La educación ha readquirido en los últimos años una explícita valoración como prioridad de la agenda pública. A pesar de esta mirada focal de la sociedad hacia lo educativo, no se ha evidenciado siempre el papel de la relación maestro/alumno, como clave de la práctica docente. La preocupación actual por la calidad de la educación, como factor de desarrollo humano, pasa a través de la renovación de las prácticas de aula y, por ende, de la relación ética entre estudiantes y maestros. El ensayo intenta ofrecer reflexiones y pistas concretas para esta renovación, releyendo la categoría de ¿relación¿ desde la semiótica y la pedagogía de las ciencias del espíritu, como claves para un verdadero encuentro ético-educativo.