Al alba de la Restauración, una fracción muy minoritaria de la Francmasonería consideraba que su papel era difundir la instrucción y definir los fundamentos de una moral alejada de los dogmas religiosos. Esta corriente, animada por deístas e ideólogos agnósticos, se vio reforzada por el crecimiento del movimiento republicano y del socialismo utópico dentro de la Institución, así como por un reclutamiento parcial llevado a cabo por la misma entre el proletariado.