo es como conexión. Es lo que
queda de lo dicho y lo que queda por lo dicho: nadie recuerda el texto completo, pero es posible que
todos recuerden el mismo sentido, que probablemente además nunca se enunció como tal. Eso es propio
de un buen texto. Le ocurre a la inversa a los textos poco logrados, que no son comprensibles/no son
describibles en una fórmula que fije su sentido y que pueda reemplazar a su enunciación concreta.
En las conversaciones sociales archi/codificadas -como la llamada opinión pública de los media- el
sentido de los eventos viene precodificado por la línea editorial; hasta el detalle, los sucesos informan
un esquema interpretativo que transmite un sentido que queda, el mismo, en múltiples fraseos y
tratamientos comunicacionales diversos y a veces hasta opuestos. El sentido que se hace, como el que se
recibe, es lo que queda de lo dicho.
2.2.c. Sentido: la forma es lo que queda
Lo que queda, como el sentido de un texto no es -en su expresión habitual- un contenido, sino al
contrario, es lo forma que sostiene a los enunciados contenidos. Una conversación es la misma que otra,
en el modo que decimos de la repetición de las noticias o de los foros archi/codificados, cuando cambia
sus contenidos, pero mantiene sus esquemas: jugadas típicas, conocidas, límites repetidos, etc. El sentido
que queda de un tal comunicado no es menor por su repetición; acaso eso muestre su potencia como

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reproductor de su forma.
Una forma es un conjunto de relaciones, que oponen mutuamente a unos términos componentes (y por
ello, no elementales, sino que relacionales constitutivamente). Su modelación puede ser de tipo analítico
(como las fórmulas químicas) o gráfico o analógico (como los esquemas que utiliza el investigador
cultural). En ambos casos, lo que se erige es un conjunto de diferencias relacionadas, que constituyen el
modo abstracto que se reproduce en las circunstancias concretas. Lo mismo permanece necesariamente
como una abstracción mayor que lo otro que acontece en cada suceso o comunicado concreto. Nunca un
dicho es completamente igual a otro, ni una conversación a otra. Pero, sí es posible decir de ellas que
son también, al menos parcialmente, la misma, es porque interpretamos que ambas transmiten un mismo
sentido, es decir, que sostienen una misma forma que recorre y ordena, como esquema abstracto a los
contenidos concretos de lo enunciado. Lo que queda es lo que circula entre los (dichos) componentes,
como la dirección que ellos llevan hacia el mismo lugar del texto (la isotopía).
2.2.d. Sentido: la forma es lo que se escucha
Lo mismo puede decirse como la escucha. Sentido es lo que se escucha, entendiendo por tal el momento
activo que todo dicho supone en el intérprete. Todo dicho está para ser interpretado en su sentido; por
ello, entrega pistas al intérprete para que éste lo escuche, todo sentido es escuchable. Por ello es que,
como en las formas que no se muestran, el sentido es lo que no se dice, pero se escucha a través de los
dichos componentes. Para comprender un dicho, ocurre que debo activar todo un fondo de
precomprensiones que son, precisamente, las que los textos trabajan y al mismo tiempo dejan supuestas.
Intervienen la escucha, pues desarrollan ciertas comprensiones y dan por supuestas las demás. Cada
opción debe ser congruente con la otra, en la medida que las escuchas supuestas en uno y otro caso serán
congruentes o coherentes. La coherencia o cohesividad textuales del orden de la coherencia del
trasfondo de escucha supuesta que deja cada enunciado componente. Lo que todos los dichos van
recortando, al final, como el discurso, es el tramado de las precomprensiones dejadas a la escucha del
intérprete. Por eso el análisis del discurso sigue l camino a la inversa de la retórica: ésta trabaja
produciendo una escucha, el primero deshaciendo su trabajo y mostrando así su efecto. El primero habla
fuera de la letra (y controla por ello al intérprete en el segundo sentido) y el segundo quiere silenciarlo (y
reemplaza al sujeto en el control de sus invocaciones).
2.3. Discurso: el sentido en el texto
Discurso es un concepto ajeno a las ciencias del sentido, lo mismo que a las propias del lenguaje. Pero
resulta de una combinación feliz, la posibilidad de interrogar al lenguaje por el sentido -como puede
hacerlo la moderna lingüística del texto, transfrásticas, del discurso, de la enunciación, el habla, etc.-, y
al sentido por el lenguaje.
Un discurso -como el de una conversación entre pares- tiene un sentido y tiene múltiples sentidos.
Tiene un sentido, en cuando que hay un orden que recorre el conjunto de enunciados. Se puede seguir.

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Tiene múltiples sentidos, en cuanto que está ocupada por hablantes que figuran o imaginan, que hablan
expresando y representándose el mundo. Por ello, en cada caso, los dicho abundan en sentidos
interpretables, como fuente donde escuchar significados y posibilidades.
Como elaboración o composición de sentido, el discurso es un esquema que organiza la variedad
interna de enunciados componentes, permitiendo la continuidad dentro de una interpretación, así como
la repetición entre interpretaciones independientes.
Como enunciaciones, el discurso es una expresión en que un hablante se imagina o representa. Hay
discurso común si las expresiones son comunes: si entre ellos se representan las mismas caras y cosas. Si
hay doble sentido común.
Así entendido, el estudio trabajó con dos objetivos paralelos:
a) Esquema del discurso del cigarrillo.
Se trata de conocer la estructura de los enunciables -lo que puede decirse- que tengan al cigarrillo por
objeto. Esto es, la forma u organización de la variedad de sentidos posibles -y hasta contradictorios y
ambiguos- etc., de el cigarrillo.
b) Enunciables o enunciaciones. Interpretaciones.
Se trata de conocer las expresiones comunes que suscita el cigarrillo, en las representaciones con que se
le invoca en el habla. Esto es, las enunciaciones cargadas de subjetividad y expuestas a la interpretación,
que van en la otra dirección al esquema, trayendo el sentido -desde su cara social o de lengua- a su cara
sujeto -habla.
2.4. Formulación de objeto: Discurso del cigarrillo/prevención del tabaquismo / adolescentes
La investigación tiene por objeto el discurso adolescente respecto al consumo de cigarrillo en que se
regula el sentido de las prácticas a comprender y/o prevenir.
El objeto de la investigación es el conocimiento que tienen los actores respecto al objeto de prevención.
Esto es, se busca conocer qué o cómo saben en del tabaco. Conocimiento / Representación / Discurso
constituyen conceptos competitivos para definir la naturaleza compleja y subjetiva del sentido común:
compleja, como todo lo que tiene un plano de código y otro de uso; subjetiva, como todo lo que tiene
una cara de símbolo y otra de sujeto. Pero en cualquier caso, en los tres, se resguarda lo básico de lo
buscado: los tres se ajustan bien a lo que se sabe, se ve o se dice que es. Si mantenemos aquí el concepto
de conocimiento es simplemente para formularlo de modo más cercano a los modelos preventivos
tradicionales.

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Discurso del cigarrillo, es una fórmula híbrida entre el lenguaje propiamente sociológico (discurso) y el
inmediatamente social u objetual (cigarrillo). Por eso, la cuestión del objeto sólo puede resolverse
completamente en el análisis mismo del material recolectado o producido en la investigación. Lo que
sea discurso puede ser descrito en la construcción teórica. Lo que sea del cigarrillo, en este estudio que
por eso puede ser llamado -no sin la inespecificidad o generalidad correspondiente- fenomenológico,
sería descrito como resultado de la investigación.
Después de todo, Discurso del cigarrillo, puede ser descrito como un marco teórico (del investigador) de
un marco teórico (del investigado).
3. EL MÉTODO
El estudio se realizó con un enfoque cualitativo o estructural, en atención a la adecuación entre la
complejidad y subjetividad del objeto, con la complejidad y la subjetividad de las técnicas. No parece
posible para efectos de esta exploración, un conocimiento cuantitativo de lo que aquí se da por
desconocido en su propio código y simbólica. No sabríamos qué preguntar ni qué podría ser respondido
(2).
Muestra. Se realizaron 6 grupos de conversación con escolares entre 7º Básico y 1º medio, cubriendo la
diversidad básica. La muestra se reveló como eficiente respecto al principio de saturación y redundancia.
Análisis. Análisis de los elementos del discurso; el analista fija todo lo que la conversación vaya dejando
como elementos al menos comprensibles en sí mismos. La operación no es plana y puede ocurrir lo
mismo a nivel de un giro fonético, una argumentación o un diálogo.
Identificación: eliminando la redundancia de los enunciables básicos de la conversación.
Ordenación: organizando los enunciables respecto a reglas básicas de complementación (discursos
consensuales, extensos y variados) y de oposición (discursos polémicos).
El resultado del análisis es un esquema de enunciables capaz de generar el conjunto de enunciados en las
conversaciones objeto. Análogamente a la lengua y el habla, el discurso es un juego entre esquema e
interpretación/aplicación del esquema por alguien, en alguna situación específica.
4. RESULTADOS
Sentidos del cigarro de tabaco.
1. Esquema de la(s) significación(es) de Cigarro entre adolescentes.
Experiencia fisiológicamente contradictoria (ambivalente) y una práctica culturalmente dudosa
(ambigua).

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LO QUE ENCIERRA EL CIGARRO
Semiótica del tabaquismo
Simbólica del fumar: representación del yo
como expresión / interpretación de gesto/personal.
Humo Sensualidad: boca, sistema respiratorio
Saber
Optar
Daño sistema respiratorio
YO
Nicotina
Adicción
Ansiolítico
Verse
Ser
2. El cigarro es sentido en dos: como sensación y como significación. La semiótica del tabaco- las
señales del tabaco fumado al cuerpo- y la simbólica del fumar- dividen el discurso en dos hebras
inconexas constituyendo un caso de discursos paralelos- y no una forma de doble discurso, en el sentido
de aquellas expresiones contra la letra, como es el caso, precisamente, de la simbólica del fumar- que no
se tocan ni se condicionan (3).
2.1. El paralelismo es, sin embargo, sin analogías y se sostiene sólo en la simultaneidad. La
conversación, por lo mismo, salta de un lugar a otro.
2.2. Los enunciados que hablan de la sensación, se mueven en un registro semiótico que señala los
modos de sentir (el cigarro de) tabaco. Su referencia es claramente recortada respecto a los efectos
fisiológicos y patológicos del tabaco en el cuerpo/mente de las personas.
Es ostensible la presencia dominante de un
discurso biomédico, que ha logrado instalar las
imágenes fuertes del cáncer y del enfisema como
saberes grabados en la conciencia social, circula
la frase elemental del cáncer, que llega a ser
efectiva de tan elemental y no retórica.
"todo el mundo que fuma tiene conocimiento de
que produce cáncer, y en todo eso, de todos lados
sabemos que produce cáncer, pero depende de
uno no más" (estudiantes mujeres).
"...el tabaco puede producir cáncer, ministerio de
salud, Chile, me lo sé de memoria, me lo debo
haber aprendido porque todos los días está puesto"
(estudiantes mixto: fumadores/no fumadores).

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Su potencia para poner en el centro la referencia
al daño, no alcanza, sin embargo, para silenciar
los otros discursos que provienen de las
conversaciones y testimonios informales, pero
que sobre todo provienen de la experiencia
propia (o las representaciones verosímiles de la
publicidad).
"Yo no las tomo en cuenta porque, cosa mía, po’.
Igual porque yo ya sé que me va a producir, ya sé
ya, ya tomé conciencia de que lo que me puede
producir y que estoy chica y que tengo 14 años y ya
sé eso, pa’ qué voy a estar viendo más afiches"
(estudiantes mujeres).
El (riesgo del) daño, es también el costo del
placer. Y el cigarro hace placer dos veces, en
lugares lejanos de la fisiología: en el lugar bucal
(respiración) y en el lugar nervioso (tensión).
Tiene sabor, directamente conocido por la boca y
por el sistema respiratorio. Pero también tiene
una señal para el sistema nervioso. Su placer es
del cuerpo y de la mente o del espíritu.
"- porque es rico fumar.
- No sé, yo pienso que porque te relaja, porque si
estai muy tensa, igual como que...(...), igual quita
un poco el frío"
(estudiantes mujeres).
Ni el sentido del riesgo ni el del placer, logra imponerse como sentido primero. La imagen dura del
riesgo, es contrapuesta a unas cálidas representaciones de la sensualidad del tabaco fumado.
La adictividad es el cuarto componente de la sensación, pero la menos considerada y poco elaborada.
Tanto porque los adolescentes se encuentran en fases generalmente previas a la adicción propiamente tal
(esto es, no la conocen todavía en cuerpo propio), como porque la adictividad opera con una segunda
sensación que se siente pero no se percibe, salvo cuando falta la primera.
3. Simbólica del fumar
Simultáneamente a esta señalética de los efectos del tabaco en la fisiología humana, corre un discurso
denso de simbolismos en que lo que se habla no es ninguna sensación física, cuanto una escena y una
representación.
El significado de cigarro de tabaco es fumar. Y fumar significa otra cosa que tabaco. Simboliza el paso
de la infancia a la adolescencia, entendido en lo básico como elaboración y presentación del Yo como
sujeto con derechos (4). En su forma complementaria, es un gesto cuyo significado se despliega sobre el
esquema de la cuestión del yo autónomo: como cuestión de ejercicio de libertad y autodeterminación.
Como gesto, condensa mito y rito, ideología e imagen, para decir lo mismo, simbolizado: Yo.
"yo soy de los que fuman"
(hombres fumadores)
Fumar dice yo. El que dice fumar escucha yo soy. Yo. Fumar hace y o. Cuando adolescente, fumar es ya

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una opción tomada como tal. No es sólo un modo de hacerse grande, es el modo en que esto se hace:
diciendo yo.
MITO: DEL SABER
Fumar es saber. Llegar a saber.
"ya no es una cosa de otro mundo"
(hombres fumadores).
En su momento, el fumar fue cosa de otro mundo. Al
inicio, antes de la primera experiencia, el cigarro se
presenta como lo que está prohibido conocer (de los
adultos a los niños y como experiencia directa, pues el
consumo de tabaco es espectáculo en la publicidad y
escena corriente en la vida cotidiana). Lo que debe ser
probado. Fumar es una experiencia del saber esotérico
o el otro conocimiento.
"...como lo que pasó en la historia, esa que
hubo en la, esa cuestión de adán, esa
cuestión que pasó, esa cuestión que por
curiosidad la probaron y era algo prohibido y
claro, en este caso, pasa lo mismo, como es
algo prohibido..."
(grupo de estudiantes mixto: fumadores y no
fumadores).
La forma es resonante con la de la historia del fruto del
conocimiento o conquista del saber-moral: de la
responsabilidad o condición de haber perdido la
ingenuidad o inocencia del que no sabe. Fumar es
haber dado el paso riesgoso de conocer, de llegar a
saber: como en el mítico manzano, el fumar hace su
efecto diferenciador ante sí. Exposición al riesgo
cultural del vicio, pero más acá, a la promesa
ambivalente del tabaco de a quien se dice daño y placer.
"...de primero uno fuma, la primera vez que
uno fuma, siempre fuma más por...curioso,
por mono, por curiosidad, sigue fumando y
después va a pasar el tiempo y uno va a
querer dejarlo, pero ya no lo puede dejar
porque ya se transforma en vicio, ya no
queda como, como de curioso"
(grupo de estudiantes mixto: fumadores y no
fumadores).
Llegar a saber es un proceso que tiene sus fases. Hay
un aprendizaje progresivo, que permite entender que no
hay propiamente una primera vez, sino un conjunto de
ellas, entendibles como un período de ingreso o de
conocimiento, en que el usuario todavía no es fumador
ni sabe hacerlo bien. Fumar es una forma-proceso, que
tiene la forma del saber expuesto o curioso; se prueba
como quien se expone a saber lo que ni imagina ni
controla de antemano; se arriesga la respiración -
atorarse- y se arriesga el equilibrio -marearse- a cambio
de la promesa de la experiencia desconocida. Como
una buena prueba, la fase inicial es muy distinta a la
fase final: al dolor primero, le sigue el placer posterior
y al final, la adicción.
"- porque la primera vez como te ahogas y
así yo dije: ‘Ya, entonces en la segunda ya
no me, ya no me voy a ahogar’.
- no es tan fácil aprender a fumar.
- la primera vez hay que aprender a tomarlo,
aprender a metérselo en la boca".
(estudiantes mujeres)

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IDEOLOGÍA DEL OPTAR
Fumar es, en su significado auténtico o válido, un acto de autonomía personal. Los modos ilegítimos de
fumar, son precisamente, los que señalan alguna falta a dicha autonomía. Los modos proscritos de fumar
-por repetición, por presión, por aparentar- tienen en común la no/libertado o no autenticidad del gesto.
Fumar habla del que fuma
precisamente por esta distinción
básica que hace el hablante entre
modos auténticos y modos
perversos. La autenticidad se da
sólo en los casos que el que fuma
ppta hacerlo, desde su propio
deseo y criterio.
"no porque eso es
voluntad de uno, es
voluntad de uno,
porque yo no te digo:
‘te prohibo fumar’ y
tú no vas a querer".
La ideología del fumar válido es el
argumento preferido del yo que se
afirma: es su signo racional que le
reporta la identidad del que se
hace responsable de sus propias
decisiones y se mueve por sus
propias inclinaciones. El modo
auténtico de fumar, es la
representación de un yo en
propiedad. Dichos modos se
diferencian de los modos no
auténticos, analógicamente a la
diferencia Niño/Adolescente. Por
eso remarca (sobresignifica o
simboliza) el paso (5). Se hace
comprensible un paradójico
consenso: todos, mayores y
menores, están de acuerdo en que
los niños no pueden fumar. El
consenso en este caso es ley: los
niños no pueden pues se les
impide de hecho y de derecho. En
el caso de los adolescentes, lo que
se juega precisamente es el fin de
esa ley: el adolescente, a
diferencia del niño, puede fumar si
o opta. Por ello, la ley se reduce a
"porque no, porque si
uno no quiere, no
quiere, no tiene que
seguir las ideas de
otro...(...) yo dije que
no quería y no más".
"Sí, porque si uno
tiene ganas de
fumar, igual va a
fumar, le den o no le
den
permiso" (estudiantes
mujeres).
"Lo que yo creo, de
que uno tiene que
empezar a fumar
cuando sea
responsable y...(...)
y que uno empieza
a ... con los vicios,
ya más adulto yo
creo, porque uno no
puede empezar de
tan chico a fumar,
porque sería de

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sugerencia -se fuma con o sin
permiso, abiertamente o a
escondidas y aquello no agrega ni
quita lo esencial al gesto de fumar;
puede, probablemente reforzarlo
en caso de permiso negado- y el
centro se desplaza desde la
autoridad- que obliga o prohibe-
al sujeto o persona- que distingue
y que elige-.
puro mono no más
po’"
(estudiantes
fumadores hombres).
EL RITO GRUPAL
Fumar no sólo se hace en grupo, sino también lo
hace o figura. El fumar es consonante con la
experiencia grupal, análogamente a yo con nosotros.
El grupo adolescente es, respecto a todos los previos,
uno de miembros autónomos y responsables. Un
nosotros des/infantilizado, que hace de eco a un yo
que hace el mismo paso. El grupito.
"Nos quedábamos en el Metro y ahí se
juntaban todos los colegios, el Lastarria, el de
Aplicación, ellos mismos traían y les
convidaban a las chiquillas del liceo 7"
(estudiantes mujeres).
Grupo post/familístico, en que un nosotros, ocupa
por primera vez la ciudad haciéndose ver, o como un
nosotros que también debuta en las artes del
ocultamiento. Zona de transgresión y de contención
o de límite, espacio aparte y autónomo. Como el
mismo yo, el grupo de adolescente es autonomía,
centro interior.
"porque acá en el colegio yo me junto con un
grupito de compañeros de repente, así que en
todos los grupito me meto yo, y lo que fuman
de repente nos vamos atrás y a fumar, entonces
esperamos el puro recreo pa’ fumar, ya es
como un vicio po’, pero tenís que hacerlo a
escondidas, o si no..."
(estudiantes mujeres).
La primera forma del grupo es respecto a la norma. Fumar es una transgresión y no lo es. Zona especial
para introducirse a la sociedad autónoma, siendo a veces un acto de rebeldía y otras, simplemente un
gesto autónomo. Sirve al grupo y el grupo le sirve a él, en una simbiosis del yo (auténtico) con el
nosotros (mi grupo).
Hace grupo más allá de la norma social y también contra la norma social. Fumar no es ya una
transgresión, aun cuando tampoco un permitido. Por ello, en su carácter opcional, lo que trae es el
sentido de (criterio) persona habilitada. Los grupos adolescentes se instituyen en generadores de normas
propias y no del conjunto, para indicar su des/conexión como infantes y también su reconexión como El
que elige.

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Contra la norma social, fumar también le
sirve al grupo, el sentido de ritualizar la
transgresión de alguna norma disciplinaria,
la cimarra, el capeo, o al menos el
debilitamiento del control social en alguna
de sus formas (fiesta, calle). Nuestra
interpretación básica es que la textura del
fumar atrae culturalmente, por lo que
reporta de identidad personal y que lo
constituye quizás en el dispositivo más
potente disponible en la cultura juvenil
masiva para hacer el paso de la
adolescencia. Produce identidad, como
todas las opciones simbólicas: del club de
fútbol y de partido político, como de la
pareja; lugar donde optas tú. Y en esta
potencia identificadora no es marginal la
nota transgresora del orden institucional -
cuando se fuma a escondidas del padre o del
profesor, se refuerza la identidad
simbolizada ahora con el rasgo en rebeldía-
tema no desagradable a un oído adolescente
no desnaturalizado. Es esa la potencia
complementaria del rito del fumar en el
grupo voluntario de pares y en plena vía
pública, y todavía lo es más, el rito
clandestino de fumar en los baños o en los
rincones no visibles en la institución.
"...empezamos a fumar así, en confianza, así recién
conociéndonos... (...) igual es buena onda fumar a
escondidas, porque nosotros, todo el grupo
fumaba" (estudiantes mujeres).
"...hacer la cimarra sin fumar es como jugar fútbol sin
pelota"
(estudiantes mixto).
GESTO
Fumar es siempre un gesto, que expresa simbolizadamente
en su forma de fumar, la propia subjetividad del que, al
fumar, se muestra. Hace sentido gestual, pues desde la
forma de inspirar, hasta la forma de expirar, el acto se
remarca para connotar algo que lo excede como acto y lo
hace figurativo, expresivo, simbólico: la curiosa costumbre
de hacer argollitas parece tener su explicación en esta
interpretación que lee en el fumar, la representación del (yo)
autónomo.
"Yo tampoco podía la primera vez y
después, después hago argollitas y
cuestiones; me entretengo, me
entretengo también, porque de repente
fumando así, es riiico"
(estudiantes mujeres).
La estética del fumar, infinita en su variedad posible, pero cada vez más reducida por la publicidad, es la

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forma más libre de expresión del sujeto. La cuestión de control de la forma técnica de la inspiración/
expiración, se transforma en la base de una forma estética del que fuma. Nada más personal que el modo
de echar humo (hacia dentro/fuera). Cuestión personal/como yo quiera.
Por el gesto, el fumar devuelve la imagen del que fuma y la hace visible de modo estético, como
expresión de la persona en la forma en que ingresa o expulsa el humo. Así, también estéticamente, fumar
habla del Yo que se envanece echando humo (hacia dentro, hacia fuera).
Lo que aquí se propone como meollo de la canción del fumar es la cuestión del arriesgarse personal que
ocurre cuando alguien opta a prácticas culturalmente fronterizas. Esto es, es mayor la fuerza
identificadora del gesto que avanza por sobre las fronteras culturales, que aquél que sólo transgrede
normas sociales. No hay otro lugar en que la cuestión personal pueda proyectarse con la misma fuerza
que en los imaginarios de los vicios y la virtudes, acaso las reinas de las mitologías morales del yo.
Fumar hace persona en el sentido de indicar el saber/diverso o esotérico, ‘de la vida’. De los misterios
del alcohol y de los hongos, del tabaco y del exceso; de la otra sabiduría y sus riesgos. Fumar de gato:
curiosidad del adolescente que quiere experimentar/se de otros modos, como cuerpo (aspirar), mente
(relajarse) e identidad (cuestión personal). Mitología del nombre, del cuerpo y del estado de ánimo o
conciencia.
DEVOLUCIÓN
¿Es posible un espacio donde Observador y Observado, así como Observador y Actor se reúnan? Tal
reunión escapa completamente a las formas habituales del conocimiento social, tanto el vulgar como el
científico parten dividiéndo-se y sosteniéndose en tal división.
La ciencia social conoce los discursos (lo que conocen los sujetos), y los programas (con que conocen
los actores). La autorreflexión de un tal conocimiento no es infrecuente (sociologías de las sociologías,
psicologías de la psicología, etc.), pero es impotente (pues sigue de pie sobre uno de los bordes de la
escisión entre el conocedor y los conocidos).
Por su parte, la vida práctica se establece sobre conocimientos simbólicos, (para interpretar las
vivencias), semióticos (para describir los proyectos). En ambos casos, el relato del conocimiento no
vuelve sobre sus condiciones de posibilidad. El que ‘dice’ no vuelve sobre lo que escucha, que queda
obviado y así hace su sentido casi en silencio. El que hace, no vuelve -habitualmente- sobre su esquema
que queda plegado en la estrategia y sus lecturas de escenarios. La complejidad se aplana en su cara
desplegada, y el observador no se percata de sí mismo cuando lee la realidad que actúa.
Los procesos reflexivos no son triviales y rompen, por así decir, la continuidad del mundo (en los
sujetos) y la realidad (en los actores). La rompen al proponer en vez de aquellas -unidimensionales- un
movimiento de salto desde el esquema (cognitivo) y la escucha (comprensivo) hacia lo sabido y lo
dicho. Un movimiento de interrogación que suspende la verosimilitud de dichos y hechos, preguntando

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por sus enunciadores y actores. Suspensión de la objetividad (de las cosas) y de la verdad (de la vida).
Experiencia del aprendizaje y de la escucha de la escucha.
Cuando aquello ocurre, la dualidad observador-observado ha sido cuestionada o saltada. Es el paso de
las prácticas, a las praxis, que obligan a un proceso tal que el que sabe es el que hace y el que se
observa. Comienza a cambiar el mundo (ya no se dice lo que escucha, sino que se escucha lo que se
dice) y la realidad (ya no se hace lo que sabe, sino que sabe lo que hace).
La prevención pareciera ser un buen campo de exploración, particularmente en aquellas materias en
donde la cuestión es especialmente refractaria al esclarecimiento o ilustración como enseñanza, esto es,
en aquellos casos donde no basta con hacer ver -encender la luz-, pues todo comienza cuando el otro se
hace visible. No basta, como es sabido, señalar al público el peligro del accidente para evitarlo. Para
lograrlo, si acaso, se requiere que la persona vuelva en sí: que se llame a sí mismo la atención. Ese
diálogo dualiza la subjetividad, pero interioriza la división. Es el mismo y su otro, y en ese movimiento
puede reconocerse no como una unidad dada, sino como el que sostiene -dialógicamente- ese intento de
unidad. ‘Uno’ vuelve como ‘yo’ y el mundo vuelve como ‘lo que se dice’. El regreso del sujeto es
hablando de otro modo, con la palabra sobre el discurso. Es hablando de lo que se dice y no recitando lo
que se escucha. Tomando el discurso por objeto -conociéndolo como tal discurso- donde éste tomaba al
mundo y a su través el sujeto a él.
Es reflexionando el discurso que regresa el sujeto, analizando su escucha. Lo mismo que hicieron ante
los sociólogos y los psicólogos, que le tomaron la palabra para seccionarla y tratarla para su divulgación.
La devolución del análisis al grupo fue el modo en que ha sido planteada ya esta cuestión.
La cuestión de la devolución es a veces utilizada como prueba de adecuación del análisis a la realidad
analizada. Se supone que un discurso bien analizado debe confirmarse en la propia comprensión de sus
hablantes. Aquí se sigue otra pista, que tiene exigencias menores que aquella. No nos interesa como
prueba, sino como provocación iterativa. Esto es, no nos interesa devolver el análisis para ser
corroborado por los investigados, sino devolvérselos para incitarles a salir de él. Ahora bien, es preciso
aclarar que este intento no busca llevarles a ninguna parte -en ese sentido, no busca llevarles más allá
de su discurso. Sólo busca que vuelvan al lugar desde el que hablan. Que vuelvan atrás del discurso, a
su propia voz que lo reproduce.
La devolución del análisis al grupo
El análisis es el trabajo de descomponer el conjunto en sus partes; la interpretación es re/emplazar la
unidad ahora como sujeto revelado, donde había -más o menos según los casos- alguna coherencia
textual que bien puede ser una fenoincoherencia (sintomática) de una genocoherencia (sintomatizada).
La operación del análisis es silenciadora, pues en cada movimiento va fijando elementos, a los que
separa en función de un hilo conductor que compone, por reverso, como conducido en su variedad/
mayor o menor según los casos/ a través o/o sobre/ los componentes que tiende a separar/ como si los

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componentes tendieran por anverso, a la unidad o hilación textual.
El análisis, por ello, concluye en una estructura, que muestra la coherencia de la conversación / del texto
cualquiera / bajo la incoherencia, como continuidad que hila el ir/venir del discurso y lo fija como una
forma que es: un esquema y unas figuraciones. Como tal esquema, muestra la repetición de una
estructura que, como tal, se hace indicio de la formalidad del objeto -silenciado entonces, queda, pues ha
sido mostrado como logos o medida, lenguaje, observación-; como conjunto de figuraciones que
despliegan el esquema, sigue hablando o hilando, pero en la dirección de la variedad del sentido, que
cada componente produce. El esquema conduce, después de todo, (el sentido que) lo que los elementos
producen.
El discurso es un espacio no solamente intersubjetivo (como lo indica el esquema de las conversaciones,
conocido y usado por los diversos hablantes), sino también transubjetivo (como lo indica el volcarse de
la subjetividad en las palabras, cuando las cargas de doble sentido y las hace brillar o las ata a unas
estructuras que fijan sentido para el texto).
La devolución del análisis es una interpretación, que hace el analista del que ha hablado o producido el
discurso. El esquema y las figuraciones con que hace presente lo representado en el hablar/objeto, es lo
que puede devolver.
Esquema/figuraciones: esto es lo que se dice/esto es lo que se siente/esto es lo que se escucha/. Esta es la
forma de la conversación (lo intersubjetivo) y estos son las hablantes que la sostienen (los transubjetivo).
Esta es la estructura del texto (que permite comprender cada elemento en relación al conjunto) y estas
las expresiones de los hablantes (que permite interpretar el sentido de cada parte)
Devolver el análisis/interpretación de un discurso, supone generar un espacio en que el hablante quede
revelado (y se vea expresado) y cada componente quede formulado (y se haga comprensible).
Permite que la forma se tome por objeto -y ya no el objeto que tomaba el habla cuya forma o esquema
ha sido conocido: y que la imagen se tome por objeto, y ya no el objeto que representaba la imagen.
Puede describirse como un paso hacia la reflexión: saber lo que se sabe/es/hace. Y eso sirve para no
errar/tanto, siempre. O generalizándolo, para no perseverar en lo imposible y para no desaprovechar la
infinitud de los posible que no conocemos, en ambos casos por los ojos con que vemos es por los que no
vemos ni más allá ni más acá de ellos. Por las metáforas, perdemos la voz.
Para una prevención reflexiva
1. La cuestión de una prevención reflexivo puede iniciarse como una formulación de un escuchar/se, en
aquello que el discurso muestre como un exceso de significación -como retórica- o como penurias de
significación -como vacío o como contradicción.

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1.1. Como retórica, el discurso analizado se despliega denso y elaborado respecto a un componente
simbólico, en que se figura un espacio de significación autonomizado, como una forma en que se
encajan cuestiones del sujeto (por ejemplo, en este caso, la formulación del yo) con regularidades
parciales del objeto (por ejemplo, el control del humo). Así, el discurso es el que hila una escena en que
las subjetividades se reconocen (se expresan e interpretan) en alguna dirección, con independencia de lo
que pueda ser la experiencia semiótica del mismo objeto. El sujeto comienza a saber y hablar, y a
escucharse, en lugares de los que el cuerpo -y el espíritu, del que hablan, por ejemplo, las bebidas
espirituosas- no sabe.
1.2. Como significación, el cigarro produce una lectura contradictoria. Falla en decir el sentido de la
experiencia, porque éste es ambivalente y dice en direcciones opuestas. Atrae (como promesa de placer
y calma) y repulsa (como amenaza de dolor y temor menor, desconocido) de adicción.
2. El sentido del cigarro, así, se dividía en dos. La posibilidad, por ello, de controlar el cigarro por el
propio fumados, tendría que articularse con su capacidad de desmontar su discurso en dos textos
parciales y al mismo tiempo analizar, o desmontar, los componentes de lo que aquí hemos entendido
como semiótica del tabaquismo.
Doble operación de análisis, cada uno de los cuales, además, permite una escucha o reflexión diversa.
2.1. Tú eliges, placer y daño, deseo y temor.
El tabaco se teme por lo mismo que gusta. Daño y placer se unen como doble cara de la realidad única.
Sólo se puede elegir uno de los dos y así el sentido es siempre una pérdida, un faltante. O queda el
miedo, o quedan las ganas o deseos de fumar. Su sentido nunca está completado y en cada caso el
fumador queda inquietado respecto a su propia respuesta al tabaco. Hagas como hagas, falta algo y así el
cigarro permanece como un pendiente constante.
Por ello, falla el discurso médico (prevención por el temor al daño), en un primer sentido: reduce el
sentido (físico, fisiológico o bioquímica humana) a una de sus caras. Es sabido y repetido, pero no logra
disuadir la práctica. No persuade sino a la fuerza: de la repetición hasta hacerse rutina, de la imagen
fuerte (cáncer: palabra hasta hace poco tabú/enfisema: imagen violenta, es decir, no ponderable o
interpretable desde perspectivas distintas).
Su límite es la contradicción del lector de los signos del tabaco. La simpleza del mensaje médico le
alcanza pleno en una de sus partes, pero deja resonando como restos no comprendidos o conocidos los
otros componentes. Así, queda revelado en su límite reducto. No es opción elegir entre /vida y muerte/,
salud y enfermedad/. Eso es advertencia / eufemismo de una amenaza.
En el anverso, una primera reflexión del discurso, en este caso, pudiera atender a construcción o a la
construcción de la opción en sus propios términos. Es decir, resituar al fumador respecto a su

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ambivalencia/natural o fisiológica/frente al tabaco.
Lo anterior puede desarrollarse como una exposición de la ambivalencia tal, que el fumador quede ante
su propio ir al y huir del tabaco. Una tal presentación debiera ser capaz de incluir o contener, dentro de
su límite, al mensaje preventivo médico. Pero excederle y hacerle contexto en los otros significados del
cigarro.
Prevención refleja, así entendida, no reemplaza una advertencia por otra/al menos no del mismo orden.
La exposición de la ambivalencia no deja una advertencia, sino una elección (entre daño y placer y no
entre fumar y no fumar, como es la ideología actual del cigarro).
No se sugiere nada, cuanto se representa la opción como tal, es decir, quién y para qué opta.
No disuelve la ambivalencia, llevada la opción premarcada. No se emite un juicio, sino las
informaciones que, precisamente por ser contradictorias, hacen necesario y central la decisión del
propio actor. Es decir, habría que terminar tematizando la ambivalencia.
2.2. ¿Tú?
Quizás más difícil de remover que la ambivalencia fisiológica del tabaco, lo sea la imaginería del fumar.
El discurso médico no sólo no logra silenciar la significación del tabaco, sino que es prácticamente sordo
y mudo respecto a la simbólica en que se produce un segundo sentido formalmente acoplado a una de las
cuestiones más constitutivas del proceso subjetivo en la fase adolescente. Su forma sirve a la
formulación del yo, de un modo difícilmente alcanzable por otras escenas u objetos o prácticas.
Como práctica, dice más que lo que hace, porque muestra al fumador como un sujeto retratado en el
gesto. Así, se pobla de imágenes de sujetos optando en la duda cultural, sabiendo en el registro del saber
de la vida, autonomizándose, presentándose. En todos esos registros, según hemos interpretado, habla el
mismo que dice yo.
Por ello, lo que la reflexión pudiera intentar es el espacio en que el que habla se escucha como quién se
reconoce tras sus dichos. Esto, como quien se revela en sus palabras. No es verdadero ni es falso, que
fumar diga (por sí o por no) yo. Ni es bueno ni es malo. Como figura, puede ser analizado en lo que
expresa del sujeto que lo dice. No habla sino de los que hablan, esa es toda su realidad. Por ello, como
forma, vale para objetos lejanos (cigarro, alcohol, aros, tatuajes, vicios, gustos) y se emparenta a las
formas vecinas en que lo que se trabaja, precisamente, es la cuestión que en estas figuras quedan sólo
representadas como tal -por ejemplo, las identificaciones religiosas, políticas, culturales, étnicas,
socioeconómicas, etc., en que la misma subjetividad que se figura en las conversaciones del fumar, se
reconoce como proceso de asunción de la identidad social.
Así, la voz que figura el fumar debe ser expuesta sin ser ni discutida ni comprendida. Puede ser
expresada como en lengua extraña, que habla lo que otro, como una cifra que habría que interpretar.

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2.3. Cambiar la opción
El cigarro es una opción difícil (pues es contradictorio su sentido fisiológico) y una práctica dudosa
(pues su sentido cultural bordea la frontera de lo permitido y lo transgresor). Hasta ahora, la opción que
se habla y se vive como tal es más bien del tipo simbólico (se elige en medio de representaciones, como
quien se presenta a través de una forma, se figura). En vez, la opción fisiológica queda doblemente
negada: tanto por la propia eficacia de la simbólica del fumar (que hace que el tema sea fumar o no
fumar), como por la propia eficacia (y fracaso) del discurso médico.
Lo que aquí podría proponerse es trasladar la eficacia simbólica del fumar (esto es, el valor de la opción,
de elegir, como ejercicio de saber y autonomía), a la impotencia pedagógica del preventor del
tabaquismo. Lo que ahora se formula como una amenaza que no calza con las múltiples señas del
tabaco, puede formularse como una opción difícil, como un cortar en medio de la ambivalencia, como
un sobreponerse a la contradicción. En el sentido opuesto y complementario, se trataría de una
desactivación del simbolismo iniciándose en el sentido opuesto, una reflexión sobre el proceso
identificador.
En suma, puede entenderse que una devolución del discurso, para una prevención reflexiva debiera
apuntar a:
a) Desplazar la fuerza de la elección desde la simbólica del fumar a la semiótica del tabaco.
b) Para ello, debe asumir la ambivalencia (sensual) y la dualidad (significacional) del objeto.
c) Así, puede intentar reponer la cuestión de la prevención como una cuestión fisiológica, en que el
cuerpo sabe lo que saborea y a lo que se expone, por lo que hace responsable al fumador de sus propios
actos.
d) Igualmente, pareciera que debe reiniciar el camino largo y trabajoso de la formulación identitaria,
para reflexionar ya no el cigarro, sino lo que éste parecía encerrar y no era más que una imaginación a la
búsqueda de algún objeto en qué fijarse.
Ejemplo de devolución
El relato cinematográfico es uno de los tanto caminos exploratorios a seguir para efectuar una
devolución al colectivo. La opción se fundamenta en las facilidades que ofrece el video como medio
comunicacional. Podemos distinguir al menos 4 formas que poseen en común el poder tematizar la
conversación social del cigarrillo en su dualidad, esto es, la descripción semiótica de los efectos del
cigarrillo en el organismo humano, lo que el cigarrillo hace al cuerpo; como en la descripción simbólica
del gesto del consumo, lo que se expresa en el acto de fumar (o no).

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Archivos visuales. Escenas de cigarrillos en películas (Casablanca, Reality Bites, Corazón Salvaje y
otras) y documentales de salud. El relato contrasta la aparición del objeto en 2 contextos distintos.
Paráfrasis y cuñas escripturales. Consiste en marcar los actos de habla del colectivo deletreándolos
visualmente en pantalla. Las temáticas son introducidas con una pregunta.
Modelo caleidoscópico. Es una simulación de la acción de mirar por ventanas a las densas posibilidades
simbólicas denotando su carácter proliferante y distante de la semiología del tabaco. Alusiones a las
escenas de la película "Los 10 Mandamientos" y "La Biblia", episodio del becerro de oro y el pecado
original, en esta línea se pretende no reforzar el mito sino interrogarlo.
Forma Documental. En especial la forma documental conecta con los archivos visuales del colectivo en
la versión de los conocidos National Geographics o las versiones del canal Discovery Channel. La
forma documental (voz en off, subtitulados de un idioma extraño) denota la mirada de quien está
observando desde otro lugar (un extranjero que se establece en una comunidad sabiéndose distinto, que
por lo general juega el rol del antropólogo o etnólogo) y se acera para registrar, etnografiar, conocer. El
tratamiento del colectivo escolar como una tribu de un lejano lugar, permite la ironía y con ello la
suspensión momentánea de la sabida obviedad de las prácticas, se trabaja con especial énfasis la
atmósfera del relato. Es por cierto, el carácter mitológico del atractivo del tabaco el que se pretender
intervenir, para ello, la presentación conjuga básicamente los elementos usuales de la presentación
literaria de un análisis de discurso en una investigación social, esto es: los enunciados del colectivo, la
paráfrasis (del investigador) y la glosa (que, en este caso, asume la forma de voz en off).
Ejemplo: Guión simplificado. Título: Los poderes mágicos de la planta de tabaco.
Tema: Mito del Saber o Mito de Pasaje.
IMAGEN
AUDIO
Simulación de Formato de Cine.
Música Contextual: "percusión".
Niño fumando un cigarrillo
Adolescente hablando ante la cámara
"...uno tiene que empezar a fumar cuando sea responsable...
(...) uno empieza con los vicios, ya más adulto yo creo, porque
uno no puede empezar de tan chico a fumar...".
Voz en off: Como sabemos, no existen pruebas científicas que
digan que la planta de tabaco hace a los humanos adultos. Sin
embargo, debido a la ausencia de un ritual de iniciación a la
vida adulta, al igual que en otras tribus similares, la planta de
tabaco es utilizada para dejar de ser niño. La ley: "lo niños no
fuman" es respetada. El adolescente no es un niño.
Subtitulación: uno no puede empezar de tan chico a fumar, cuando grande sí, somos mayores.

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Tema: Ideología del optar.
IMAGEN
AUDIO
Simulación de Formato de Cine.
Música Contextual: "percusión".
Adolescente hablando ante la cámara "...si uno tiene ganas de fumar, igual va a fumar, le den o no le
den permiso".
Voz en off: Como hemos estado observando, la planta de
tabaco es un objeto de culto muy importante y deseado,
algunos harían cualquier cosa por conseguirla. Como sabemos,
no existen pruebas científicas que digan que la planta de
tabaco hace más poderosos y libres a los humanos. Al parecer,
en este pueblo el sujeto que lo consume, demuestra su poder,
una vez probada.
Subtitulación: nos den o no nos den permiso podemos.
Notas
1) Le ocurre al preventor -en la cara práctica- lo que al científico - en la cara semántica: ambos no
pueden reconstituir la unidad de lo sabido. El preventor no puede reemplazar al prevenido y debe
convocarlo de algún modo a que reaparezca o regrese como tal subjetividad concreta que es, por encima
incluso de la parcialidad de la práctica que abstraída como tal del flujo de la vida, se ha constituido en el
objeto de la intervención.
El investigador no puede conocer lo que todavía no es, y debe asistir al proceso autónomo del
investigadopara saber de lo que todavía no es, pero ya comienza a serlo. En ambos casos, cuando el
interventor quiere hacerlo con las prácticas que cuando el investigador quiere conocer las posibilidades
que se realizarán, debe asistir a algún modo de regreso del sujeto o del actor. Regreso que aquí va a ser
entendido como reflexión.
-La prevención puede entenderse como una anticipación de, y también a, lo que puede llegar a ser
(pérdida o daño para un actor u observador dado). No es entonces nunca absoluta: ni se anticipa todo lo
que puede ser, sino sólo lo que es pertinente al riesgo del actor, ni puede pretender anticipar todo lo que
puede ser aún de modo restringido al ámbito del actor. El riesgo es, como la pluralidad que caracteriza
lo futuro o lo que es simplemente posible, informe y por ello nunca completamente controlable.
2) La perspectiva cualitativa se mostraba adecuada respecto a tres condiciones;
1. Su carácter abierto. En la Perspectiva de levantar una estructura de significación, las llamadas técnicas

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cualitativas permiten la producción de textos autoremitidos; aquello es propio de una conversación
abierta al código del hablante; esto es, una conversación que no puede asumir presupuestos sino que
debe enunciarlos, y que puede seguir todas las direcciones que le sean propias lo mismo que identificar
los límites de su diversidad/ de temas y de posiciones posibles respecto a ellas. Un discurso es un
conjunto de preguntas y respuestas, las técnicas abiertas lo son en ambos registros.
2. Su carácter personalizado: Los significados sociales son siempre, en algún registro, expresiones. Las
expresiones son o pueden serlo, tan comunes como los códigos que soportan la comunicación. El acceso
a los símbolos y sus interpretaciones, sólo es posible a través de medios sensibles a aquellos. Sólo un
sujeto puede escuchar a otro sujeto y activar la transmisión de interpretaciones. El habla figurada, o la
retórca común, se dan en la comunicación cara a cara o personalizada. Por ello es que se dice que en la
metodología cualitativa el investigador es un instrumento.
Su carácter focalizado. Los significados sociales son del orden de la vivencia. Las conversaciones
sociales tienen por objeto lo vivido, como lo señaló Merton para sus entrevistas focalizadas. El
significado del cigarrillo será necesariamente el significado de una práctica, vivida o viviible. Una
experiencia en una biografía, una situación para una subjetividad que la vive. El modo narrativo de las
conversaciones propias de la investigación social -cuyo límite son precisamente las autobiografías y los
testimonios- facilita precisamente la formulación de discursos que tiene por objeto tales vivencias, en el
registro de contar o narrar y no sólo ni principalmente opinan o analizar.
3) En su cara simbólica fumar dice del que fuma ante los otros y ante sí, predicándole una identidad y
una manera: es o vale como un gesto. ¡Cuál gesto?: allí la discusión se abre a su vez en la polémica por
la interpretación del gesto. En ese gesto, y su debate, lo que constituye la atracción cultural del tabaco.
En su cara semiológica, la aspiración del humo de tabaco hace o señala al organismo dos veces como
señales del humo en el sistema respiratorio, y como señales de la nicotina en el sistema nervioso. La
primera, hace daño y hace placer. La segunda, hace adicto el cuerpo al tabaco, y lo relaja.
4) La mitología del fumar -misma, pero en forma suma, que la del alcohol y de la droga, y del sexo- es el
relato metonímico de la cuestión de la adolescencia en general: en la adolescencia, lo que se juega es la
identidad o construcción del yo como identidad autoasignada, y reconocidad como tal por los demás. El
adolescente está en el terreno donde nadie sabe si es o no; si ya sí, o todavía no. Juego constante de
afirmarse y diluirse de su distinción como sujeto válido y pleno. Paso de la niñez a la adultez,
entremedio, el adolescente abandona la infancia como puede: donde puede decir plenamente yo, saliendo
marcado en el intento.
Busca el gesto que marca como diferencia. Por eso es que fumar ajusta este desajuste de identidad: lo
resuelve, dando la impresión de un gesto personal. Gesto de la persona: como el aro en la oreja
masculina, o el tatuaje en el cuerpo, la argollita de humo no es más que la retórica del personaje que l
sabe hacer.

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5) El fumar resuelve de modo quizás inigualable este paso. Fumar, como leyenda que regula el
simbolismo del acto tiene la forma de un mito: el de la persona que se reconoce a sí misma, cuando
ejerce su derecho a opción y se hace por ello responsable de sus actos; esto es como el mito de la
pérdida de la inocencia.
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Manuel Canales Cerón
Doctor en Sociología, Universidad de Complutense, Madrid. Académico. Departamento de Sociología.
FACSO. Universidad de Chile. Area de especialización: Sociología del Discurso
Jorge Luzoro García
Doctor en Psicología Clínica, Universidad de Granada. Profesor Asociado, Departamento de
Psicología. Coordinador del Programa de Doctorado en Psicología FACSO. Universidad de Chile.
Area de especialización: - Epistemología de la Psicología - y Psicología de la Salud
Pablo Valdivieso Tocornal
Psicólogo. Universidad de Chile. Profesor Asistente, Departamento de Psicología. FACSO. Area de
especialización: Psicología Social
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Mónica Llaña Mena
Ethel Escudero Burrows
Volver a Indice
Revista Enfoques Educacionales Vol.2 Nº2 1999-2000
Departamento de Educación
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Establecimientos Educacionales en Conflictos:
Grupos de Resistencia en su Interior
Esta investigación se orientó, en una primera etapa, a recoger antecedentes acerca
de la situación de oposición y resistencia escolar que estaría obstaculizando la
implementación de los cambios propuestos a través de la Reforma Educacional en
marcha. En una segunda fase se diseñó y aplicó un modelo de intervención para
enfrentar multidisciplinariamente el conflicto escolar.
Se focalizó en un establecimiento educacional polivalente en el cual se
presentaban conductas de resistencia. Se trataba de conocer como se expresaba la
oposición a la escuela, los estilos, modos de resistencia y las formas de
disciplinamiento en su interior, para así reconstruir los significados o
articulaciones de sentido que elaboraban alumnos y profesores con el fin de
explicar su situación en ella y contar a la vez con información confiable que
permitiera diseñar un modelo experimental de intervención para proponer en una
segunda etapa y su aplicación en contextos de resistencia.
Metodológicamente el estudio se planteó desde la perspectiva de la Sociología
Comprensiva, ya que el objetivo era, a través de la observación reiterada de las
prácticas escolares, de entrevistas y de grupos de discusión - identificar las
construcciones de sentido que los profesores y alumnos elaboran en este contexto.
PRESENTACIÓN
Las instituciones educativas viven una situación paradójica y contradictoria. Se reconoce socialmente su
rol fundamental, pero existe al mismo tiempo la percepción de tensiones y conflictos que afectan a
muchas de ellas.
Esta investigación aborda el problema de los conflictos a nivel escuela sustentándose teóricamente en la
concepción de poder materializado en los sistemas educativos como disciplinamiento y su oponente
teórico, la resistencia.
Partimos del supuesto que las prácticas disciplinarias cruzan el campo social de la escuela, haciendo
posible la instauración de un orden que muchas veces es resistido.

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La mayoría de las teorías de la resistencia (Apple, 1979, Willis, 1978, Giroux, 1983) han reivindicado la
noción de la posibilidad de que los individuos actúen como sujetos activos capaces de resistir y oponerse
a imperativos estructurales como la coerción normativa.
La resistencia se convierte de alguna manera en sabotaje social, en negativa a aceptar las normas, en una
verdadera metodología que incluye todo tipo de estrategias,. para manejar el sistema. Es también una
forma de comunicación, las conductas de resistencia tienen valor de mensaje y como tal influyen en el
resto de los actores.
En consecuencia se intentó comprender las conductas antiescuela enmarcadas en relaciones de poder y
disciplinamiento entre actores institucionales en la vida cotidiana de la escuela.
Uno de los ejes de la estructura del mundo escolar es el sistema de micropoderes en su interior que
favorecería innumerables puntos de enfrentamiento (Foucault, 1978). La escuela sería el lugar en el cual
se perpetuarían representaciones de legitimidad de un arbitrario cultural.
Si consideramos la escuela como un sistema que produce y reproduce la vida escolar, los actores en su
interior se comunican significados, eligen acciones y definen su situación en el mundo cotidiano de la
institución. (Goffman,1971; Garfinkel, 1967 ).
La investigación se inscribe, por lo tanto, en una perspectiva teórica que concibe la realidad o mundo
social como una construcción intersubjetiva. Para comprender lo que sucede en la escuela que congrega
personas en una convivencia marcada a menudo por la incomprensión mutua y el conflicto, no son
suficientes los puntos de vista de cada actor por separado (Bourdieu, 1994). Es necesario confrontarlos
tal como se dan en la realidad evidenciando que aun siendo incompatibles están igualmente fundados en
el razonamiento social.
Se espera mostrar que en un lugar difícil de aprehender en su complejidad como la escuela, se hace
necesario sustituir las imágenes simplistas y unilaterales por una representación compleja y múltiple,
fundada en la expresión de similares realidades, pero en discursos diferentes, a veces irreconciliables
En consecuencia los propósitos de esta investigación fueron:
Indagar acerca de las características de las relaciones de poder y disciplinamiento a través de las
experiencias vividas en la escuela, así como el significado otorgado a aquellas que podrían incidir en las
generación de grupos de resistencia al interior de los establecimientos educacionales en estudio.
Diseñar un modelo de intervención educativo para actuar en situaciones de resistencia.
PERSPECTIVA DE ANÁLISIS

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La perspectiva de análisis es la Sociología Comprensiva desarrollada por Max Weber, ya que se
intentaba identificar las construcciones de sentido que profesores, directivos, paradocentes y alumnos
elaboran.
Esta investigación, cualitativa en su raíz, ha buscado describir lo que está pasando en un lugar y tiempo
teniendo presente que las acciones humanas y la organización que las sustenta son intencionales; que se
rigen por lo que la gente cree que está logrando o desea lograr, sin dejar de lado el contexto en el cual
esas acciones son relevantes.
Los métodos y técnicas utilizadas en este abrir y revelar debieron, por lo tanto, adecuarse a los
propósitos perseguidos, abarcar variadas perspectivas y localizarse en un mundo natural y en las rutinas
normales de los actores participantes en la unidad social analizada.
Por otra parte, en este proyecto era indispensable igualmente, ser testigo presencial de lo mucho que se
deseaba conocer: episodios, ocurrencias, interacciones, y no solamente informes sobre ellos.
Aproximación Metodológica
El estudio se inició con una fase exploratoria de primera mano, a través de observaciones directas del
mundo cotidiano en el establecimiento polivalente elegido. Se sondearon situaciones, relaciones e
interacciones entrando en contacto con los diferentes actores del colegio.
Este primer contacto, el hacerse conocer y despertar confianza en los informantes, así como visualizar el
escenario en que ésta se daba, era de importancia decisiva para la investigación proyectada. La
información obtenida se sometió a un análisis exploratorio sobre la base de los planteamientos teóricos e
ideas previas, por ser un campo poco conocido.
En consecuencia, se recurrió a los siguientes procedimientos metodológicos:
Observación reiterada (tres observadores) del mundo cotidiano fundamentalmente sobre prácticas
significativas en realidad escolar.
q Escenario: patios, pasillos, salas, laboratorios, talleres
q Rutinas: (horas) . Entrada , salidas, recreos, permisos.
q Clases: de algunas asignaturas y profesores.
q Comportamiento: estudiantes en patio, pasillos, salas
q Conducta: profesores, autoridades, inspectores (actitudes)
q Sesión conjunta con padres, alumnos y profesores para discutir proyecto institucional (PADEM).
Grupos de discusión: en torno a temas que permitieran una mejor comprensión de actitudes y conductas
de resistencia escolar. Se organizaron tres grupos. Uno de varones, otro de niñas y un tercero mixto. El
total de participantes fue de 24 estudiantes, 8 por grupos y un moderador en cada uno.

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Entrevistas en profundidad. sobre aspectos que se consideraban de importancia acotar y/o dilucidar en
mayor medida para comprender el fenómeno en estudio, con una amplitud y profundidad indispensables
para estar en condición de diseñar un modelo de intervención educativa en situaciones de resistencia.
Se entrevistó a:
q Alumnos
q Autoridades. Directora, Inspectora General, Jefe UTP y Orientadora
q Profesores
q Inspectores
Los instrumentos que se utilizaron para reunir la información fueron: pautas de observación y
entrevista, con la flexibilidad que se requiere en este tipo de estudios, considerando planteamientos
teóricos generales y resultados de la exploración inicial.
En cuanto a los registros de información éstos fueron según el caso, protocolos o cuadernos de campo
y grabaciones.
La evaluación, especialmente de fidelidad de la información reunida se efectuó a través del consenso de
los observadores y de los entrevistadores en las reuniones periódicas de análisis del trabajo realizado
cada semana por el equipo investigador.
Es importante destacar que se observaron clases según criterio de maximización de la varianza, es decir
seleccionando asignaturas en las cuales los alumnos presentaban buen y mal comportamiento.
Las entrevistas en profundidad que se efectuaron a directivos, profesores, paradocentes y alumnos
tuvieron el propósito de averiguar sobre conflictos que ellos detectaban, construcciones y tipificaciones
que elaboraban a propósito de éstos. En la selección de estos informantes claves, se aplicó el criterio de
muestreos teórico, es decir según su potencialidad como informantes , por lo tanto se entrevistaron
profesores rechazados y aceptados por los estudiantes y estudiantes tipificados como conflictivos y
pertenecientes a grupos que denominamos de onda .
A través de estas técnicas logramos introducirnos bajo la superficie de la cultura escolar, considerando
que ambas se orientan a reconocer procesos, percepciones y redes informales.
Se efectuó una revisión constante de los datos recogidos, iniciándose un proceso de construcción teórica
luego de la organización sistemática de la información. La triangulación como proceso estratégico para
asegurar la credibilidad del estudio permitió confrontar la perspectiva de todos los actores involucrados.
Partiendo del supuesto que las ciencias humanas lo son de la conducta que es acción significativa, y al
decir de Ortega y Gasset, acción que se hace " por algo y para algo, con algún motivo y para algún fin en

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un mundo personal, social, cultural y/o histórico". (citado por Yela, 1994..) el presente análisis incluye
elementos cualitativos que explican , aprehenden y hacen comprender no sólo la acción en sí, sino sus
momentos significativos subjetivos tanto personal como socialmente
Se trata de una descripción e interpretación de lo que sucede, lo que hay y porqué es así llegando a la
comprensión de significados en la complejidad de los hechos conductuales.
El análisis comprendió las siguientes etapas:
1.- Elaboración de matrices dinámicas donde se configuraron datos producidos por las observaciones,
entrevistas a profesores, directivos y alumnos, y por los grupos de discusión con alumnos.
2.- El análisis longitudinal de la información, que nos permitió establecer categorías, marcar ejes
significativos a partir de los datos.
Estos ejes se articularon en torno a comportamientos de resistencia, base de la oposición cultura juvenil -
cultura escolar, detectadas.
3.- Construcción, a partir del discurso de los actores, de tipificaciones o tipos ideales como esquemas
interpretativos de profesores y alumnos.
LA RESISTENCIA EN LA INSTITUCION
Pudimos detectar múltiples formas de resistencia, que constituyen a nuestro juicio un verdadero
entramado de estrategias y simulaciones y que podrían rotularse incluso, como parte de una verdadera
cultura de la resistencia, manifestada en innumerables pautas de rechazo al sistema escolar, compartida
por muchos estudiantes y expresada en ruidos, modales exagerados, indiferencia, actitudes provocativas
y que por su carácter de oposición reiterada estarían afectando la armazón institucional, sus metas y
proyectos educativos.
Los estudiantes crean zonas ocultas, recovecos misteriosos para escapar, resisten las clases estimadas
como monótonas, escuchando música con mente y oídos en los personal stereos, o leyendo atractivas
revista, jugando naipes, hasta durmiendo a veces.
Resisten alargando el ingreso a clase, caminando muy lentamente, esperando al profesor, en un juego
reiterado de simulaciones que reducen el tiempo real de la clase, muchas veces según nuestras
observaciones, a 20 minutos .
En consecuencia las principales categorías extraídas a partir de los datos fueron:.
Transgresión a las Normas

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Pese a las normas que lo prohiben, al interior de los establecimientos se fuma bastante; no sólo
cigarrillos, sino también marihuana. Los alumnos lo hacen en zonas ocultas durante recreos, en períodos
sin clases, o evadiendo clases.
Resisten normas disciplinarias relacionadas con horarios de entrada y salida (llegan atrasados o
presionan por salir apenas concluye la jornada)
"al no venir a despacharlos al tiro, empiezan a patear el portón y si no llega luego uno, el portón lo
echan abajo" (paradocente).
"no acatan tampoco normas de presentación personal, usan pelo largo, aros, camisa fuera del pantalón,
tatuajes". (profesora).
"rayan murallas y si pueden hacen destrozos en los baños".(paradocente)
Relaciones Conflictivas entre Profesores y Alumnos
Se expresan en acciones como "he sabido de profesores a quienes les tiran escupos en la espalda, que le
dan vuelta la pizarra".(profesor).
Las amenazas, la prepotencia tipifican la cotidianeidad de ese mundo normado. "El otro día escuché a
una persona que amenazó a un colega de que el auto se lo iban a rayar y el colega no se atreve a venir
con el auto, porque se los van a hacer pedazos según los cabros" (profesor).
La resistencia encierra una cólera sorda que se traduce en acciones como las siguientes "no están ni ahí,
están enojados y sacan mesas, sillas, de todo salen de la sala, no pescan a nadie y si el profesor dice
que los va a anotar, nada, sino que llegan y salen no más. Con la forma que enfrentan tienen una
reacción como de ira contra ellos, o sea no poder subirlos y bajarlos a garabatos. (alumno).
Resistencia a las Estrategias Pedagógicas
Se resiste también a las estrategias utilizadas por el profesor que les provocarían aburrimiento, de la
manera como lo expresa una alumna:
"entonces si no entienden, todos deciden no hacer nada: juegan cartas, se tiran papeles, porque se
aburren, más encima no te dejan salir de la sala, más encima te cierran la puerta"(alumna).
"salen de la clase sin autorización con cualquier pretexto"(profesora).
Situación que podría interpretarse como aburrimiento, desinterés de participar en la clase.

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TIPIFICACIONES
A partir de los datos, se exploró además en las tipologías construidas por los actores, configuradas como
esquemas interpretativos que constituyen construcciones simbólicas cristalizadas en el contexto
formador. Tanto profesores como alumnos perciben intersubjetivamente el mundo cotidiano de la
escuela en el cual actúan , y que les es ofrecido a su experiencia e interpretación. (Schutz, A." El
Problema de la Realidad Social". Pág, 39).
Estas tipificaciones, a nuestro juicio, estarían relacionadas con la posición de estos actores en el sistema
escolar, su situación biográfica y generacional, entre otros aspectos.
Profesores tipificados por los alumnos
Autoritarios
Burócratas
Desconfiados
Sin vocación
Desmotivados
Se observa en esta tipificación una generalización muy negativa del docente, actor principal en esa
realidad concreta. El eje de valoración está marcado por la estigmatización de su acción profesional. Se
hace presente, sin embargo, que algunos estudiantes les reconocen autoridad como especialistas mientras
otros señalan que encuentran orientación en ellos.
Alumnos tipificados por los profesores
Agresivos
Insolentes
Irresponsables
Sin hábitos de estudio
Desordenados

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Hay también en esta condensación de significados una representación estigmatizada de un grupo
humano: los estudiantes, lo que lleva implícita la tensión entre la realidad percibida y congelada en su
significación y la deseable implícita.
Estudiantes tipificados por si mismos
Indisciplinados
Despreocupados de sus obligaciones
Baja estima
Rebeldes
"buenos para beber y drogarse"
Se revela en esta autotipificación, la presencia de una cultura de jóvenes que consumen droga, carretean,
y se apartan de la educación formal, transgrediendo el sistema.
Las informaciones recogidas en el establecimiento , nos llevan a afirmar que más que pandillas, se
observa la presencia de grupos de onda asociados en símbolos, rituales, gustos y lenguaje compartidos.
Es probable que sus preferencias y gustos, así como sus ídolos marquen estilos de vida, de onda, que los
llevan a validarse dentro de sus grupos de pares.
DISCUSION
Los estudiantes
En la escuela se gesta, oculta a la mirada de sus autoridades, un mundo subterráneo, una subcultura de
jóvenes que hablan su propio lenguaje, inventan códigos crípticos sólo para iniciados, consumen drogas,
escuchan música: metallic, hip -hop, y similares, según intereses - tipificados como grupos de onda- y
carretean, constituyendo un universo infinitamente distante del significado que a la escuela otorgan
profesores, directivos y sus propios padres.
Un submundo que no origina una rebelión, sino más bien una transgresión parcial que los lleva a
construir su propio mundo y apartarse de la educación formal que los ahoga. No poseen un discurso
sobre el cambio, no hay proposiciones para transformar el sistema sino por el contrario, a través de
múltiples formas de resistencia, tratan de manejarlo utilizando diversas estrategias de resistencia de
manera no prescrita reglamentariamente.

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Los seres humanos tienen en general una inventiva inagotable para evadir, resistir y subvertir el sistema
de control más rígido. Los jóvenes del estudio muestran un conocimiento cabal de la institución,
conocimiento que les lleva a idear formas de manipulación para sus propios fines en un escenario
precario e impredecible: la escuela.
Los profesores
Ejercen en su mayoría una acción profesional múltiple y agotadora. Dictan clases en varios colegios, en
cursos de más de 40 alumnos. Encerrados en conocimientos cristalizados, presentan un discurso, con
excepciones, cruzado por tensiones.
Muchas de sus representaciones de la realidad educativa aparecen tipificadas en estereotipos. Se sienten
ejerciendo un rol social importante, pero experimentan múltiples dificultades y conflictos que limitan su
labor y de lo cual están conscientes.
Difícil ejercicio que se traduce en resistencia subterránea, oposición a transformaciones, en un silencio
que es un mensaje de rechazo y desesperanza.
A Manera de Síntesis
La situación objetiva de la escuela no coincide plenamente con el sentido que profesores y alumnos le
otorgan.
Se observa una confrontación de perspectivas marcad