Las cátedras de gramática que sostienen los Jesuitas en Zaragoza desde 1609 hasta su expulsión en 1767, se transforman en aulas reales o públicas, lo cual supone un cambio significativo. Su organización interna y desarrollo futuro se asientan en una legislación que limita el control tradicional de las instituciones locales, lo que favorece una actitud de auténtica pasividad y deficiente atención por parte del Concejo y de la Universidad.