Una mala educación construye un inmenso lastre. Para una persona, las deficiencias educativas se traducen en restricciones para insertar en el mercado laboral, para ejercer los derechos políticos y para acceder a las posibilidades de crecimiento que brinda el entorno. Para una sociedad, un sistema educativo diferente no solo implica elevar todos esos problemas a una escala colectiva, sino que, además, representa una condena a la pobreza.