Qué haría usted, amigo lector, si, como docente, le proponen un trabajo en el cual le ofrecen cuatro grupos de estudiantes, cinco horas semanales de clase por grupo, cuatro propósitos generales, el nombre incomprensible de cuatro asignaturas y un solo objetivo general: promover y evaluar el "desarrollo del pensamiento y la creatividad de sus estudiantes". No hay programa escrito y no hay textos; solo se cuenta con algunos alineamientos verbales. Son los inicios de la década de los noventa del siglo pasado.