El desplazamiento forzado que ocurre de manera crónica y prolongada en un país como Colombia, en medio de una guerra cruel (que persiste sin solución militar y sin salidas políticas) y en el marco de una grave crisis humanitaria y de derechos humanos, convoca a una reflexión en torno a la capacidad de respuesta de la sociedad y el Estado para transformar el conflicto y superar el desarraigo.