El ruido de baja frecuencia posee un gran contenido energético por debajo de los 500Hz. Debido a su contenido frecuencial maneja longitudes de onda considerables que tienen la capacidad de superar obstáculos, recorrer grandes distancias y propagarse en todas las direcciones afectando un gran número de personas. La exposición a este tipo de ruido produce efectos fisiológicos y psicológicos desbastadores en el ser humano proporcionales al tiempo de exposición, al contenido frecuencial y al nivel de precisión sonora. Estos efectos son la base para elaborar el protocolo de medición del ruido de baja frecuencia, considerando el contexto residencial diurno, residencial nocturno y laboral.