¿Educamos concienzudamente nuestra disposición para ser creadores, o se nos trata tan solo como criaturas cuya naturaleza se presta meramente a ser adiestrada? A partir de este sencillo pero directo cuestionamiento, formuló Max Stimer uno de los más elocuentes ensayos de pedagogía que se hayan escrito, tanto por su alcance y profundidad, como por su crítica visionaria y cuestionamientos de carácter fundamentales.