El movimiento del magisterio, de la pedagogía en general, a lo largo del primer tercio de siglo, fue muy intenso, preocupándose por la problemática de la educación para la paz, no sólo en el sentido negativo -ausencia de condiciones y circunstancias no deseadas-, sino también en el positivo -relacionada con la creación de una estructura social de "amplia justicia y reducida violencia", que en el plano escolar llevaría a la creación de un ambiente favorable al desenvolvimiento infantil, y al establecimiento de unas nuevas relaciones de igualdad, diálogo transparencia y reciprocidad-.