Se ha afirmando que "la mayor enfermedad del hombre es la del olvido". Ante esta verdad incontrobertible, el hombre en todas las épocas de su historia y en todas las latitudes del orbe ha luchado contra tal enfermedad. Porque junto con la conciencia de su caducidad individual, está también, su insasiable sed de inmortalidad que lo impulsa a perpetuarse por cuanto medio le sea posible en la memoria de las generaciones futuras.