Las concepciones de la vida buena de corte aristotélico frecuentemente son criticadas desde diversas posiciones éticas, como el antinaturalismo de G.E. Moore o los subjetivismos emotivistas y prescriptivistas, porque supuestamente cometen la falacia naturalista en su planteamiento acerca de cómo han de evaluarse moralmente las características, acciones, intenciones y facultades de los seres humanos. En este artículo, luego de examinar y desechar la estrategia de Alfonso Gómez-Lobo para rechazar esa acusación, propongo otra estrategia y sostengo que las concepciones aristotélicas inclusivistas de la vida buena pueden librarse de tal crítica apelando al concepto de ¿hechos brutos relativamente a. . . ¿ propuesta por G.E. Anscombe.