Los sensores autónomos funcionan sin conexión física alguna con el sistema del cual forman parte, por lo que necesitan una comunicación inalámbrica y un sistema de alimentación no cableado. Muchos sensores autónomos se alimentan con baterías que, al tener una energía limitada, requieren una sustitución periódica y reducen la autonomía del sistema. Una alternativa es alimentar los sensores autónomos con energía captada del entorno, que, en términos relativos, es casi ilimitada. Este artículo clasifica y caracteriza las fuentes de energía disponibles en el ambiente para su utilización en la alimentación de sensores autónomos.