En este trabajo me propongo analizar algunos de los argumentos de John Rawls en contra de un principio de diferencia internacional, tal como fueron presentados en Un derecho de gentes. Sostengo que estos argumentos son inconsistentes con el principio de diferencia doméstico. Si los aceptamos, entonces tendremos que afrontar el dilema de o bien tener que aceptar dicho principio distributivo en ambos ámbitos (el doméstico y el internacional) o bien tener que rechazarlo por completo. También sostengo que las posibles objeciones de Rawls a esta crítica se basan en la dudosa premisa empírica de que los países son exclusivamente responsables de su propio fracaso.