El mercado español de cables de telecomunicaciones, es decir, del soporte físico que hace posible el transporte de voz, datos e imágenes entre dos o más puntos situados en diferentes lugares geográficos, movió el volumen de negocio de unos 25.000 millones de pesetas en 1999 tras experimentar un crecimiento del 30%. Este negocio ha dejado de depender ya de las compras que realizaba Telefónica, que en tiempos llegaron a representar hasta el 80% de la demanda, como consecuencia de la aparición de nuevos e importantes actores. Así, los operadores de cable junto con compañías como Renfe, Enagas o los nuevos operadores telefónicos que están apareciendo en nuestro país, se han convertido en los grandes clientes del cable, mientras que las compras de Telefónica suponen menos del 10%de la demanda total de la fibra óptica.