Este artículo reflexiona sobre un riesgo evidente de la reforma europea de la educación superior: subordinar sus propios fines al objetivo de lograr una economía altamente
competitiva. Se analizan las coincidencias entre demandas para el aumento de la competencia y los pilares que sustentan la reforma universitaria: movilidad, cualificación
versátil, formación continua, cooperación Universidad-Empresa, educación internacional atractiva, traslación del espíritu de competitividad. Se invita también a iniciar un debate sobre las consecuencias sociales de esta reforma.