Pronunciada en un contexto polémico, esta frase contiene, como se sabe, algunas torpezas, y, sin duda, un error de interpretación: si bien es cierto que Heidegger puede ser considerado ateo del Dios cristiano, su pensamiento no puede ser calificado por ello de ateísmo; Marcel, "existencialista cristiano", era también un existencialista francés; en fin, la etiqueta de "existencialista" será rechazada, pocos meses después, por un Heidegger celoso de marcar su diferencia frente a Sartre.